Ignorado por el público que lo ovacionó, con dificultades económicas y tras padecer una diabetes crónica, enfermedad que acabó con sus dos riñones, ‘El dueño de diciembre’ o ‘Rey de los diciembres’ pasó sus últimos días.
Tuvo 17 hijos, pero solo dos de ellos estuvieron pendientes de su delicado estado de salud, que le impedía volver a los escenarios; solo lloraba al escuchar en la radio uno de sus más grandes éxitos. ‘El dueño de diciembre’ pasaría los últimos días junto a la mujer que conoció en medio de su ajetreo artístico y con quien tuvo cuatro hijos: Mariela Montoya.
Nacido en Galeras, Sucre, el 23 de mayo de 1946, y después de una semana trasladado a Magangué, Bolivar, Marco Tulio Aicardi Rivera tuvo una infancia difícil, pues las comodidades no hacían presencia en su hogar; por lo tanto, tuvo que desempeñarse trabajando en una venta de quesos de su tío, para ello empujaba una carreta de plástico con los quesos que ofrecía al público maganguereño, mientras cantaba canciones de José Alfredo Jiménez, Pedro Infante o Antonio Aguilar. Siempre se supo que tenía la música en las venas, algo que no pudo dejar.
Su vida estuvo llena de reconocimientos, llegando a superar a Michel Jackson en la lista de los Bilboard, según narración del periodista del espectáculo Armando Plata Camacho. Obtuvo 15 discos de oro y dos mil o dos mil quinientos temas interpretados. Realizó su primer debut, acompañando el Sexteto Miramar con temas populares como ¿Qué quiere esa música esta noche?, Una Lágrima por tu amor y Desde la ventana de mi apartamento.
Luego tomaría el nombre artístico de Rodolfo, teniendo en cuenta que por la época existían muchos cantantes con el nombre de Marco. La anécdota surge desde que le pidió prestado el nombre a uno de sus hermanos de nombre Rodolfo, por lo tanto, en el medio donde ellos vivían se sorprendieron con semejante confusión. Pero, en fin, así se lo seguiría conociendo y se los seguirá conociendo mientras haya Navidad: Rodolfo Aicardi.
Lanza su primer disco como solista con el Miramar, en 1969. Una de las bases de Rodolfo era que se acomodaba a cualquier formato musical. En Discos Fuentes le indicaban cuál era la música que debía interpretar dependiendo de la demanda del público internacional. En 1968, debido a que el cantante Gustavo ‘El Loko’ Quintero renuncio a ser el vocalista de Los Hispanos para fundar su propia orquesta Los Graduados, Rodolfo se presentó a hacer una audición con Los Hispanos, siendo aceptado de inmediato por su tono alto de voz.
De inmediato, se empezó una pugna artística por quién sería el mejor cantante con la interpretación de Así empezaron papá y mamá. Finalmente, el público amante de la música tropical, le dio el mérito a Rodolfo; mientras que ‘El Loko Quintero’ sequía afirmado que era el mejor cantante interpretando esa canción.
Lo que vendría en adelante sería un trabajo muy intenso, metido en un estudio de grabación, produciendo dos álbumes al año. Rodolfo ya empezaría a almacenar fortuna con Cariñito, de autoría del peruano Ángel Aníbal Rosado García; lo mismo Colegiala y Linda muchachita.
Rodolfo Aicardi triunfo en Europa y los Estados Unidos, sus canciones se escucharán por siempre; uno de los éxitos que suena y resuena es Daniela, pero cómo no recordar Adonáis. En 1982 salió para el público bailador el éxito Colegiala que se convirtió en la sensación del momento; el impacto fue tan alto de se utilizó para la grabación de un comercial de Nescafé que se divulgó en Francia.
Pero Rodolfo no solo fue intérprete de música tropical, sino de baladas como Naila, Hoy daría yo la vida, Porque te quiero tanto, entre decenas de baladas y también de boleros. Su capacidad interpretativa daba para todo, por eso brillo en el firmamento artístico de Latinoamérica.
Dos anécdotas que no podemos dejar de mencionar del célebre Rodolfo Aicardi: la primera es que según cuentan las malas lenguas, cuando tenía 16 años tuvo que salir de Magangué despavorido porque embarazó a una mujer casada. El esposo de la susodicha lo persiguió con revolver en mano; para salvarse de los disparos se lanzó a una alcantarilla. Y la segunda, corresponde a los gritos o exclamaciones que hacía en medio de las canciones. El guau, guau del perro fue por que en una grabación se metió al estudio un perro de su cuñada y quedó grabado el ladrido cuando la canción había quedado de lo mejor. Ese sería el sello de Rodolfo en las canciones. En adelante el ladrido los haría el propio Rodolfo y, junto a ello, las exclamaciones: “A Bogotá” y “Hasta las seis de la mañana”.
Rodolfo, de padre italiano y madre colombiana, no supo decirles no a tantos compromisos; se excedió, por eso su organismo se la cobró con obesidad, diabetes, necesitaba trasplante de riñones y de páncreas. Su descuido lo llevó a requerir de diálisis permanente. Falleció ciego y amputado una pierna. El 24 de octubre de 2007, finalmente se apagó su voz.