El pasado viernes 23 de junio de 2017, el senador y candidato presidencial por el Polo Democrático Jorge Enrique Robledo junto con el concejal de Bogotá Manuel Sarmiento radicaron una demanda de nulidad contra algunos artículos del decreto 098 de 2004 y algunos artículos del plan de desarrollo de Peñalosa (uhhmmm... bueno ya sabemos por donde está el enfoque: presidencia y revocatoria). Esta pretende evitar la incautación de la mercancía de los vendedores ambulantes y además atacar la norma de no permitirles hacer su labor en las zonas de espacio publico recuperado (sí, esos lugares que eran horrorosos y que se les realiza toda una renovación para así poder dar algo de mejor estética a la ciudad). Así lo declaró Robledo en vídeo, el cual compartió en su perfil de Facebook.
Conozca sobre la demanda que radicamos para defender el derecho al trabajo de los vendedores ambulantes ante la persecución de la que han sido víctimas por Peñalosa
Posted by Jorge Enrique Robledo Castillo on Friday, June 23, 2017
La venta ambulante es un problema social y tiene todo un trasfondo para analizar. Es la consecuencia directa de un país manejado por una descarada plutocracia encabezada por unos poquísimos señores dueños de casi todas las empresas de poder y comunicación, que con sus gobiernos títeres (a los cuales le imponen su agenda de turno), pueden administrar la finca Colombia a su antojo y para su propio beneficio. La venta ambulante es el resultado directo del desplazamiento, la falta de empleo digno y de oportunidades para miles de personas en donde Bogotá ha sido el destino principal para hacerlo.
Para empezar, estoy de acuerdo con Robledo en que a los vendedores ambulantes no se les debe quitar o destruir la mercancía (a no ser que esta sea de contrabando). Tampoco se les debe agredir, el uso de la fuerza se justifica de acuerdo a los parámetros establecidos. Aunque es importante dejar claro que ser pobre no me habilita automáticamente para "hacer lo que desee y en el lugar que quiera" y es allí donde todas estas iniciativas en defensa de los derechos de la venta ambulante fallan ya que como ciudadanos "los deberes" son importante recalcarlos y enseñarlos.
Estoy en desacuerdo con Robledo y compañía es que considero que las zonas públicas que han sido intervenidas y recuperadas para su mejoramiento no pueden ser lugares para la venta ambulante desorganizada como la conocemos hoy día, allí deben generarse planes piloto donde el orden sea la norma a seguir ya que estas intervenciones no se hacen con el fin de habilitarles lugares de trabajo para los vendedores ambulantes, se hacen para mejorarle la vida al ciudadano del común (pobres o ricos, el que sea). De prosperar esta iniciativa de Robledo, preparémonos para una plaza de mercado sobre la carrera séptima peatonalizada.
Parques, andenes, plazoletas, zonas verdes, sistemas de transporte publico, prácticamente el espacio que sea, se convierte de un momento a otro en un mercado persa en donde la venta de empanadas, contrabando, dulces, musica, tintos, chicharrón, avena, frutas, verduras y demás son la forma de empleo para miles de personas. Desafortunadamente el parlante con más volumen, o el carro mal estacionado vendiendo frutas, o la ocupación de un lugar del anden, o el casi que desesperante mercadeo en los buses de Transmilenio son la norma por falta de normas.
Responsabilidad ciudadana sin oportunismos
A Robledo le fascina acudir a ciertas estrategias para lograr el voto de un buen número de colombianos con un discurso que agrada, pero que puede traer consecuencias funestas, así como cuando salio a defender a sus amigos los sindicalistas de las empresas de gaseosas en contra de los "impuestos saludables" en donde curiosamente en unión con uribistas no permitieron que se aprobara el impuesto a las bebidas azucaradas que lograría disminuir los casos de diabetes y obesidad y ayudaría al sistema de salud del país supuestamente para defender los puestos de trabajo. Recordemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala directamente a estas bebidas azucaradas como uno de los principales responsables y causantes de dichas enfermedades.
A la venta ambulante llegó a ese discurso irresponsable de Robledo y es desastroso para cualquier ciudad que sus calles, andenes, parques y sistemas de transporte publico estén abarrotados de personas vendiendo productos sin normas o leyes claras y donde el respeto a la ciudad, a sus ciudadanos como también el orden y el espacio publico no se tenga en cuenta.
Una labor que muy probablemente le generara una buena cantidad de votos, pero en donde las consecuencias pueden ser contrarias para el progreso social, pero también es una excelente forma para que el Estado o el gobierno de turno pueda excusarse dando cifras acomodadas de empleo digno (eso no lo a pensado Robledo y compañía lo aseguro).
Si a la venta ambulante, pero...
Soy defensor de la venta ambulante siempre y cuando se base en unos principios de responsabilidad de ellos para con la ciudad y con sus lugares de trabajo. Apoyo a esos cientos de miles de colombianos pobres que se han dedicado a esta labor por la situación que viven en su entorno, donde un Estado les tiene prácticamente abandonados.
Sí existe un discurso discurso en defensa de derechos, también es importante que los colombianos entendamos que tenemos unos deberes a cumplir, independientemente de la situación económica, académica o social en la que vivamos. No toda la ciudad y para este caso me refiero específicamente a Bogotá, puede convertirse en un mercado persa desorganizado donde el típico "hago lo que me venga en gana" sea la norma a seguir.
El derecho al trabajo es fundamental, así como un discapacitado, un anciano o un niño tiene derecho a caminar en unos espacios públicos limpios, libres y seguros, también un comerciante que paga empleados, arriendos, impuestos y servicios tiene derecho prosperar sin competencia desleal.
Es importante que los vendedores ambulantes puedan vender sus productos de una manera ordenada, respetando al peatón, al entorno, los lugares establecidos, los sistemas de transporte publico entre otros, y por ende a la ciudad.
Definamos venta ambulante, tipo de venta, quienes la hacen y sus deberes...
Sea esta la oportunidad para que de una vez por todas definamos que es venta ambulante y empecemos aclarando que "ambulante NO significa estacionario".
Para nadie es un secreto que algunos vendedores ambulantes (o mejor, vendedores estacionarios) exhiben millones de pesos en diversos productos e incluso hasta tienen dinero para mandar fabricar casetas en vidrio y aluminio para poder exhibirlos y ofrecer sus servicios, casetas que no dejan de valer varios millones de pesos. ¿Ellos también entran en el perfil de vendedor ambulante?
La venta ambulante debe tener preferencias en cierto tipo de sector poblacional más vulnerable en donde estos "micro empresarios" que también llenan nuestros andenes con millones de pesos en mercancía NO se les considere ambulantes, es mas, no se les permita hacerlo.
Una venta ambulante desorganizada, haciendo lo que desee e imponiendo su agenda a la ciudad no es la solución y salida al problema del empleo digno para la gente. Tampoco pueden exigirle a las alcaldías soluciones prácticamente imposibles para realizar.
Si la venta ambulante no se somete (¡sí, somete!) a unas reglas de juego claras para con la ciudad, y que no solo sea por un momento de coyuntura especial, pues veo inapropiado que se siga perdiendo tiempo allí. La tolerancia debe ser en doble vía
Esto no consiste en impedirles realizar este trabajo a miles de personas que utilizan ese medio como modo de sustento, se trata de empezar a dar un nuevo mensaje y enfoque en donde ellos entiendan que de hacer su trabajo simplemente son las reglas y agendas de las ciudades la única guía a seguir.
Invito señor Robledo que a la par de defenderles sus derechos se inicie un proceso pedagógico de responsabilidad cívica de los vendedores para con las urbes. El orden, las normas y deberes ciudadanos NO deben tener color o ideología política.
Impuestos que NUNCA solucionan el eterno problema
Bogotá por más miles de millones de pesos que genere o tenga en sus arcas tampoco puede solucionarle el problema a cuanta persona recién llegada a la ciudad desee vender en la calle y allí debemos tener responsabilidad con la ciudad. Bogotá no esta en la capacidad de dar locales a personas que muy probablemente NUNCA han vivido en esta ciudad y deseen una solución a su problemática social.
Podría poner un sencillo ejemplo:
Es como si yo me fuera para Barranquilla y pusiera una venta de dulces en la calle y le exigiera a la alcaldía de esa ciudad que a este cachaco recién llegado le solucionen su problema de empleo con los impuestos de los barranquilleros, ¿eso es justo? NO, y el mensaje que se envía en caso de darle solución al cachaco recién llegado, o sea yo, seria el siguiente: "vamos todos para Barranquilla a que nos den locales para trabajar". Así tampoco es, pero solo en Bogotá se convirtió en la obligación de hacerlo ¿y por qué?
Finalizo con esta frase del año 1913 que podría parecer algo fuerte escrita por el médico, psiquiatra, psicólogo, criminólogo, farmacéutico, sociólogo y filósofo el escritor italo argentino José Ingenieros, sirve para darnos una idea de como el discurso politiquero, coyuntural e irresponsable no es tampoco una solución a las problemáticas de la sociedad:
"Halagar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento a la propia dignidad."