Hace unos días, en el Parque de la Resistencia, un epicentro de las movilizaciones del Paro Nacional, el exgobernador Camilo Romero adhirió oficialmente al Pacto Histórico.
En una improvisada rueda de prensa donde estuvo acompañado por algunos de sus principales aliados; entre ellos, Inti Asprilla, León Muñoz y Mafe Carrascal, el exgobernador oficializó el ingreso de los “Verdes por el cambio” a las toldas del Pacto.
Petro también arribó a la Resistencia y al cierre de su intervención sentenció: “Si Camilo gana, le cargamos la maleta”. Para algunos, el encuentro anticipo un escenario eventualmente previsible: Romero terminará siendo la fórmula vicepresidencial de Petro.
Un aterrizaje despejado
Romero llegó al Pacto tras liderar una auténtica implosión en la Alianza Verde. Un tire y afloje con el sector orientado por Carlos Amaya y Angélica Lozano, empeñados en entregarle el partido al fajardismo en la Coalición de la Esperanza.
Desde febrero, tras la suspensión de un proceso de selección del candidato presidencial Verde a partir de una serie de encuestas, Romero empezó a liderar una resistencia interna, encontrando eco en un ala progresista (calificada como el sector petrista en el Verde) y en parte de las bases; sin embargo, fue un proceso realmente desgastante que en algunos momentos escaló a las descalificaciones personales y en fuertes tensiones públicas con Lozano y Carlos Amaya.
El Verde implosionó porque optó por dejar en libertad a sus militantes para que se movieran entre el centro y la izquierda. Aunque lo cierto es que antes de que sus tres copresidentes tomaran esa decisión, se tenía claro que Amaya aterrizaría en el fajardismo como ficha de Claudia López; Juanita Gobertus (sin mayor estructura o fuerza electoral) en la campaña de Alejandro Gaviria, y Romero llegaría al Pacto Histórico.
Pero Romero no llegó solo, tras varios meses recorriendo el país, convocando las bases e insistiendo en la necesidad de alcanzar “el primer gobierno ciudadano” de la historia, aglutinó a varias estructuras políticas y sociales, así reforzó su capital personal y llegó al Pacto como un fichaje de primer nivel.
El aterrizaje de Romero no implica la mera adhesión de un dirigente con trayectoria en el movimiento social (como en el caso de Francia Márquez) o un disidente de un partido clientelista (como Roy Barreas); en realidad, implica la adhesión de un sector político, social y mediático que combina la opinión de las nuevas causas de la política (medioambiente, animalismo, lucha contra el fracking, la corrupción y el glifosato) con un despliegue territorial de estructuras políticas (desde ediles hasta senadores).
Además, Romero tiene un capital propio: viene de ser el precandidato Verde más conocido, ya registra en encuestas, tiene experiencia en elecciones nacionales y cuenta con equipos en aproximadamente 12 departamentos.
¿El vicepresidente de Petro?
La consulta presidencial del Pacto Histórico estableció un acuerdo informal: la segunda votación asumirá como fórmula vicepresidencial. Aunque ese acuerdo no es una camisa de fuerza o si quiera fue “escrito en mármol”, si permite apreciar el tamaño de las expectativas.
Cuando Roy entró al ruedo se asumió que buscaría alcanzar la segunda votación (la aspiración de Alexánder López nació muerta); cuando Francia Márquez se postuló desde el Movimiento Soy porque somos se pensó que su aspiración podría generar la opinión suficiente para detener a Roy; con el ingreso de Romero, diferente medios y analistas, asumieron que su estratégica combinación de opinión y respaldo político, lo convertían de facto en el “segundo” más fuerte.
La discusión en torno a la segunda votación resulta curiosa en una elección presidencial pero no es menor en el Pacto, pues se da por sentado que Petro será el ganador. A nadie, absolutamente a nadie, le cabe en la cabeza que Petro pueda ser derrotado en una consulta que se ha calificado como innecesaria y diseñada a su medida.
Petro lleva una década ambientando su aspiración, lleva un año liderando todas las encuestas, tiene un reconocimiento que llega al 93% (prácticamente todos los colombianos saben quién es) y es la columna vertebral del Pacto Histórico; al punto, que recientemente incluyó como precandidato presidencial a un pastor reconocido por sus posiciones antiderechos y homofóbicas.
El ingreso de Romero no altera esa ecuación, ya que resulta impensable que pueda derrotar a Petro.
Así haya ingresado como un candidato sólido y con apoyos importantes, se enfrenta a un Goliat con todos los factores de poder a su favor, desde la organización de las listas al Congreso, hasta la exagerada visibilidad en medios de comunicación.
Petro es inderrotable (utilizo la palabra con el permiso de la RAE) en la consulta del Pacto y sus contrincantes, según el símil empleado por la Revista Semana, son los verdaderos enanitos. ¿Qué podría alterar ese panorama?
Posibilidades
Algo que caracteriza a Romero es su habilidad comunicativa, así no goce de mayor reconocimiento entre la gran mayoría de los “ciudadanos de pie”, el exgobernador tiene una excelente habilidad comunicativa que va desde el uso del tono de voz hasta la estructuración de un discurso claro y contundente.
De ahí que se piense que conforme se vaya haciendo más conocido nacionalmente podría ampliar sus apoyos y seguidores (la estrategia que viene empleando Rodolfo Hernández), valiéndose de un discurso cercano a las inquietudes ciudadanas y que a bien podría recoger a quienes ya no se sienten tan identificados con Petro debido a los alcances de su “giro pragmático” (reflejado en la citada inclusión en la consulta presidencial de un pastor homofóbico).
Sin embargo, sigue siendo una batalla de David contra Goliat, pues implicaría ganarle a Petro en su propio juego.
Por eso, el aterrizaje de Romero también se ha interpretado como una movida para seguir proyectado su perfil a escala nacional, pensando en una futura aspiración presidencial de cara al 2026.
Pero en política nada está escrito, si Romero se convierte en un fenómeno de opinión (ahí vuelve ser interesante acercarse a Rodolfo Hernández) y Petro sigue profundizando su desgaste natural (ya dijo que será su última aspiración), el exgobernador podría dar una “sorpresa histórica”, llevando a Petro a cumplir su promesa de “cargarle la maleta”.
Y aunque parezca algo irreal, un episodio similar ocurrió en 2009, cuando el entonces senador Gustavo Petro le ganó en la consulta del Polo Democrático al excandidato presidencial Carlos Gaviria (al que todas las encuestas y sectores de opinión daban por ganador).
Una “sorpresa histórica”, pero con una notable diferencia: en ese momento Gaviria no le cargó la maleta a Petro y optó por alejarse de la política.