Es bien sabido por muchos que la flor se ha convertido en un eslabón importante en la economía de la regional del Oriente de Antioquia e inclusive del país, pues representa el cuarto producto más vendido con el 3,9% del total de las exportaciones nacionales, a su vez esta es la segunda actividad agrícola de mayor importancia después del café y representa alrededor del 4% del PIB agrícola.
Además, también es bien sabido que durante los últimos 7 u 8 años ha sido evidente el crecimiento que se ha dado en los cultivos de flores en el Oriente Antioqueño, principalmente especies como la Hortensia, Aster, Solidago y Crisantemos. Estas son las más cultivadas debido a la adecuada oferta agroclimática de la región para estos cultivos. La gran mayoría de esta flor tiene como destino los mercados internacionales, Estados Unidos, Canadá, Chile, Japón, distintos países de la comunidad Europea y del mundo.
¡Todo esto está en alto riesgo en estos momentos! La producción exacerbada de flor sin los controles respectivos y una buena asistencia técnica por parte de las autoridades municipales y regionales está conllevando a que los campesinos estén produciendo flor a la topa tolondra, sin los controles fitosanitarios pertinentes y sin tener presente la calidad y sanidad que les permitan tener un producto excelente. Lo que ha permitido por ende en los últimos meses que se hayan incrementado las interceptaciones de cargamentos de flor con plagas y enfermedades cuarentenarias que están a punto de generar un veto para algunas fincas productoras de flor y de seguir así « indican los expertos» ello puede conllevar a un veto para toda una región e inclusive para todo el país cerrando la comercialización de este producto agrícola tan importante para la economía Nacional. Por si fuera poco no están contabilizando nuestros campesinos, los costos de producción lo que los está haciendo en estos momentos muy ineficientes y las rentabilidades sean mínimas.
Cabe tener presente que los cultivos de flores tienen ciertas condiciones particulares con respecto a otros cultivos que obligan a cuidados y complejidades adicionales, entre estas, este es un cultivo de exportación en fresco, ello nos quiere decir que cuando la flor se exporta está viva; tiene fines estéticos y las labores son muy artesanales lo que implica alto uso de mano de obra. El hecho de que sea agrícola y de exportación implica que sea susceptible a barreras fitosanitarias, es decir, debe llegar a los puertos y países destinos sin plagas ni enfermedades de tipo cuarentenaria.
Una plaga cuarentenaria es la que se supone nosotros tenemos en nuestro país y que no está en el país destino de la flor, cada nación cuenta con sus autoridades fitosanitarias, en el caso de Colombia es el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario), en el caso de los Estados Unidos es el APHIS y así cada país tiene sus instituciones que cuentan con inspectores en los principales puertos de entrada a los países que todo el tiempo están revisando cargamentos y verificando que estén limpios de plagas. En caso de encontrar alguna plaga se suspende la entrada del despacho al país y se procede con fumigación de la carga, devolución al país de origen o destrucción. Adicionalmente, la comercializadora y el producto entran en el listado y estadísticas de las autoridades fitosanitarias hasta convertirse en comercializadoras y cultivos de alto riesgo que serán inspeccionadas con mucha mayor frecuencia aumentando la probabilidad de hallazgos.
El tema de las interceptaciones se constituye en una seria amenaza para el negocio de las flores ya que puede acarrear sanciones a la comercializadora, al cultivo o producto, a la región y en determinado momento hasta al país. Estas sanciones principalmente se relacionan con suspensión de los envíos de flor, afectando seriamente nuestro negocio como productores. Otro de los problemas que esto acarrea son las pérdidas por deterioro de la flor después de la fumigación a la que son sometidas o el incumplimiento al nuestra flor no poder llegar a su destino debido a devoluciones o destrucciones.
Es urgente y necesario el trabajo comprometido de todos los involucrados en el negocio de las flores para que se reduzcan estas interceptaciones, esto implica unas prácticas de Manejo Integrado de Plagas (MIP) rigurosas y efectivas que permitan desde campo reducir las plagas a las poblaciones mínimas sugeridas por las autoridades fitosanitarias y de esta manera poder seguir manteniendo nuestra posibilidad de venta en distintos países del mundo y que nuestros clientes puedan disfrutar de nuestras flores y que esta agroindustria siga haciendo ese gran aporte a la economía del país y la región.