¿Alguna vez te has sentido discriminado? La sociedad excluye a las personas cuando no encajan dentro de sus estándares de “normalidad”. De ahí que en la escuela, el trabajo y en los grupos sociales practican la exclusión, buscando una supuesta “normalidad” que no existe. La diferencia enriquece nuestras vidas. Imagínese un lugar donde todos fuéramos iguales y nos comportáramos de la misma manera, ¿sería algo terrible, cierto? Por tanto, la diferencia permite que aprendamos de los demás y que el mundo sea un lugar lleno de cosas nuevas que nutren nuestra existencia.
Las personas en condición de discapacidad son uno de los grupos que más sufren la discriminación en la sociedad. No creen en sus capacidades y les niegan la posibilidad de autorrealizarse como personas y de aportarle a la sociedad sus conocimientos y su fuerza de trabajo. Aunque no se puede desconocer que esos imaginarios han cambiado un poco, aún falta mucho por alcanzar una sociedad equitativa donde la diferencia tenga cabida y estas personas puedan llevar una vida común y corriente como cualquier mortal.
En este sentido, las empresas del sector privado todavía tienen muchos prejuicios y desconocimiento sobre esta población. Creen que tener empleados con las características señaladas se convierte en un problema y que es muy costoso adaptar el lugar de trabajo. En consecuencia, niegan la posibilidad de que las personas con discapacidad puedan aportarle al crecimiento de sus empresas. A su vez, que estas personas sean útiles a la sociedad y a sus familias, y que puedan cumplir sus sueños personales.
A continuación, les contaré la historia de una joven estudiante de psicología con discapacidad visual que se ha visto afectada por los prejuicios mencionados.
Melissa tiene veinticuatro años, vive en Medellín, Colombia, y está en el noveno semestre de su carrera profesional. Ella se caracteriza por ser una persona amable, proactiva, resiliente, responsable y soñadora. Además, es estudiante de la Universidad Católica del Norte y toda su carrera la ha mantenido con una beca del 50%, la cual pudo recibir gracias a sus buenos resultados en el ICFES y en las pruebas de admisión de esta universidad. A su vez, durante sus estudios ha tenido que mantener un promedio de 4,0 para no perder la beca, lo que exige dedicación y entrega. Lo anterior ha ocasionado que sus profesores la feliciten por sus capacidades y desempeño.
Melissa esperaba con ansias su práctica profesional hasta que llegó su turno este año. Se presentó a varias entrevistas que solicitaban practicantes de psicología que quisieran desempeñarse en el área de psicología organizacional, el área que más la apasiona. Buscó las ofertas por la plataforma de Computrabajo. Aunque muchas empresas la contactaron, cuando ella les decía que tenía discapacidad visual le respondían que no era un problema, pero después de pasar los filtros y mostrar sus capacidades en esta área nunca la llamaban.
Debido a ello, Melissa cayó en una fuerte depresión, pues pensó que la empresa privada le daría la oportunidad de demostrar sus capacidades y de poder realizar sus prácticas profesionales para alcanzar su meta de graduarse como psicóloga. Sin embargo, gracias a la ignorancia de estas empresas y de las personas que aún tienen un pensamiento retrógrado, Melissa no podrá hacer las prácticas este semestre, atrasándose en su proceso académico. Cabe anotar que sus compañeros de estudio que no tienen ninguna discapacidad se ubicaron fácilmente en una empresa para realizar su práctica profesional, pues las personas piensan que por no tener discapacidad ya tienen todas las capacidades y no cuestionan si son competentes. Mientras, a las personas con discapacidad, a pesar de ver sus habilidades y capacidades, las discriminan porque creen que, por la falta de la visión, no podrán desempeñar adecuadamente sus funciones.
Es importante resaltar que se ha demostrado que las personas con discapacidad son buenos empleados: puntuales, responsables, y con un alto grado de compromiso por su trabajo. Sin embargo, algunos empresarios continúan con un pensamiento prehistórico y creen que estas personas son un problema. Sin embargo, existen empresarios que ya han superado sus prejuicios y saben que estas personas aportan mucho a sus empresas, por lo que las contratan sin poner barreras. Además, saben que el Estado les brinda algunos beneficios por darle la oportunidad a las personas con discapacidad de aportarle a la sociedad.
Por tal razón, si usted tiene una empresa o conoce a algún empresario que tenga su mente libre de prejuicios lo invito a escribirle a Melissa para que ella pueda realizar sus prácticas profesionales en el área que la apasiona y lo sorprenda con sus capacidades. Usted se puede contactar con ella al correo electrónico: [email protected]. Conviértase en el artífice de los sueños de Melisa, y permita que sus capacidades lo sorprendan.