El 7 de noviembre del 2020 los principales medios que cubrían las elecciones presidenciales de los Estados Unidos anunciaban la proyección que le daba la victoria a Joe Biden, acabando así con la pesadilla que fue el paso por la presidencia de Donald Trump. También en los primeros días de noviembre, en Colombia, Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, revelaba en una entrevista con el diario El Tiempo su estrategia para llegar al Palacio de Nariño en 2022.
Ahora bien, si los colombianos no quieren verse en 2026 anhelando el final de una presidencia plagada de escándalos, problemas e incompetencia, así como se encuentran millones de estadounidenses en este momento, deben advertir desde ya las similitudes entre Trump y Hernández.
La primera está en la imagen establecida por ambos personajes. Trump construyó su credibilidad ante el electorado estadounidense alrededor de su imagen como empresario ajeno a la política tradicional. Algo similar ocurrió con Rodolfo Hernández al momento de lanzarse a la alcaldía de Bucaramanga. Se mostró como un sujeto alejado de los partidos tradicionales que financió su propia campaña. Alguien que alcanzó el éxito en el sector privado siendo empresario.
Allí vemos cómo ambos instalaban en sus seguidores la idea tentadora de que al no tener la "contaminación" de una trayectoria política previa que los hiciera parte del establecimiento iban a traer el tan anhelado cambio nunca visto por parte de los políticos tradicionales. Pero esta es apenas la primera de las similitudes y quizá la más inofensiva, ya que ser un alternativo en política tampoco es algo malo. Las siguientes son quizá las de mayor cuidado.
La xenofobia, por ejemplo. Cuando Trump anunció sus intenciones presidenciales en 2015, en su discurso de apertura de campaña hizo la primera de muchas declaraciones odiosas que buscaban atraer seguidores apelando al odio y a la discriminación. Las afirmaciones del entonces candidato le dieron la vuelta al mundo, pero no está de más recordarlas para propósitos comparativos: "Cuando México envía a su gente, no manda lo mejor. Mandan personas con muchos problemas y nos traen esos problemas a nosotros. Traen drogas, traen crimen. Son violadores"
Las intenciones de esta lamentable frase parecen resonar en las declaraciones hechas por Rodolfo Hernández en 2017 acerca de la migración venezolana en Colombia, donde dijo lo siguiente: “Se vinieron todos los limosneros de Venezuela para acá, y la prostitución y los desocupados".
Y al igual que en el caso de Trump, no se trató de una frase aislada, se trata de una conducta repetitiva como se demostraría en las declaraciones de Hernández de febrero de 2019: “Hemos ayudado en la atención de las mujeres venezolanas embarazadas (…) antes, durante el parto y posparto en el Isabu, con plata de la alcaldía y de todos nosotros. Los partos que han tenido son como 400 al año, eso es una fábrica de hacer chinos pobres”.
Allí vemos a dos gotas de agua mostrando su xenofobia. Con tantas similitudes en esta área, no sería extraño que en una eventual campaña presidencial de Hernández acuda a la estrategia baja y populista de apelar al odio de la ciudadanía para ganar apoyo. Pero el populismo no acaba allí, pues es una herramienta que crece con cada ataque a sus opositores hecho por lo bajo. Nunca bajo razones fundamentadas sino siempre quedándose en el camino fácil de los insultos.
Trump en su campaña se refería constantemente a Hillary Clinton como "crooked Hillary" o "Hillary la torcida", siendo este un ejemplo de los muchos apodos e insultos que usó para referirse a sus opositores. Algo similar encontramos con Rodolfo Hernández, quien al verse destituido de la Alcaldía de Bucaramanga llamó al mandatario encargado en ese momento "un cínico, un cretino". Y no paró allí, pues también declaró del mismo lo siguiente: “Es un mayordomo, un celador, ¿cómo va a vender el ganado? ¿ cómo va a cambiar el resto de personal que le ha servido a la finca?”.
Aunque esta reacción grosera de ambos personajes parezca algo superficial, revela algo más problemático: el poco control emocional y temperamental de ambos sujetos. Ningún gobierno se favorece de un líder inestable incapaz de mantenerse en sus cabales por las pobres decisiones que alguien así ejecuta. Y eso de nuevo lo vemos en los actos de ambos personajes.
En el caso de Trump vimos a alguien quien no dejó actuar eficientemente al Dr. Anthony Fauci. Ya que a cada recomendación que el médico traía para tratar la pandemia, Trump, en arrebatos emocionales al haber convertido la pandemia en una cuestión política, emitía mensajes opuestos. Como resultado de ello, Estados Unidos se quedó sin una respuesta eficiente ante el COVID-19 al tener a sus instituciones trabajando con mensajes contradictorios. Además, los cambios de gabinete en EE. UU. eran una constante, pues ante cualquier voz medianamente opuesta a la de Trump este no dudaba en despedir a sus funcionarios, dejando así un gobierno impredecible que nadie sabía para dónde iba.
De modo similar, Rodolfo Hernández no soportó tener diferencias con un concejal de la ciudad de Bucaramanga, al que resultó insultando y golpeando. Como resultado de ello quedó suspendido y dejó a Bucaramanga en un estado de impredecibilidad.
Aquí vemos de nuevo a dos sujetos cortados con la misma tijera. Dos personas sin las habilidades de control que requieren los líderes y que ponen a pagar a los territorios que gobiernan porque les queda grande actuar inteligentemente. El ego, el orgullo y la inestabilidad de ambos están por encima del bienestar de sus gobernados.
Otra similitud grave es una conducta inadmisible en un político y es la de atacar a los medios. Esto es muy grave porque estos son una herramienta muy importante en el control a los políticos. Que un político ponga a sus seguidores a ser enemigos de los medios solo porque estos los cuestionan deja ver una incapacidad de darle la cara a la crítica y a la verdad.
Es ya muy conocido como Trump solía referirse a cadenas como CNN como fake news o de noticias falsas. Él respondía evasivamente las preguntas que le hacían en entrevistas y ruedas de prensa, dejando solo como respuesta que las investigaciones en su contra se trataban de una persecución y de un invento de los medios.
Hernández, en la misma entrevista que le concedió a El Tiempo donde anunciaba su estrategia presidencial, contestó acerca de un caso de corrupción en el que se encuentran implicados él y su hijo de la siguiente manera: "Ese tal caso Vitalogic no existe, esos fueron inventos de ustedes (los medios)".
Aquí tenemos a un sujeto que ya deja ver que si es acusado va a acudir a atacar a los medios antes que dar cualquier respuesta seria o con fundamentos (algo que se espera de un político). Pero este ejemplo no solo sirve para ver eso. También sirve para ver la siguiente similitud.
Trump y Hernández se lanzaron a la política como alternativas populistas que iban a combatir la corrupción y con el paso de los años resultaron envueltos. En el caso de Trump, mencionó muchísimas veces durante su campaña que llegaría a Washington a "limpiar el pantano", para que unos años después resultara investigado por colusión con gobiernos extranjeros, se revelara que evadía impuestos, y muchos de sus asociados (como Steve Bannon, Michael Flynn, Roger Stone, entre otros) resultaran en el ojo de la justicia siendo investigados y/o condenados.
Con Hernández vimos el calco de ese mismo paso por la política, un populista que llega a combatir la corrupción, y luego resulta con su propio escándalo por el cual ahora es investigado por presuntas irregularidades en un contrato de asesoría con la Empresa Municipal de Aseo de Bucaramanga (Emab), donde presuntamente su hijo se habría beneficiado.
Por último, está la incapacidad de estos dos personajes a la hora de condenar a personajes nefastos y, por el contrario, mostrar una leve admiración de los mismos.
En el caso de Trump, cuando fue cuestionado sobre los sucesos que tomaron lugar en Charlottesville en 2017, dijo que "había gente buena en ambas partes". Los sucesos en cuestión son los choques entre manifestantes tras un evento de ultraderechistas llamado "Unite the Right" (o "Unir a la derecha") al cual acudieron supremacistas blancos y neonazis, los mismos que Trump fue incapaz de criticar y a los cuales les dijo "buenas personas", aun cuando los hechos resultaron en un ataque donde un ultraderechista arrolló con un auto a una manifestante contraria costándole la vida a esta.
En el caso de Hernández vemos a alguien que dijo en 2016 lo siguiente con respecto a Hitler: "Yo soy seguidor de un gran pensador alemán que se llama Adolfo Hitler". Con esto Hernández demuestra una ignorancia inmensa de la historia internacional o un pensamiento horrible. Pero no se queda en el panorama internacional, pues en 2019 lanzó la siguiente frase donde aparentemente exalta a Pablo Escobar como emprendedor: "Nunca vieron a Pablo Escobar exportando hoja de coca, él exportaba era clorhidrato de cocaína. Como él hacia todo el proceso miren a dónde llegó".
Una vez que quedan evidentes todos los puntos comunes entre Rodolfo Hernández y Donald Trump, vale la pena resaltar una cosa en la que son diferentes, que es importante para la conclusión de esta nota: el primero aun no llega a la presidencia y estamos a tiempo de evitar que eso suceda.