Como en anterior columna, se trata de establecer la necesidad de contrarrestar los peligros que puede representar la Inteligencia Artificial.
En la medida que el conocimiento en general deja de ser una necesidad (ya Mr. Google lo había remplazado) y la inteligencia humana es sustituida por la Inteligencia Artificial (más eficiente) el ser humano pierde las dos dimensiones que más lo distinguen del reino animal o que más caracterizan su evolución a una especie diferente.
En el reino animal existe el mundo emocional a un nivel básico, y la diferencia con el del ser humano caracterizaría la superioridad de éste.
Pero a su turno el mundo emocional es alimentado cada vez menos de vivencias y experiencias personales y se limita y concreta cada vez más a lo que se recibe como información externa.
Mucho se analiza lo que sería un mundo en el que los robots -como desarrollo de la IA- serán comparables y eventualmente superiores a los seres humanos. Pero no se tiene tanto en cuenta el proceso paralelo en el que los humanos cada vez tendemos más a ser simples robots.
No se tiene tanto en cuenta el proceso paralelo en el que los humanos cada vez tendemos más a ser simples robots
El sobredimensionamiento del mundo emocional se refuerza con los avances alcanzados para desarrollarlo: de una parte la tecnología ha llevado a remplazar la capacidad crítica y analítica y cada vez es mayor la tendencia a vivir en un mundo en el que lo que se oye y se ve es lo que nos llega desde el espacio virtual, sin distinguir entre la realidad y los fake news; nuestro entorno -y lo que acaba siendo alrededor de lo cual vivimos- se limita cada vez más a los titulares de los periódicos, los tuits, las imágenes de Instagram.
De otra parte, se desarrollan los algoritmos y la recolección de bases de datos para lograr el manejo de los individuos a través de emociones y pasiones, evitando apelar o aprovechando la desaparición de las capacidades de conocimiento y de análisis racional.
Por eso la necesidad del ‘empoderamiento’ no en el sentido de poder influenciar el mundo que nos rodea (como es la acepción hasta ahora utilizada), sino el de lograr el desarrollo de una identidad propia y un control sobre uno mismo. Hacia ello debe orientarse el sistema educativo del país si no queremos acabar siendo además de subdesarrollados económica y políticamente también subdesarrollados como seres humanos .