Robarse la plata de la paz es equivalente a hacer la guerra. Pero aquí se roba y se echa tierra, se roba esta de la que ahora se sabe, como se roban billones de pesos de las regalías supuestamente destinados para mover la ciencia y tecnología, como se embolsillan la plata de la salud, la de las tecnologías, la de las vías, los puertos, las alimentaciones escolares, los mercados de la pandemia, los ladrillos de las escuelas, todo lo que esté al alcance, todo lo que tenga un montón de leyes y normas de control, todo cuanto represente una bolsa de dinero de la llamada “inversión social” que es como una papeleta de bazuco para un vicioso trasnochado.
No imperan ya en la ruleta rusa del presupuesto ni siquiera las “justas proporciones “ de las que hablaba Turbay Ayala, ni el concepto filosófico-humorístico de la “corrupción ínfima” del que dio cátedra el senador Rodrigo Lara respecto de los que desvalijaban plata de los mercados familiares durante el confinamiento de la pandemia; tampoco las síntesis de un alcalde que pedía coimas a contratistas diciéndoles “Lo bueno de ser alcalde es que uno puede hacerse rico, sin necesidad de matar a nadie”, o la de la esposa de un gobernador podrido en corrupción, que se quejaba porque los investigadores que ayudaban a su esposo para salvarlo en el proceso, les estaban pidiendo plata de una manera exagerada “como si su esposo fuera un narcotraficante”.
Y cada recurso, cada rubro, cada renglón en el infierno tecnicista tiene un manual de uso: leyes, reglamentaciones, manuales, instancias y escaños, etapa 1, etapa 5, OCAD (Órgano Colegiado de Administración y Decisión), auditoría, interventoría, Contraloría, Procuraduría, Agencia de Defensa del Estado, publicación en SECOP, Colombia Compra Eficiente, una amalgama tragicómica de ventanitas de planeación, decisión, control, seguimiento, indicadores, papeles amarillos y azules para envolver el dineral que los corruptos se guardan condenando a esta nación a la violencia, el resentimiento y el hambre.
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Toda esta plaga de corruptos funcionarios, con su séquito de abogados, con sus derechos torcidos al “debido proceso" no merecen nada, pero como están las cosas parece que seguirán teniéndolo todo
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Toda esta plaga de corruptos funcionarios, con su séquito de abogados, con sus derechos torcidos al “debido proceso”, con su planilla de jueces y magistrados pagados, con los empresarios, constructores y prohombres de empresa que les reconocen mordidas en función de hacer obras “para que la economía crezca”, no merecen nada, pero como están las cosas parece que seguirán teniéndolo todo.
Son yonquis, adictos al billete, la silicona y el arribismo, atracadores llevados a los que no les importa nada ni nadie, salvo el futuro de sus hijos, porque eso sí todos se escudan en que por los “hijos uno hace lo que sea”, igualito al asesino de una niña que recientemente se justificaba en que lo hizo para poderle comprar unos tenis a su hija.
Robarse un peso de la paz o un ladrillo para la escuela es lo mismo, solo lleva a más odio y guerra. Para esto no hay límites grandes ni chiquitos.
Todo haga esperar que el “perdón social” que se avecina no incluya a esta plaga, a los samueles morenos, que son un montón, que los hay condenados gozando libertad en casa, que los hay activos en el gobierno y en toda la estructura del poder público que en esto semeja una sangrienta casa de pique.
