Las más recientes encuestas sobre intención del voto para la presidencia de la república en Colombia han registrado un repunte de la candidatura del empresario bumangués de la construcción Rodolfo Hernández; al tiempo, el que parecía ser el candidato más seguro del campo derechista, Federico Gutiérrez, ha perdido ímpetu y se ha desdibujado como abanderado del uribismo y del gobierno de Iván Duque, quien insinuó hace pocos días su pretensión de buscar la reelección en medio de denuncias del candidato Gustavo Petro sobre un eventual “golpe de estado” con el endiablado procedimiento de suspender el actual Registrador, nombrar un encargado y aplazar las fechas electorales, establecidas con bastante antelación.
Duque no estaba cañando cuando afirmo que si la reelección existiese en el texto constitucional se hubiese postulado en la seguridad de que lograría un nuevo mandato por amplia mayoría; idea ridícula e inviable que más parecía una “medida de aceite” en un escenario caldeado y cargado de inestabilidad para la dominación política oligárquica que se tambalea con la resistencia social de poderosas multitudes sacudidas por la crisis social, sanitaria, política y económica.
La idea de Duque mirada con calma no parece tan loca en medio del “bola a bola” de un eventual golpe de Estado, que nadie reconoce en las alturas, pero al que se le parece estar apostando con mucha decisión y con un cierto trecho recorrido con la suspensión de la Ley de garantías, el intento de fraude en las votaciones del 13 de marzo, la suspensión del alcalde de Medellín, Daniel Quintero y la hipótesis de la sanción al Registrador electoral para cuadrar ahí la corrida de las fechas electorales facilitando un nuevo juego de coaliciones y candidaturas con mayor enganche en la opinión pública.
Aun así, las tendencias en el campo político parecen ofrecer una salida con la candidatura de Rodolfo Hernández, en nombre de una Liga anticorrupción con la que este personaje está ofreciendo un discurso simple pero efectivo (no robar, no mentir y no traicionar) como herramienta de interpelación de millones de electores escépticos y desesperados.
Hernández parece ser la tabla de salvación de la ultraderecha oligárquica uribista que ve en este la posibilidad de rebobinarse y reacomodarse para no perder el control del Estado, ante la bancarrota mediática y política del candidato Federico Gutiérrez al que le estaban apostando tanto el cogollo uribista como 48 clanes mafiosos y corruptos que dominan en las regiones y 32 departamentos en que esta dividió el estado colombiano.
Gutiérrez parece más hoy una entelequia política irrelevante quien busca desesperado colarse en la empresa mediática, computacional y electoral de Rodolfo Hernández ofreciéndole anticipadamente su respaldo sabiendo que ya quedó relegado a un tercer lugar en las mediciones de las encuestas.
Hernández es un multimillonario uribista (señaló Petro en la Plaza de Bolívar de Bogotá este último domingo) que ha acumulado una fortuna cercana a los 120 millones de dólares (más de 500 mil millones de pesos colombianos) con la compra de tierras en el Área Metropolitana (Piedecuesta, Floridablanca y Girón) y la Meseta de Bucaramanga, y con la venta de apartamentos de interés social y de interés prioritario que son subsidiados con recursos estatales.
El procedimiento utilizado por Hernández y su mujer desde hace 30 años ha consistido en comprar tierras rurales a “precio de huevo” y después incorporarlas a los perímetros urbanos municipales sobornando concejales, alcaldes y funcionarios de planeación para que dieran tramite a reformas exprés de los Planes de Ordenamiento Territorial POT en los que se amplía el perímetro urbano, que multiplicaban el valor de las tierras de Hernández con nuevas plusvalías y valorizaciones derivadas de las inversiones públicas municipales en obras y equipamientos locales.
Adicionalmente, la empresa constructora del candidato presidencial construyo una formidable red de tráfico de influencias con contactos políticos a alto nivel para acceder y monopolizar los subsidios de vivienda que da el estado a las personas de escasos recursos para poder comprar sus casas y apartamentos. Hernández ha dicho que es una delicia esta vía de acumulación de riqueza con las rentas urbanas.
Hernández fue alcalde de la ciudad de Bucaramanga, capital del histórico departamento de Santander, entre los años 2016 y 2019 y durante su gobierno protagonizó varios escándalos como el que comprometió a su hijo Luis Carlos en un soborno de 100 millones de dólares con la empresa Vitalogic que pretendía quedarse con el contrato del relleno sanitario del Área Metropolitana.
Hoy el exalcalde de la Liga anticorrupción está citado por la Fiscalía para el 21 de julio cuando será imputado por cargos de corrupción contra la administración pública; además tiene varios procesos disciplinarios en la Procuraduría General de la nación por sus procedimientos despóticos y arbitrarios con los trabajadores municipales y concejales de Bucaramanga.
Hernández es una “estrella política” de 77 años que parece estar recorriendo la ruta nacional populista de Donald Trump, Bukele, Bolsonaro, Fujimori y Orban, en una época en que la derecha maniobra con éxito para capitalizar la crisis financiera global, el susto nuclear de la guerra en Ucrania, los estragos del hambre y los daños de la pandemia del COVID19.
Los asesores y politólogos neoliberales de Hernández han elaborado un producto y un relato muy simple que está pegando en muchos sectores populares con frases y ofertas efectistas que calan en las áreas urbanas y rurales entre masas desorganizadas y controladas por las redes del gobierno uribista y sus poderosas maquinas electorales.
Este candidato está captando ya entre sus huestes a políticos del partido verde de Boyacá y a un senador de su región JotaP Hernández, elegido con una muy abultada votación en Santander, gracias a los apoyos de los militares de la Quinta Brigada que lo han colocado en las comunas populares de Bucaramanga (Morro Rico) y municipios aledaños al Paramo de San Turban como una línea de acción contrainsurgente y contra popular para decapitar el rechazo y la resistencia a la explotación del oro por parte de la multinacional Minesa en la región, con graves daños en los reservorios de agua en el gigantesco paramo nororiental.
Ciertamente la presencia ascendente del candidato Hernández es un desafío para el movimiento popular, para el Pacto Histórico y para el candidato Gustavo Petro.
La derecha encontró en esta ficha populista una tabla de salvación y los riesgos para el proyecto progresista son grandes, lo que demanda un mayor esfuerzo e imaginación para definir la sucesión presidencial este 29 de mayo de una vez.
La voluntad de poder del bloque popular debe alcanzar toda su plenitud con la movilización de millones de ciudadanos que como nunca se han volcado en la búsqueda de una salida democrática de la tremenda debacle colombiana.
Nota. Con las organizaciones de destechados y viviendistas de Bucaramanga, estamos planteando una gran movilización social para exigir una reforma urbana democrática en la ciudad con los lotes de engorde de RH y en los inventarios inmobiliarios de la constructora de Hernández que permitan garantizar el derecho a la vivienda digna de más de 300 mil familias que no disponen de un techo adecuado. Ya hay agenda de asambleas y reuniones para las próximas semanas.