Con su carta abierta, publicada el pasado 29 de enero, el senador de la república y reconocido dirigente de la izquierda colombiana Jorge Robledo entra en la pelea -- que por estos días libran diferentes sectores y personas sobre el metro de Bogotá-- contra la administración de Enrique Peñalosa. Por lo que se lee en la misiva, no la tendrá nada fácil el mandatario de la capital.
Pero todo indica que esta acción del senador le inyectará una alta dosis de controversia política (aún más) al que es hoy uno de los mayores problemas que viven los capitalinos: La movilidad. Mientras, por otra parte, le significará al dirigente del MOIR su aparición en temas de los que se le vio alejado en los últimos años y que tienen que ver precisamente con los gobiernos distritales. Lo anterior, sumado a una eventual candidatura a la presidencia por parte de la izquierda unida nos lleva a preguntarnos: ¿Nos permitirá la coyuntura ver juntos de nuevo en una misma causa a Jorge Robledo y a Gustavo Petro luego de sus diferencias en el Polo Democrático? Y, ¿Será que la dinámica política nos permite verlos en la plaza pública confrontando a la derecha y compartiendo escenarios al unísono? Eso está por verse.
Lo cierto es que hoy los duros cuestionamientos hechos por el senador Robledo impactan duramente en la espina dorsal que sobre el metro ha venido planteando el alcalde Enrique Peñalosa, dejándolo mal parado frente a la opinión pública de una forma contundente, y que lo hace ver como “improvisador, terco y un gerente poco confiable para la ciudad”. Paradójicamente, las mismas críticas que los grandes medios le hacían a Gustavo Petro.
La carta dice, por ejemplo: “La mediocridad del metro de su propuesta no ofrece dudas. Usted ha dicho que será aéreo, pero ello le provocaría un irreparable daño ambiental a la ciudad, dado que la Caracas y demás vías no poseen las dimensiones mínimas necesarias. Tampoco acierta en que en la Caracas tendrá “estaciones cada tres kilómetros, y no cada uno, como suele hacerse”. Y peor resulta que defienda las estaciones escasas aduciendo que son para que “la persona se baje al primer piso, y siga en Transmilenio”. Sería a mi juicio el peor metro del mundo, concebido como un alimentador de un sistema de buses.”
Y en otro aparte: “…Pero lo peor de su propuesta es que usted reconoce que “no hay ningún estudio que la sustente”, como tampoco lo tiene para tirar a la basura los diseños que su administración heredó de las anteriores alcaldías, los cuales costaron años de esfuerzos de los mejores especialistas nacionales y extranjeros. ¿Un asunto de tanta complejidad técnica, que tanto afectará a Bogotá por décadas y hasta siglos, decidido sin estudios, sin la precisión de las cifras ni los análisis en detalle? No. Así no debe ser”
No quedan dudas, estas palabras son las de alguien que habla con aguda autoridad, no por el solo hecho de hacer oposición (incluso muchas veces al interior de su propio partido y de la izquierda en general), las mismas palabras que desde el primer día de la administración Peñalosa vienen expresando otros líderes como el ex concejal Yezid García, principal defensor de las políticas de la Bogotá Humana en el cabildo distrital y el primero en hablar públicamente del interés de Peñalosa en construir un metro elevado en el sur y subterráneo en el norte, planteando el problema no explorado por la nueva administración en cuanto a la calidad del suelo en uno y otro sector de la ciudad, lo que le da la razón a los estudios existentes. Al igual que García, el nuevo concejal Hollman Morris, como abanderado del movimiento Progresistas, ha emprendido jornadas maratónicas sobre el tema metro, reuniéndose con expertos nacionales e internacionales, viajando a ciudades y países que ya cuentan con este sistema, hablando con familias que se verían afectadas y con la comunidad en general.
Esperemos que por el bien de Bogotá, esos liderazgos se unan en torno a puntos comunes en donde la ganadora sea la ciudad.
@Nevil_22