Riesgos, ventajas y desventajas de enfrentar a los grandes

Riesgos, ventajas y desventajas de enfrentar a los grandes

Con sus nuevas medidas Portugal los desafió. Además, tuvo una ventaja estratégica que todavía no hemos aprendido a copiar: sus oligarquías no se acobardaron

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
julio 31, 2018
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Riesgos, ventajas y desventajas de enfrentar a los grandes
Foto: François Philipp - CC BY 2.0

Cuando en su momento Vietnam enfrentó a los Estados Unidos la gran potencia militar del mundo, destructora en átomos volando de Hiroshima y Nagasaki, imponiendo un terror de estado jamás visto, todo el mundo creyó que era pan comido o, más criollamente, pelea de tigre con burro amarrado. Sin embargo, Vietnam acababa de derrotar a los franceses en la épica batalla de Diem Bien Phu, tenían un ejército y su partido comunista creciendo, sus oligarquías plegadas al enemigo, acobardadas; y además tenían dirigentes que tras muchas batallas dieron la talla como Ho Chi Minh y guerreros ingeniosos y recursivos como Ngo Nguyen Giap. Pero, aun así, ¿quién daba cinco centavos por ellos?

En un análisis certero concluyeron que ellos eran demasiado pequeños y el imperialismo yanqui, como solía decírsele entonces sin rubor ni terciopelo, demasiado grande. Fin de la discusión. Ese fue todo el conocimiento que pudieron exprimir. Plantearon una conmoción increíble y demoledora: volver a Estados Unidos su propio enemigo; echarle encima la conciencia de los otros pueblos del mundo. No sería por ello una guerra estrictamente moral, la suya sería una guerra de resistencia al agresor mientras a éste, de pies de barro, se le derrumbaban sus patas. Durante esa resiliencia espectacular aprendieron a robarle otras armas al enemigo y eso los hizo más grandes, aunque jamás suficiente. La grandeza militar de Estados Unidos también creció pues su ciencia militar se puso al servicio de esa opresión; pero mientras más crecían —si es que era posible— más pequeños se volvían a los ojos de la estrategia vietnamita. Mientras más crecía la potencia de sus armas más desvalidos se sentían sus soldados —enfrentando a un ejército de supuestos enanos— dando la vida por algo que nunca jamás entendieron.

Eso, contado hoy luce aséptico, lúcido y hasta poético: no hay tal, fue una cruzada de gigantescos sufrimientos y esforzados heroísmos. Una gota de napalm hirviendo y carcomiéndote la piel mientras hiedes a cacho quemado no sería suficiente para horadarte, ni horadó el país.

Hoy estoy leyendo en el boletín diario que me llega gratis del New York Times la siguiente noticia: Portugal eliminó las medidas de austeridad… y comenzó a crecer.

Y a renglón seguido como si fuera el story line de una película de terror dice: “El gobierno luso dejó de aplicar las medidas impuestas por acreedores y, el año pasado, registró cifras récord de crecimiento; ha desafiado así a quienes insisten que la respuesta al rumbo económico de Europa poscrisis depende de una política económica de frugalidad”.

¿Estaba Portugal mejor armado que Vietnam para enfrentar los fuertes oleajes, la enorme marejada que había traído a sus costas la mayor crisis económica del mundo? Obviamente, se dirá y debe aceptarse, la naturaleza de esta guerra es distinta. No se usa napalm. Pero todo esto debe sazonarse con el respectivo contexto geopolítico.

¿Cuál es el sentido de todas las guerras? Bueno, no hay un sentido único. Aunque sea por simple comparación, Gilles Deleuze analiza en su Lógica del Sentido treinta y cuatro series distintas de su expresión. Muchas de ellas se centran en lo que el lenguaje te hace decir y allí radica una parte. Antes pudo haber sido robarte el territorio; pero un teórico connotado, maestro de la economía política del mundo, Karl Polanyi, ha logrado concretar el asunto de la siguiente manera: las guerras por el territorio hoy son guerras comerciales. La socialización del comercio —una abstracción monstruosa— socializó las guerras, es decir, se disimularon. Si antes se rapaban a tus hermosas mujeres, qué bello simbolismo, hoy te las compran. En nuestro medio, refiere Orlando Fals Borda en Historia Doble de la Costa, las tribus chimilas tenían a monte a las tribus zenúes pacifistas, se les robaban las mujeres. Prueba de ello: en las tribus chimilas había dos lenguas; una que hablaban los varones y otra las hembras; y algunos pueblos zenúes eran exclusivamente homosexuales. Modernamente, no hay sino que leer a Alberto Moravia en La romana para detectar estas singularidades abyectas de la llegada de los ejércitos gringos a Italia para liberarla del yugo fascista. Y qué se dice de Colombia hoy: bastan unas vacaciones a Cartagena, para ver cómo funciona el muy suculento y oprobioso mercado de trata de carnes.

Entonces Portugal desafió a los grandes del mundo.

“El caso de Portugal demuestra que, si se exageran las medidas de austeridad, terminan por agravar la recesión y crean un círculo vicioso”, enfatizó el primer ministro António Costa en una entrevista. “Diseñamos otra opción para remplazar la austeridad, con metas como un mayor crecimiento y más y mejores empleos”.

¿Es el diseño de esta osadía del tamaño de la vietnamita? ¿Dónde está el enemigo gigantesco y dónde el desguarnecido enano? Bueno, el enano todavía es enano: “No hemos pasado aún del lado oscuro de la Luna al lado iluminado”, señaló el primer ministro. “Todavía hay mucho por hacer”. Y dónde está el gigante que todavía crece: “su enorme deuda, que todavía es una de las mayores de la eurozona. Los bancos portugueses tienen en sus carteras innumerables préstamos incobrables originados en la crisis anterior y el país todavía es vulnerable a trastornos del mercado financiero derivados de problemas en la cercana Italia”. ¿Algo de esto iguala al napalm en ferocidad guerrera? Singulares heroísmos se fraguaron en los combates cuerpo a cuerpo.

Debe cavilarse bien antes de leer lo siguiente pues hubo otra inolvidable batalla en Grecia casi por las mismas causas:

“El gobierno aumentó los salarios del sector público, el salario mínimo y las pensiones, e incluso volvió a fijar los días de vacaciones a la cantidad que se otorgaba antes del rescate, a pesar de las objeciones de acreedores como Alemania y el Fondo Monetario Internacional. Entre los incentivos para estimular a las empresas, otorgó subsidios de desarrollo, créditos fiscales y financiamiento para empresas pequeñas y medianas”.

Es absolutamente obvio que mediaba una alianza estratégica de singulares proporciones para acometer semejantes empeños. Una alianza entre la burguesía y sus clases trabajadoras para salvar el país. ¡No hay de otra! Y cualquiera se pregunta instantáneamente, con la velocidad del rayo: si eso lo pudo hacer Portugal en crisis, ¿por qué no lo puede hacer cualquier otro país, digamos Colombia, cuando no hay crisis? La respuesta es estupefactamente simple: nadie es capaz de plantear en Colombia una alianza entre su burguesía, o su oligarquía, y las clases trabajadoras. Prefieren tenerlas de enemigas.

La lectura parece fácil, pero no lo es. Ocurrió que la crisis volvió enana a la oligarquía lusa. Se dieron cuenta que todos eran enanos y la crisis el verdadero gigante de la deuda ¿imperialista? Tuvieron una ventaja estratégica que todavía no hemos aprendido a copiar: sus oligarquías no se acobardaron. Pero, ¿hay algo más enano que la oligarquía colombiana?

“Costa formó una alianza inusual con partidos de ideología comunista y de izquierda radical, que no habían accedido al poder desde el fin de la dictadura en Portugal en 1974. Se unieron con el propósito de eliminar gradualmente las medidas de austeridad, pero sin caer en un desbalance contable para evitar contravenir las normas de la eurozona”.

La desventaja impajaritablemente cierta de nuestro pueblo, Colombia en particular, es contar con una oligarquía cobarde, postrada ante los supuestamente poderosos que, lo demostró Vietnam heroico, son ídolos con pies de barro; que odia a su pueblo en vez de aliarse con él, matona de humildes.

¡Prefieren matar e ir a la guerra en vez de amar a su pueblo! Pero, eso sí, ¡no tienen rodillas suficientes para postrarse!

Nota. El Boletín del New York Times es gratis y puede recibirlo y leerlo quien se suscriba vía web. El artículo mencionado se intitula: Portugal eliminó las medidas de austeridad…y empezó a crecer.

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