En definitiva, muchos ciudadanos no entenderemos nunca las prioridades de nuestro actual alcalde Andrés Julián (Rionegro, Antioquia). Hace ya un tiempo considerable decidí que su pensamiento no me representa, pues de funcionario y de público no tiene absolutamente nada. Literalmente ha convertido el municipio en una ciudad subterránea, hueca y destartalada, que se desangra de cemento y rocas.
La empresa que se beneficia de los contratos procede de forma anónima en muchas de las intervenciones: llegan a los lugares, los abren, talan los árboles como partiendo paletas médicas, llenan todo de montañas de arena y vuelven a irse para regresar meses después o simplemente no regresar y cubrir todo con licras negras (supongo que esto último lo aprendieron de su titiritero estelar). Cierran las vías como se pueda, con ladrillos o telones improvisados, parecen un grupo de niños autistas jugando al Lego, pero de forma ilógica y completamente desconcentrados. Todos estos despropósitos los llevan a cabo sin ninguna consideración, sin importarles el caos vehicular que pueden ocasionar procediendo con esa arbitrariedad, perforan cuanta calle se deje, como si quisieran construir un túnel al inframundo.
Quisiera (como muchos otros con los podido hablar) saber si existe una forma de por lo menos hacer que la administración tome en cuenta las debidas garantías ambientales y reconsidere la urgencia que hay de que se terminen muchos de los contratos que han repartido como billetes del Monopoly; sobra decir que estos procesos afectan la productividad económica del municipio, y restan cien puntos de seriedad a la administración, pues al igual que el parque, que a estas alturas no está completamente terminado, muchos negocios de familia y locales empresariales dejan de producir sus ventas acostumbradas. Hay que mencionar también el grave daño a nuestra salud. Ya algunos habitantes de toda la vida dicen que no provoca salir a pasearse por las calles, ni abrir las ventanas, ni mucho menos vivir en Rionegro. Sé del caso de un barbero al que ahora hay que pedirle los cortes haciéndole señas en el espejo. La única arma para enfrentar este apocalipsis son un par de audífonos.
Quise adjuntar unas fotografías de una parada de buses que estoy seguro la gran mayoría de los residentes conocen o recuerdan, pues está ubicada medularmente en una de las vías arteriales que conducen al aeropuerto José María Cordova y a otros sitios de fundamental visita. Miren ustedes mismos la manera en que los ciudadanos han improvisado por completo el lugar, tablas clavadas como sillas y baldes que ofician como basuras, una isla de pantano decora los márgenes; mientras las construcciones surrealistas desangran todo el contorno. A esto se le llama incoherencia aquí y en la China (y como este hay muchas más ejemplos que se me escapan). No puede creer uno que no han sido capaces de ordenarla y dejarla decente, para que encaje con esa visión progresista de la que tanto se jacta el susodicho mandatario; hombre, un poco de atención a los pequeños detalles fáciles de solucionar, no había que abrir en pedazos esta tierra.
Algunos rionegreros en las calles insultan las volquetas, quejándose del espantoso ruido que producen en cada cuadra que uno se las encuentra y sin embargo Andrés Julián, según algunos medios, es uno de los mejores alcaldes de Colombia y el mejor que ha tenido Rionegro (inserte aquí una sonrisa o una carcajada). Creo con toda sinceridad que estamos en manos de un caprichoso niño que se divierte jugando al arquitecto. Ahí está otro horroroso caso del que dijo Uribe. Queda decir que ojalá estas barbaries nos ayuden a tomar conciencia para el año de elecciones que se aproxima. Reitero, están jugando con el territorio y vaya forma de divertirse. Un día el infante despertará creyéndose Napoleón y ahí si apague y vámonos.