El país de Colombia ya no sólo vive hoy en día la encrucijada de si elige o no un candidato de la izquierda. Ahora enfrenta el dilema de que podría llevar a ese primer cargo de esa nación, a un sujeto cuyo discurso se basa en la chabacanería.
Lo que sucedería, si eso pasa, no solamente es una incertidumbre, por cuanto el aspirante es muy volátil o su comportamiento o actitudes carecen de formalidades.
Igual fue Hugo Chávez, el militar de Venezuela que llegó a ser presidente de ese país, así mismo Fujimori, expresidente de la extrema derecha del Perú.
A Colombia le puede suceder que, por estar huyéndole a la izquierda, podría terminar gobernada, ahora sí, por un chabacano populista del que no se sabría qué esperarse, como ocurrió con Chávez y Fujimori.
Pero lo que es más paradójico, es que el partido político que gobernó a Colombia por veinte años y al cual le fue muy mal en las elecciones del presente año, tiene el peso de la balanza, para reivindicarse ante el pueblo y volver a ser protagonista a fin de recuperarse del mal prestigio que hoy ostenta por el desgaste del poder.
Sin embargo, por venganza al candidato que ha propuesto y ha debatido, es decir, Gustavo Petro, ese partido político ha anunciado que prefieren apoyar al aspirante Rodolfo, sin importarles lo que sucederá con la presencia del susodicho chabacano en el poder.
Pero lo que ocurriría si Rodolfito es elegido presidente de Colombia, va más allá de lo que él haría y lo cual nadie puede predecir. Me refiero a los candidatos a la presidencia ramplones que vendrán después, una vez se le abra la oportunidad al actual, pues los otros querrán continuar la misma línea con discursos vulgares y chabacanos.