Han pasado muchos años desde que la famosa banda los Rolling Stones saltaron a la fama gracias a sus canciones irreverentes cargadas con mensajes tan huecos como sus admiradores y también gracias a la manito que les dio la famosa bruja Anita Pallember que, además de conectarlos con esos entes del más allá, tan comunes entre los rockeros famosos, también se conectaba físicamente con Brian Jones y Keith Richards. Esta conexión trifásica, tan del más acá, provocó que el propio Jones abandonara la banda que él mismo había creado, perdido en el alcohol y en cuanta droga hubiera disponible en la época.
A pesar de eso, la banda siguió adelante y de la mano de su vocalista alcanzaron fama y dinero como casi ninguna otra banda en la historia. Es obvio que, en esos años de popularidad intensa, sus agendas estuvieran copadas y que sus giras se limitaran solo a ciertos países. Pero, ¿qué pasó todo ese tiempo y dinero los años en que dejaron de producir su música y no sonaban tanto como otras veces? Bueno, uno pensaría que en esas oportunidades sus giras iban a incluir países que nunca habían visitado, como Colombia, por ejemplo, pero no. Esta república bananera tercermundista nunca fue digna de que sus majestades los Rolling Stones la visitaran.
Pero el tiempo siguió y la fama ya no era la misma. Con tanta competencia en todas partes del mundo y la reducción de la venta de discos al estar todo disponible en la web, los conciertos pasaron de ser el canal para conectarse con su público a ser su medio de subsistencia porque con ese estilo de vida en medio de vicios, lujos y excentricidades no hay regalías que alcancen.
Es por eso que ahora la prioridad es hacer conciertos, a pesar que hace lustros no producen nada bueno, para solventar sus gastos millonarios. ¿Y quiénes son los que van a pagar las boletas más caras de la historia para ver a un trío de ancianos alcoholizados y drogados interpretando canciones tan viejas como ellos mismos? Pues esa plétora de fans criollos que muy seguramente no tienen idea de lo que dicen esas canciones y que a pesar de que en el pasado muchas veces los Stones nos hicieron el feo, no solo al país, sino al continente, son tan viles que con gusto pagarán por asistir al concierto. No tenemos dignidad ni para protestar por eso. Tal vez por eso el rótulo de Banana Republic tan común en los países anglosajones para referirse a las naciones latinoamericanas.