Muy pocos jugadores en Colombia imaginan ser despedidos en un estadio que lleva su nombre, y mucho menos frente a cientos de fanáticos, que, consternados, lamentan la pérdida de un ídolo, pero exaltan los triunfos y alegrías que los hizo vivir. Ese fue el caso de Roberto Meléndez, el delantero barranquillero que, aun cuando el fútbol ni siquiera estaba en planes de profesionalizarse en Colombia, se convirtió en el primer futbolista colombiano vendido al exterior y en una de las leyendas inmortales del Junior y de la selección.
Hoy recordamos, en su natalicio, al gran Roberto “El Flaco” Meléndez. Catalogado como el mejor jugador de fútbol colombiano del momento en su época. pic.twitter.com/jWEJJhx6wP
— Barranquilla 2018 (@Bquilla2018) March 31, 2018
Durante su época como futbolista, no solo demostró su valía dentro de los terrenos de juego, sino que se convirtió en un verdadero líder, dirigiendo al equipo tiburón y a la tricolor en algunos de los torneos más importantes de la época.
En sus más de 15 años como jugador amateur, supo hacerse con el reconocimiento al mejor jugador colombiano de la época y fue pionero en llevar a la selección Colombia a sus primeros torneos de Copa América, en Chile 1945 y Ecuador 1947.
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Roberto Meléndez, el niño que prefirió patear balones a tocar instrumentos
Roberto Meléndez Lara, como fue su nombre de pila, nació en Barranquilla el 31 de marzo de 1912, en una familia de origen español que era reconocida por su talento para la música. Se podría pensar que el ‘Flaco’, como fue apodado, también se iba a inclinar por la composición o el canto; pero demostrando gran habilidad para los deportes, desde muy joven se le vio jugando béisbol o fútbol en las calles polvorientas de la Puerta de Oro de Colombia, por lo que rápidamente vio en estas actividades un estilo de vida.
Su primer contacto con el balompié lo vivió en el colegio Biffi, donde empezó a llamar la atención por su increíble talento frente al arco rival y por resultar siendo goleador de los pequeños campeonatos que se realizaban en la institución.
Fue entonces cuando, con apenas 18 años, despertó el interés de algunos clubes amateurs que apenas estaban empezando a consolidarse en la región, y de la selección del Atlántico, que disputaba compromisos de gran importancia frente a las demás selecciones departamentales del país.
Su debut como futbolista se dio en 1930, en el equipo Juventud Junior (que años después se convertiría en el Junior de Barranquilla), y allí logró alzar el título nacional amateur de 1932 y eclipsar al que, para entonces, era un deporte que estaba lejos de lograr profesionalizarse en el país.
De la mano del equipo barranquillero, el ‘Flaco’ no solo se convirtió en el mejor jugador amateur del momento, sino que logró un hito que ningún otro jugador nacido en tierras cafeteras había logrado.
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El primer futbolista colombiano vendido al exterior
Después de que, con su ayuda, Juventud Junior se convirtiera en el rey del fútbol amateur en Colombia, Roberto Meléndez recibió la que es considerada la primera oferta de traspaso por un jugador cafetero en la historia.
En 1939, al delantero lo llamaron para irse a jugar a Cuba, lo que lo convirtió en el primer futbolista colombiano vendido al exterior. Y, aunque en los registros hay compatriotas que jugaron en el extranjero antes, como Alex Frigerio Payán, estos no fueron vendidos desde tierras cafeteras, como sí sucedió con él.
Fue así como el ‘Flaco’ emprendió entonces el reto de irse a jugar lejos de la tierra donde había cosechado sus más grandes triunfos y firmó con el Deportivo Centro Gallego, que para ese momento era el mejor club de fútbol de Cuba.
Allí llegó a ganar 50 dólares mensuales y, aunque no pudo estar por mucho tiempo, por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se puede decir que resultó campeón de la liga cubana ese año, pues hizo parte del equipo que la disputó en primer momento.
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— Juventud Junior 🔴⚪ (@Juventud_Junior) August 7, 2016
Roberto "Flaco" Melendez primer futbolista colombiano en el extranjero, jugó en Cuba pic.twitter.com/zGVcUz4amJ
Después de su paso por Centroamérica, Roberto Meléndez regresó a Barranquilla y volvió a ser jugador de Juventud Junior, equipo con el que siguió destrozando rivales y en el que se convirtió en un ídolo.
Además, también llegó a formar parte de la selección Colombia que, por ese entonces, era manejada por Adefútbol, con la cual disputó torneos como los Centroamericanos y las primeras Copas Américas, siendo no solo delantero del equipo, sino entrenador al mismo tiempo.
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El retiro y la leyenda con estadio propio
El retiro de Roberto Meléndez del fútbol se dio 1947, un año antes de que se inaugurara la liga profesional de fútbol en el país. Aun así, dirigió al Junior de Barranquilla en ese primer torneo y lo sacó subcampeón, superando a Millonarios, Nacional o América de Cali.
Después de eso siguió muy de cerca al balompié; pero prefirió dedicarse a su otra profesión, la de ser profesor de educación física en algunas de las instituciones más renombradas de Barranquilla.
Junior fue el primer subcampeón de Colombia (1948). Roberto "Flaco" Meléndez era el DT. pic.twitter.com/x2I0ewxsSl
— Carlos Bayona (@CarBay92) August 7, 2014
Fue tal su labor por el deporte en el país, que hasta el día de hoy, ya fallecido, es uno de los pocos futbolistas colombianos que tienen estadio propio, y no porque él lo haya construido, sino porque le pusieron su nombre a modo de reconocimiento.
El estadio de la selección, el Metropolitano de Barranquilla, empezó a llamarse Roberto Meléndez en 1991 por iniciativa del periodista Chelo de Castro, quien, cuando el fútbol aún no era el deporte que adornaba las portadas de los periódicos, tuvo el placer de verlo jugar en los potreros secos de la arenosa.
Roberto Meléndez partió de este mundo en el año 2000 y dejó un vacío muy importante para el Junior y para el fútbol colombiano. En su despedida, que se hizo en el estadio que lleva su nombre, el tumulto de fanáticos no escatimó en reconocimientos y hasta pidieron que lo enterraran en su nueva casa, en la cancha del tiburón y de la selección, pero no fue así.
Sin embargo, como si su energía impregnara ese espacio, allí se han vivido los momentos más importantes y felices del balompié nacional en el último tiempo.