Roedores invaden oficinas públicas

Roedores invaden oficinas públicas

"De esos roedores hay por todas partes: en la presidencia, en la alcaldía, en el congreso, en los bancos"

Por: Enrique Alegría Dulcamara
junio 15, 2017
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Roedores invaden oficinas públicas
Foto: Ampuero

Los funcionarios, extrañados, tratan infructuosamente de desalojar a los nuevos visitantes que, adicionalmente, han dado muestras de grandes habilidades circenses.

Una ojeada a algunos de los hechos recientes, aparentemente inconexos, que han ocupado primera plana, nos retrata un paisaje cargado de mentira, falsedad, hipocresía, engaño, incredulidad, escepticismo y de sempiternas “rivalidades”. Con ese mismo espíritu, si uno profundiza sobre cada materia, descubre que todos se unen mediante un vaso comunicante funesto. ¡Veamos!

Para empezar, el abogado Ramiro Solano en estos días puso en escena, mediante un breve mensaje, las palabras del concejal de Santa Rosa, quien afirmó que “las leyes son como las mujeres, se hacen para violarlas”. La intención era tomarle el pulso a la reacción ciudadana. Tal como se esperaba, todo el mundo agarró la bandera y puso el grito en el cielo por el maltrato a la mujer; no era para menos. Ojalá los funcionarios competentes no se queden en la reacción y le den su merecido para frenar a estos déspotas que siempre serán el peor de los ejemplos.

Sin embargo, hay un aspecto sobre el cual nadie se pronunció. Las leyes tampoco se hacen para violarlas. La ciudadanía guardó un silencio rotundamente preocupante como si esa parte de la declaración del concejal fuese un axioma. El problema, no obstante no es el silencio ni el concejal, el problema es otro.

De primera plana también es otro hecho, el relacionado con el Hospital Tunal de Bogotá, donde ocho niños, de cada diez atendidos, corren grandes riesgos de salud debido a que no hay los medicamentos y solo reciben una parte de los mismos. Al respecto hay muchas explicaciones que armonizan con los títulos de un doctor que construye metros en el aire. Valdría la pena hacer un cuadro comparativo de las últimas cinco administraciones distritales en materia de atención a los niños. Pero, si no queremos tanto, comparemos por lo menos las dos últimas administraciones.

El problema, a pesar de todo, no es Peñalosa ni sus títulos inexistentes, ni su engaño, el problema es otro.

Por su parte, los profesores ya llevan más de un mes en paro. Las razones, bien fundamentadas, de peso, con asiento en una realidad históricamente desoída e ignorada, tratan de hacer sentir su voz. Los colombianos, todos, debemos abrazar y defender la causa del magisterio, pues el profesor es el médico idóneo para curar, mediante un preventivo, largo y paciente tratamiento, la compleja enfermedad de esta sociedad que, además, requiere el concurso de todos, principalmente del gobierno.

Sin embargo, algunos colegas están agarrando el rábano por las hojas. En una de las manifestaciones pude detectar que algunos, en un minúsculo grupo, gritaban consignas que apuntaban a “tumbar al presidente”. Ciertamente, es con el presidente con quien se debe negociar.

No obstante, el problema no es el presidente ni su filiación política, ni la rica pluralidad ideológica del magisterio, el problema es otro.

De otra parte, otro acontecimiento que quema tinta por estos días es el diferendo limítrofe Antioquia-Chocó. Esto me recuerda el barrio Primero de mayo, un caso similar que conocí en Barranquilla-Soledad. Un arroyo que atraviesa el barrio no ha sido capaz de dividir el componente humano, el cual se encuentra unido por encima de lo que dice la geografía. Las administraciones de las dos ciudades actúan de acuerdo a circunstancias muy particulares. ¿Cuándo reclaman soberanía? Principalmente cuando se trata de cobrar impuestos y cuando se aproximan las elecciones. ¿Cuándo rechazan la soberanía? Cuando se trata de prestar servicios básicos para una vida digna.

Mientras la disputa Antioquia-Chocó continúa, se nos olvida que el rancho sigue ardiendo y que el problema no es la versión 2017 de la patria boba.

Ocupó primera página también  un senador que, POR ERROR, se hizo o lo hicieron pasar por presidente la república de Colombia. El senador, en Concordia, habló pestes, pero olvidó que lo que Juan dice de Pedro dice más de Pedro que de Juan. Pero el problema no es el senador ni lo que dijo, ni si el real presidente reacciona o no. El rancho sigue ardiendo.

Todos estos hechos son, en síntesis, un panorama de división, separación, disociación. Vivimos en un país polarizado donde el triunfar tiene el camino expedito. “Divide y triunfarás”. En consecuencia, llevamos grabado en fuego un fanatismo político, tan peligroso como el religioso o el deportivo, que no nos permite distinguir lo nocivo de lo conveniente. Por ejemplo, porque nos han visto con el azul, el verde o el rojo, nos negamos a evolucionar y nos vamos con el mismo color hasta la muerte, creyendo que eso es ganar. Estamos enfermos, infectados del concepto erróneo de la palabra GANAR. Por mi parte, ganar es saber que los jóvenes colombianos no sigan muriendo con el pecho o la frente perforados por una bala o el cuerpo destrozado por una motosierra en las montañas de mi país en una guerra sin sentido. Eso es ganar. Y no me interesa si lo logró Jiménez, Uribe, Petro o Santos. ¿Acaso nos tienen que matar a un hijo para saber lo que es perder?

Además de los anteriores apuntes, quiero referirme a un vídeo que RCN puso a circular estos días. El protagonista es un roedor que, en la Defensoría del Pueblo, hizo una gran demostración de sus habilidades para desplazar por cualquier escenario haciendo los malabares necesarios. En realidad, aunque a muchos no interese, estos animales saben lo que hacen y tiene una misión ecológica importante que se circunscribe mucho más allá de las oficinas públicas. Lo que critico a RCN es que no se haya percatado de que de esos roedores hay por todas partes: en la presidencia, en la alcaldía, en el congreso, en los bancos. Es más, deberían verifican si en los propios estudios de RCN se encuentra alguno. El problema no son los roedores, es otro.

Para dar respuesta y redondear, finalizo recordando la idea del poeta Magoh, quien parodiando sabiamente al cantante guatemalteco (¿hondureño?) afirmó que “el problema no es Uribe sino que le creemos”.

Posdata: Sigamos votando por los mismos de siempre que con eso GANAMOS.

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