Rodolfo, un (mal) chiste que se cuenta solo

Rodolfo, un (mal) chiste que se cuenta solo

Hace tres meses nadie sabía quién era Rodolfo Hernández, sin embargo hoy se disputa la presidencia de Colombia contra uno de los políticos más serios y preparados

Por: Pablo Enrique Triana Ballesteros
junio 16, 2022
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Rodolfo, un (mal) chiste que se cuenta solo
Foto: Canva

¿Cómo fue que este caricato llegó de la nada a ser tenido en cuenta para el cargo más importante de la nación?

Vivíamos como animales, antes de que tal comparación fuera considerada un insulto por la civilización que nos llegó entre Biblias y otras cadenas.

Aprendimos a comer con tenedores y cuchillos cuando las carabelas cargadas de españoles con sus látigos y cruces llegaron a nuestras costas, nos sentimos mejores por perder el contacto directo con nuestros alimentos.

Y nos deslumbramos con el brillo de las armaduras de esos que violaron a nuestras abuelas, madres e hijas. Y ellos, no solo nos enseñaron a despreciar a los animales, sino a nosotros mismos.

Ahora, soñábamos con ser como ellos y no como nuestros hermanos asesinados y desplazados por ellos. “Yo no soy de esos, soy de aquellos”, nos gustó pensar. Hasta que terminamos aquí, en este punto lamentable de la historia.

Creyéndonos mejores que nuestros vecinos porque tenemos una cerca que ellos no tienen o un farol —así no tenga bombillo—,que ellos tampoco tienen. Así, terminamos creyéndonos la mentira de pertenecer a una aristocracia que ni siquiera llegó ni le interesa llegar a este gran sur que solo le interesa a quienes odiamos por ello.

Así terminamos pagando esta vida y la otra, sacando créditos y préstamos para poder comer de la imagen que creemos ser, creyendo que todos nos ven y están pendientes de nuestro próximo movimiento, cuando lo cierto es que a nadie le importa lo que hagamos, pues todos están anclados en su propio y quebrado espejo.

Sin embargo, por todo este festival de vanidades, sostenemos sobre nuestros hombros y cabeza la mugrosa suela del zapato de esos grandes empresarios que añoramos ser para, algún día, pisar a otros como ellos nos pisan a nosotros.

Es así como no importa que un señor como Rodolfo Hernández se burle de “un hombrecito” al que explotó por más de 15 años a punta de intereses y usura, ni mucho menos que se jacte de “atracar” a personas que confiaron en él al hacer negocios, ni que se burle de los pobres, así como se burla de las leyes…

No, nada de eso importa, así nosotros mismos pudiéramos ser esos “pobres hombrecitos” explotados por el indolente millonario que ya conocemos de sobra por series, películas y la historia misma…

Y nada de eso importa porque, en el fondo, soñamos ser ese que pisotee a los demás. Por eso lo hacemos. Por eso, en un país en el que importa mucho más parecer que ser y la expresión “wannabe” cobra más sentido que en ningún otro lado del mundo, besamos hoy con gusto la bota que nos oprime. Por eso votaremos el domingo por quien sea, menos que por ese “indio zarrapastroso” y “guache” del Petro. Guácala.

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