El periodista José Manuel Acevedo escribe en El Tiempo del 12 de agosto una columna titulada ¡Es la seguridad!, en la que habla de la desconexión de los mandatarios frente a un tema que sigue siendo la prioridad de los colombianos. Dice Acevedo:
Probablemente usted, que lee esta columna, o algún familiar o amigo habrá sido robado en un semáforo, en una calle o en un medio de transporte público durante los últimos meses. Aun si no le ha pasado nada y un encuestador llegara a preguntarle si cree que la inseguridad ha aumentado en el último año, usted, que habrá visto las noticias diarias, responderá que sí; que siente que el fenómeno de la inseguridad se ha tomado la ciudad en donde vive, y dirá que es uno de los problemas que más le preocupan.
Y continúa así:
Razones no le faltan. El hurto ha aumentado en casi un 10 por ciento en toda Colombia: el de celulares ha crecido 30 por ciento y el de bicicletas, 35 por ciento. En Bogotá, como recordaba Gabriel Cifuentes en una reciente columna en este diario, se llevan a cabo “555 robos al día; ¡23 cada hora! Es decir, un hurto aproximadamente cada 3 minutos.
La seguridad siempre será algo que los colombianos pidamos, así nunca hayamos sabido en realidad lo que significa, pues nuestro país no ha vivido épocas de tranquilidad en sus doscientos años de vida republicana. La percepción, ese tema intangible pero que media la opinión de los seres humanos, si se une a la seguridad generalmente es negativa.
Para la muestra, el columnista también dice: “…suponga ahora que la pregunta es si cree que aquí, la gente se sigue matando igual que antes. La mayoría también respondería que sí, intuitivamente, solo que la realidad en estas materias va por otro lado: los homicidios han disminuido…”. Y tiene razón, las cifras lo ratifican, sin embargo este delito, aunque sea aquel que compromete la vida, no necesariamente es el que más preocupa al ciudadano de a pie, quien está más interesado en que no le roben el celular o la platica después de retirarla de un cajero.
Lo anterior es solo la excusa y el llamado a los periodistas como José Manuel para mirar un poco más a las regiones y a una ciudad intermedia como Rionegro (Antioquia), en la cual los logros en materia de seguridad en los últimos tres años y ocho meses son muy positivos y el reflejo de que cuando existe liderazgo, compromiso de la fuerza pública y conocimiento de la problemática, se pueden obtener resultados y hacer, realmente, que los ciudadanos se sientan más seguros.
Rionegro cerró el año 2015 con 50 homicidios. Al 31 de diciembre de 2018 se contabilizaron 24, un reducción del 52%. Siguen siendo muchos, pero la cifra demuestra que algo se hizo. En lo corrido de 2019, se han presentado 8 casos y si se compara con el mismo periodo de 2018, son 6 casos menos, es decir una reducción del 42,9%. Proteger la vida, una premisa que debe tener cada gobernante, en Rionegro es una realidad innegable.
Y la reducción también es innegable en otros delitos: el hurto a personas a la fecha presenta una disminución del 4%, el hurto a motos del 70%, las lesiones personales del 39%, los delitos sexuales del 35%, la violencia intrafamiliar del 10% (delito que antes no se visibilizaba).
El hurto a vehículos no presenta variación.
En cuanto al hurto a residencias, es el único delito con aumento, el 9%.
¿Cómo se logran unas cifras tan positivas? Como ya lo mencioné con liderazgo, compromiso de la fuerza pública y conocimiento de la problemática. Y, claro, con acciones:
- Cuidando los detalles. Desde 2016, funcionan en Rionegro las gerencias contra el delito. En ellas, se hace seguimiento diario a los hechos delictivos de más alto impacto (los que acabo de mencionar) y con un gerente (integrante de la fuerza pública o de la Fiscalía) se analizan los casos, la forma en que se dan, lugares, horarios, métodos y a partir de ese diagnóstico se toman decisiones operativas que permiten combatir el crimen de forma efectiva.
- Promoviendo el autocuidado. En 2015 había en la ciudad 7 frentes de seguridad, hoy existen 140 con más de siete mil personas que los integran. Conectados vía WhatsApp, con radios y alarmas comunitarias, son muchos ojos cuidando sus entornos y en constante comunicación con las autoridades.
- Invirtiendo en tecnología. El 31 de diciembre de 2015 había 32 cámaras de seguridad y no todas funcionaban. A la fecha se contabilizan 150 y al cerrar el año serán cerca de 200 de última generación, con reconocimiento facial y de placas.
- Construyendo infraestructura. Dos nuevos CAI y una subestación de Policía.
- Aplicando el Código de Policía. Gracias a los informes de policía judicial que dan cuenta de inmuebles utilizados para la venta, almacenamiento y/o consumo de estupefacientes, se procede a demolerlo. A la fecha son 16 derribados, lo que devuelve la tranquilidad a quienes habitan el sector.
- Iluminando la noche. Gracias a la reposición de la totalidad de luminarias por tecnología LED.
- Combatiendo el crimen frontalmente. En Rionegro delinquían tres estructuras criminales. A la fecha, todas están desarticuladas y ninguno de sus integrantes, los que no han sido capturados, delinque en el municipio.
Es muy claro, en Rionegro las cosas cambiaron. Hoy los ciudadanos están y se sienten más seguros. Claro, en este tema, paradójicamente, nada es seguro, porque evitar riñas, intolerancia o retaliación entre grupos delincuenciales no es sencillo para las autoridades, mucho más cuando el déficit de personal en la Policía es un inconveniente no solo de Rionegro sino del país.
