Marco Tulio Aicardi Rivera ―Rodolfo Aicardi―, conocido como el Rey de los Diciembres, tiene una faceta menos conocida, en virtud de su capacidad interpretativa.
De la balada a la ranchera, del bolero al son, de la salsa plena a la romántica y hasta el vallenato. El cantante que inmortalizara la parrandera canción Adonay acreditó los pergaminos paras ser considerado el más versátil vocalista de Colombia. El catálogo del hijo de Magangué compila también música del despecho y rancheras.
Algunas de las joyas más preciadas del Aicardi profundo trascendieron con su partida, el 24 de octubre de 2007.
Las visitas en YouTube se dispararon, especialmente en la divisa romántica y de bolerista. Aunque era conocido entre amantes de la balada, seguidores de su música bailable extendieron su admiración en los otros géneros que fueron menos visibles, seguro por su popularidad como cantante de Los Hispanos, La Sonora Dinamita, Los Ídolos, Los Bestiales y su propia orquesta: La Típica RA7, con la que logró el emblemático número Colegiala, record en ventas y segunda canción extranjera en los listados de Francia (1986), después de Thriller, de Michael Jackson.
Mientras el repertorio bailable se posicionaba con los compilados de éxitos de fin de año, en la radiodifusión y en los bailes populares a lo largo de la geografía nacional los temas del corazón eran de consumo para una audiencia menos masiva, los amantes del formato baladista, que siempre valoraron como piezas de culto las versiones de Rodolfo Aicardi.
La condición de Aicardi para los temas del corazón se confirmó desde su primera aparición en el acetato, habida cuenta de la interpretación del tema Bellos recuerdos. Luego vino Quién quiere esa música esta noche con el sexteto Miramar, una canción que fue incluida como “relleno” ante la ausencia el día de la grabación de líder vocal de la agrupación, Johnny Moré. Esta anécdota la ilustra con lujo de detalles el biógrafo de Aicardi, Diego Londoño, en su maravilloso libro sobre el cantante costeño; la lacrimosa canción terminó siendo uno de los éxitos del trabajo discográfico,
Con este antecedente, el sello de la torre del reloj prensó álbumes que permitieron el lucimiento de Aicardi y la llegada a los públicos seguidores de la música del corazón. Incontenible, Ídolo, El insuperable triunfador, Río rebelde, El Primerísimo, El baladista sentimental, El de siempre, Naila no regresó, El espectacular, Rodolfo y los líricos, Rodolfo balada y Sentimiento, entre otras producciones, sintetizan en más de 150 canciones el poder vocal de Rodolfo Aicardi, equiparable con los mejores en la época de oro de la balada.
Temas icónicos, y que para algunos comentaristas de esos años “no necesitaban de otra versión”, al ser interpretados originalmente por artistas de talla continental y mundial fueron encargados a Rodolfo Aicardi. Madrigal (Dany Rivera), La nave del olvido (José José), Río rebelde (Julio Iglesias), Mi plegaria (César), Ahora quien parte soy yo (Paulo Sergio), Charly ( Santa Bárbara), Contigo quisiera estar (Emilio José), Cómo deseo ser tu amor ( Los Galos), Juguete ( Los Iracundos), La huella de mi amor (Los Ángeles Negros), Los hombres no deben llorar ( King Clave), Hay luto en mi alma (Los Terrícolas), Aunque me hagas llorar (Fredy Fender).
Solo para citar algunas de las interpretaciones de mayor acogida en Colombia, México y Ecuador.
Junto con las versiones de Sueños, Copa de vino, Aunque me hagas llorar, No más contigo, Contigo quisiera estar y Hoy daría yo la vida, para los interesados en conocer al Rodolfo del cancionero sentimental son imperdibles: Cuatro lágrimas y Hay luto en mi alma.
Del despecho al bolero
Su condición vocal y sentimiento al momento de interpretar le permitieron moverse con solvencia y destacarse en la línea del bolero y las diferentes variantes del sentimiento popular latinoamericano. Dos palabras, Un bolero para ti, Nave perdida, Desde que te marchaste, Desde la ventana, Hola soledad, Yo tengo una pena, Soy, Celosa, Quiero amarte, Desde la ventana, Adiós y buena suerte, Yo tengo una pena ― vals peruano de Los Morocuchos―, Barrio pobre ( Cornelio Reyna) y Una tercera persona ―tema que habían grabado Antonio Aguilar, Odilio González y Julio Jaramillo― es un huapango que se adaptó de manera extraordinaria a la voz de Rodolfo Aicardi y gracias, en buena medida, a los arreglos del connotado músico antioqueño Aníbal Ángel (ANAN), cofundador de Los Teen Agers.
Como señala Mario Echeverry, hoy regente del café El Mercantil y seguidor, coleccionista de su música y amigo de los primeros años del artista, a Rodolfo Aicardi nada le quedaba grande, por lo que alternaba la faceta bailable con el estilo romántico en famosos grilles de la capital antioqueña.
Salsa y rarezas
Fue tan polifacético el hijo de Magangué (Bolívar) ―cuna de grandes músicos como Chico Cervantes, Armando y Hernán Hernández y Jesús María Leal―, que en su amplio panorama musical cuenta temas de corte salsero como Seis chorreao (grabada en su primer álbum con Sexteto Miramar); Esposa, con Chico Cervantes; Se escapó un león, de Tite Curet Alonso, grabada con Los Ídolos; Como yo te quiero, Rosa Angelina, Mentiría, Adoración y Óyeme, temas con la típica RA 7; así como No pasa nada, salsa de alcoba, en una de sus producciones finales con el sello de Darío Gómez (Discos Dago).
En vallenato incursionó con Tan fácil de olvidar, y en ranchera nos dejó el tema Recuerdos y una bien lograda versión de Se me olvidó otra vez, de Juan Gabriel. Hizo también raras versiones: una bailable de Susana, convertida en éxito en Colombia por Fausto; Mil horas, de Los Abuelos de la Nada; y A Dios le pido, de Juanes.
Nota en formato pódcast, disponible en el siguiente enlace
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