Acá siempre nos hemos creído muy graciosos. Todos tenemos un tío que borracho en las reuniones familiares le da por contar chistes. Casi todos los relatos tienen un común denominador: son machistas, homofóbicos, sexistas. Si, el humor nos revela tal y como somos: una partida de trogloditas. Los shows que ha subido Netflix este año de Alejandro Riaño, Antonio Sanint, revela una pobreza temática pasmosa. Además de no ser gracioso, de la sobreactuación, de no tener un hilo conductor, hay algo que irrita más: ese maldito humor gomelo, excluyente. El humor que busca burlarse del man que vive en Bosa, del habladito gamín, de la loca de barrio. Un humor tipo parque de la 93.
Yo no voy a decir acá la obviedad de que nuestros humoristas están muy lejos de Jerry Seindfeld o de Louis C.K, genios absolutos. Lo triste es que estos tres payasitos están lejos hasta de Andrés López. Con lo horrendo que se haya puesto el humor de López al menos tenía un hilo conductor. Nadie puede desmeritar lo gracioso que puede ser La pelota de letras. Hace diez años nos moríamos de risa. Era un fenómeno. Ahora todos los que vemos los shows de los tres en Netflix nos damos cuenta de que si estos son nuestros tres más grandes comediantes, tenemos que aceptar que no tenemos sentido del humor.
Acá pensamos que las series gringas no son chistosas. Somos tan brutos que no entendemos la ironía de series como Insecure, The big bang theory, Will and Grace o Veep. Nos queda grande. Mire, con lo que disfrutamos en su momento Romeo y buseta, Don Chinche o Dejémonos de vainas, vuélvanlo a ver y comprueben que han envejecido dramáticamente. Incluso miren ahora Sábados felices y verán que solo los mayores de cincuenta años pueden encontrar gracioso el bodrio ese. Miren Colombia Ríe, el patético intento de RCN por hacer un reality de comediantes. Es horroroso. Un humor viejo, ramplón, inculto.
No hay género más difícil que la comedia. Hacer reír es una hazaña. Solo los mejores escritores son capaces de hacerlo. Para escribir hay que leer y lo que pasa con estos comediantes es que no leen, no saben de qué va la cosa, no escriben sus propios textos. Parecen sacados de barcitos de la 93 en donde hacen reir a sus amigos del Gimnasio Moderno y levantan a punta de verbo a niñitas bien.
Por más de que creamos que los gringos se ríen de bobadas, nosotros somos los que no tenemos gracia de nada. Que pena con Latinoamerica que vean estas porquerías de show. Van a creer –con razón- que acá no sabemos de humor, que lo único que nos quedan bien son las malditas telenovelas
