El gran contrasentido: los gobiernos municipales de Riohacha se tornaron impopulares en la medida que la elección se volvió popular. En otras palabras, los riohacheros desde hace treinta años han escogido, con raras excepciones, al candidato con todos los atributos para que se convierta en la persona con el índice de favorabilidad más bajo tan pronto se posesione, actúe y salga del palacio municipal. El último elegido se proyecta como de los más impopulares. Sus electores se arrepintieron y hasta los niños en las escuelas conocen su talante.
Antes de las elecciones populares para ser alcalde de Riohacha se buscaba una persona con una gran reputación y reconocimiento social. Buen ejemplo de esto lo representó la señora Ernestina Serrano (1970), toda una dama de respeto, muy noble. El dinero no era importante, sino más bien la preparación y también una vida correcta llena de buenos ejemplos para la ciudadanía. Cuando inició el voto popular, la política y las reglas de juego habían cambiado significativamente. Los estímulos y los referentes para el ciudadano de éxito se volvieron otros. La marimbería hizo que toda la sociedad saltara a otros modelos. Los profesionales, estudiantes y deportistas pasaron de ser los primeros a los últimos en la escala social.
Otro proceso que se dio al mismo tiempo fue el migratorio, impulsado por varias bonanzas: marimbera, Maicao y El Cerrejón, convirtiendo a Riohacha en un llamativo destino. Miles de personas llegaron de otros departamentos buscando mejores condiciones que la de extrema pobreza que sufrían en sus lugares de origen. El panorama y la correlación de fuerza en la ciudad cambiaron: muchos de los recién llegados, sin sentido de pertenencia sencillamente votaban y muchos aún votan por quien les resuelva el hambre del momento, desafortunadamente para todos.
La competencia por el voto no siempre es la compra en efectivo del mismo. Este lleva implícito otro tipo de costos: la movilización, el mercado que se regala, la comida que hay que dar, las camisetas que se deben entregar, entre otros. Esto se volvió insostenible para la tradición política, pero no para los mafiosos. Por eso empezaron a irrumpir candidaturas cada vez más adineradas y todo se trastocó. Los candidatos pasaron a ser, salvo excepciones, los familiares y amigos de los emergentes,independiente de su preparación o solvencia moral.
Antes del fenómeno señalado existían los partidos tradicionales como verdaderas organizaciones políticas y los grupos de izquierda mantenían el debate ideológico. La marimbería desapareció los partidos y olvidó las necesidades básicas de las comunidades. Desde ese entonces no son ideas en pugna lo que hace la diferencia. Son mafias unidas en torno a un presupuesto de campaña lo que suma o resta fuerzas hacia el poder. Cuando se alcanza, se maneja con la mentalidad de la "bonanza" que hay que aprovechar al máximo.
La calidad de vida de los riohacheros ha desmejorado, las necesidades básicas insatisfechas han aumentado. Si miramos atrás los problemas por resolver siguen siendo, fundamentalmente, los mismos de hace treinta años. El predominio de la inversión multimillonaria en las campañas para la alcaldía hace que esta sea manejada posteriormente como una propiedad, cumpliendo desde lo público compromisos privados, repartiendo a pedazos la administración. La solución de los problemas no es la prioridad para estos alcaldes
Esto genera una alta insatisfacción en todos los habitantes de Riohacha directamente proporcional a la impopularidad de los alcaldes. La población entera expresa una absoluta inconformidad ante el estado actual en el que se encuentra el “distrito”. Es urgente iniciar un proceso de reflexión ciudadana en torno a los problemas de la ciudad, para que no sea el dinero lo más importante y se escoja un alcalde que sea una verdadera reserva moral, sepa cuáles son los problemas de las comunidades y tenga la voluntad política para resolverlos.
