En el Gran Dictador, Charles Chaplin pronuncia un discurso al final de la película en el que manifiesta que no quiere ser emperador, haciendo un llamado a favor de la democracia, las libertades, la hermandad de los pueblos y en contra de la codicia, el odio y la intolerancia de quienes pregonaban un falso nacionalismo frente a lo que llamaban la amenaza comunista de la época; males que han envenenado los corazones, empujándolos hacia la miseria y una violencia injustificada. Además, invita a compartir este mundo en que caben todos y donde se puede ayudar para ser una sociedad feliz y bondadosa. Mensaje que no pierde vigencia y es propicio por su elocuencia para el momento político que afrontamos de cara a las elecciones para elegir el presidente de la República para el período 2018–2022.
Preocupante observar la carga de intolerancia y polarización a través de mensajes en los diferentes medios de comunicación y redes sociales, en las que predomina la desinformación y mentiras, provocando miedos y odios en los ciudadanos; colocándonos en riesgo de equivocarnos y elegir un gobierno comprometido con la corrupción, especialmente en un periodo en que este fenómeno alcanzó mayor visibilidad por los escándalos que involucran a agentes del estado en todos sus niveles.
Las diferentes campañas deben abandonar el camino de la desinformación, generadoras de rencores y falsos señalamientos; actuando con responsabilidad, enfatizando en las propuestas políticas y compromisos para con el país, para que en estas elecciones lo predominante sea la madurez y la responsabilidad para con los ciudadanos.
El mejor instrumento para librarnos de la corrupción, es el fortalecimiento de nuestro sistema democrático, a partir de garantizar un proceso electoral transparente, que nos blinde del poder de la corrupción que constantemente busca socavar la democracia, con la compra de votos, el constreñimiento al votante o la manipulación de los resultados para beneficiar al candidato de sus preferencias.
La inconformidad ciudadana con la clase política tradicional hace que importantes sectores de la opinión expresen su deseo de cambio y simpatía por la candidatura de Gustavo Petro, reflejadas en la masiva participación en las concentraciones políticas convocadas por el candidato de la Colombia Humana. Son anhelos cimentados en la necesidad de un cambio en la conducción del estado, que refleje medidas de beneficio social, dirigidas a mejorar las condiciones y calidad de vida, de la población más vulnerable, poniendo en marcha programas para la ampliación y cubrimiento de servicios y derechos básicos como los de salud, medio ambiente, el mínimo vital al agua, educación, empleo, seguridad ciudadana que nos permita vivir en un país en paz y reconciliado.
Los colombianos no debemos temer a un cambio del régimen económico, social y político, que genere confianza, esperanza de cambio y de ruptura con el actual modelo de gobierno de inequidad social y preferencia por los conglomerados económicos y empresariales, a costa del empobrecimiento de la mayor parte de la población.
Para garantizar que las próximas elecciones del 27 de mayo sean transparentes hay que romper con la barrera de la apatía, para que el miedo pierda espacio y la participación ciudadana sea superior a comicios anteriores, contrarrestando la amenaza de un posible fraude electoral, similar al ocurrido en 1970, ante el eventual triunfo de Gustavo Petro.
