Risaralda tiene una topografía con pisos térmicos variados, capa vegetal abundante, zonas de páramos y valles calurosos donde las cenizas volcánicas han llenado de nutrientes la geografía completa.
Adicional, por haber emergido en el neo-trópico tiene un especial régimen de lluvias. Sin embargo, la producción no es la mejor debido a ineficiencias en el riego; costos de insumos; poca tecnificación del monitoreo y agregación de valor en ganadería/agricultura por los altos costos de la tecnología entre otras.
Nuestros vecinos en Quindío tienen menos tierra cultivable, pero despacharon más de 30 mil toneladas de alimentos agrícolas en contraste con las casi 16 mil que despachó Risaralda de acuerdo con el Boletín Económico Regional del Banco de la República en primer trimestre de 2023: igual que en años anteriores.
Con este panorama, quiero introducir una oportunidad actual de tecnificación y aporte al sector agropecuario: las industrias 4.0 (llamada así porque tecnológicamente estaríamos viviendo una cuarta revolución industrial).
Esta ola de modernización fue concebida en Alemania y filosóficamente impulsa el uso articulado de tecnologías que han madurado desde inicios del 2000 con una enorme capacidad de impacto favorable sobre todos los renglones productivos; además, tiene la ventaja de ser accesible y fácilmente escalable.
Al igual que el “celular” que se volvió parte de nuestras vidas, las tecnologías de la industria 4.0 son de tal precio que todos podríamos tener acceso.
Algunas de ellas son:
a) Internet de las Cosas: existe toda una tecnología de comunicaciones especializada para que pequeños “chips” midan humedad, temperatura, elementos y nutrientes; y esta información puede ser enviada a la web para vigilar el estado de cultivos, nutrientes.
b) Drones: son elementos de navegación aérea autónoma o controlada útiles en las inspecciones de terrenos, vigilancia de plagas y hasta para el esparcimiento de nutrientes o monitoreo de cosecha, pues su bajo costo lo hace viable.
c) Inteligencia Artificial: si contamos con la información de los pequeños “chips” instalados, o con imágenes de cámaras de bajo costo es posible procesar la información para predecir catástrofes climáticas, estimar el peso de cada uno de los individuos en ganadería, detectar comportamientos asociados a enfermedades, y vigilar el ciclo de alimentación y desarrollo y en general para tomar decisiones de acción.
d) Impresión 3D: Esta tecnología permite que se pueda contar con piezas, repuestos, diseño de máquinas y herramientas especializadas para agregar valor y la robotización de la cadena productiva. Para algunos suena futurista e impensable, pero basta ver algunos de los desarrollos hechos en Cotopaxi en Ecuador, la cuenca desértica del Jordán en Israel hoy convertida en despensa agrícola además que ofrece una oportunidad a los jóvenes para acercarse al agro.
Desde la Facultad de Ingenierías de la Universidad Tecnológica de Pereira estamos impulsando la transferencia de conocimiento en estas herramientas, porque estamos convencidos que podemos impulsar el desarrollo productivo agrícola de nuestra amada Risaralda y porque lo venimos haciendo en otros sectores económicos. Aprovechemos esta maravillosa oportunidad.