Como si su espantoso asesinato no siguiera produciendo dolor, rabia y escalofrío en los millones de mujeres colombianas y en los hombres sensibles, Rosa Elvira Cely representada ahora por su familia, sigue siendo víctima de la irresponsabilidad de funcionarios públicos. Primero, por unas mujeres abogadas cuyas decisiones son prueba fehaciente de que el machismo entre femenino es una manifestación igual o peor que el de los hombres. Segundo, por la actitud retardataria y absurda de muchos funcionarios públicos —mujeres y hombres— que son los culpables de que la igualdad entre hombres y mujeres sea todavía en nuestro país mucho más un simple discurso y no una realidad. Las mujeres colombianas estamos en manos de semejantes mentes. Obviamente hay excepciones, pero de nuevo, pocas.
Como sucede con los delfines en este país
—que parece más una monarquía que una democracia—
los maduran biches y luego se dan contra el mundo
Como si esta penosa realidad no fuera ya una tragedia, también las mujeres de este país somos víctimas de estos jóvenes inteligentes, sin duda, delfines, que se dan el lujo de no tener control sobre sus subalternos. Peor aún, de no conocerlos porque no los miran, de esto estamos seguros, porque la mirada es para los jefes de los jefes a los que hay que complacer para que siga la carrera del predestinado. No me cabe la menor duda de que el secretario de Gobierno, nieto del expresidente Turbay es una persona inteligente y seguramente muy bien intencionada. Pero como sucede con los delfines en este país —que parece más una monarquía que una democracia—los maduran biches y luego se dan contra el mundo y además le causan muchísimo dolor a gente que no se lo merece como la familia de Rosa Elvira Cely.
Es imperdonable el escenario en el cual, ante uno de los más horribles feminicidios —porque así se debe llamar–, las brillantes y obsoletas abogadas decidan que fue culpa de Rosa Elvira. Pero, con mucha pena, es más grave y el país se ha quedado callado, que el señor secretario de Gobierno de Bogotá haya permitido semejante pronunciamiento. Si lo leyó, inaudito que una persona tan joven con víctimas de la violencia en su historia personal, como su madre, tenga semejantes conceptos. Me niego a creerlo. De manera, que dándole el beneficio de la duda, lo que sucedió fue que no se dio cuenta, no le dio importancia, en fin, salió de su despacho sin su visto bueno. Esto es tanto o más grave que lo anterior porque demuestra que esa Secretaría la manejan otros, y eso es muy peligroso. Sin embargo, por la trayectoria de su familia y especialmente por su abuela doña Nydia a quien todos respetamos y admiramos, el país dejó este escándalo de este tamaño.
Realmente lo importante es reconocer que por ser delfín, por muy valioso que sea, los políticos oportunistas no deben acelerarles el proceso natural de madurez que todo joven necesita. Por Dios, dejen el afán o mejor la lagartearía con los clanes políticos del país y sin cerrarles el camino de la política, el cual tienen muy abonado y de pronto seria hasta injusto no dejarlos avanzar en ese campo, por favor no los apresuren antes de tiempo. Fue una irresponsabilidad de parte del secretario que ese pronunciamiento hubiese salido de su despacho y eso el mejor que nadie lo sabe.
Rosa Elvira Cely, q.p.d., su hija y su mamá, y el resto de su familia, no se merecían este episodio producto de una sociedad retrograda muy bien representada en algunas funcionarias y funcionarios públicos, y de la inmadurez de un joven que miró más hacia arriba que hacia adentro de su nueva responsabilidad.
E-mail [email protected]
