En la etapa final del Giro de Italia del 2014 Esteban Chaves sufría la pálida y perdía el campeonato por Nibali. Uran, en plena subida, pasó por el lado de él y siguió derecho. Un periodista del Espectador lo trató de segundón por este gesto, de egoísta, de mediocre porque estaba luchando por un séptimo lugar mientras Chaves quería el Giro. El periodista de El Espectador no sólo pecó de ignorante sino de mala leche: hacer un top 10 en una de las grandes vueltas es una hazaña con la que los ciclistas sueñan. Lo que pensaba el periodista era respaldado por un amplio sector del público colombiano.
Desde el 2014 las alergias se ciñeron contra Rigo. En el 2015 las cosas no funcionaron con el Ettix, el actual equipo de Fernando Gaviria, quien diseña sus estrategias de carrera para sus sprinters. En el Giro, donde partía como favorito, sufrió una caída en la primera semana a la que se sumó una sinusitis. Quedó 12 en la general a mas de 10 minutos del campeón Alberto Contador. Fue al Tour por cumplir, a media máquina, reventado como suelen quedar los pedalistas después de correr un Giro.
En el 2016 cambió de equipo. Se fue al Cannondale norteamericano. Un equipo que le apunta a los aventureros como Pierre Roland que se largan solos durante cientos de kilómetros esperando ganar etapas. Cannondale vio con buenos ojos el 7 lugar en la general en el Giro. El año lo cerró en un gran ritmo, fue podio en las dos clásicas finales. En diciembre entrenó todo el mes con un amigo cerquita de Urrao. Su preparación se centró en aumentar los umbrales del dolor hasta soportar lo intolerable. El objetivo era hacer un gran Tour de Francia. Ni él sabía que había vuelto.
Colombia se precia de amar mucho el ciclismo pero la gran mayoría no sabe ni siquiera como es el reglamento de una gran vuelta. En el Giro pasado me encontraba con muchos amigos que me preguntaban porque si Fernando Gaviria había ganado cuatro etapas estaba 130 en la clasificación general. Si, no tienen ni idea. Por eso creyeron que Rigo estaba acabado, que sus dos subcampeonatos en Italia y la medalla de plata en los Olímpicos de Londres eran una nimiedad. No saben que los ciclistas no son deportistas sino santos, mártires que tienen que seguir pedaleando a pesar de que estén a punto de desfallecer. Por eso Rigo no le va a sacar en cara este subcampeonato a nadie. De pronto esas personas que alguna vez lo juzgaron van a seguir diciendo que es un segundón, que no ha ganado nada. En mi niñez yo llenaba álbumes de Panini en donde la portada era el podio donde Fabio Parra fue 3 en el Tour de 1988. Era lo más grande que un deportista colombiano había hecho hasta ese momento.
Por eso hay que saborear este segundo lugar, y el puesto 12 de Nairo, y el 18 de Betancur. Durante años soñábamos con terminar si quiera el Tour, con participar. Ahora estamos cada vez más cerca de lograr lo impensable. Denle un año más a Nairo, en el 2018 vendrá con todo, esperen que Rigo, a los 31, salga el próximo año con más aspiración. Esperen que Cháves se recupere de la tendinitis. Denle un par de años a Miguel Ángel López, a Egan Bernal. Tenemos campeones para rato.
Hoy es uno de esos raros días en los que me siento orgulloso de ser colombiano. Todo gracias a un vendedor de chance que tuvo que ver como los paras mataban a su papá cuando tenía 14 años. Gracias Rigo, gracias por todo y perdón por la ignorancia de tantos.