Reyezuelos pedagógicos: los rectores faraones en los colegios colombianos

Reyezuelos pedagógicos: los rectores faraones en los colegios colombianos

“Al final del año nos vemos en la evaluación y/o recuerde que usted debe ser evaluado, no se le olvide que usted come por mí”

Por: EDWIN TOVAR BRIÑEZ
marzo 10, 2022
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Reyezuelos pedagógicos: los rectores faraones en los colegios colombianos
Foto: Pixabay

Juliana me llamó a eso de las 2 de la tarde, en su voz se sentía angustia, mezclada con miedo y sin lugar a dudas estaba asustada, casi con llanto me manifestó que el rector del colegio donde tenía un nombramiento en provisionalidad la había citado a su oficina y la increpó con términos desobligantes porque la elección del personero no había sido la que él quería, ella con los mejores argumentos posibles le recordó que esa decisión era de los estudiantes, ante esto el atino a decir

“Usted es pendeja, no ve que aquí el que mando soy yo, haga su trabajo o paso la queja a secretaria de educación, no necesito a personas incompetentes, me cambia esos resultados, ese chino no puede ganar”.

En mis años como docente no solo pude escuchar relatos de este tipo, en una ocasión tuve que vivirlo en carne propia y ver como colegas salían destrozados, humillados y minimizados del despacho de un rector que se creía que por tener doctorado todas sus reflexiones eran la verdad absoluta del magisterio, pero lo que quizás me causaba sorpresa era el grado de sumisión y temor al que habían llegado estos docentes que no se atrevían a levantar la mínima voz de protesta.

Años más adelante en la realización de mi tesis posgradual descubrí que el miedo que muchos maestros sienten sobre todo los que están adscritos al decreto ley 1278 de 2002, parte del poder que dicho estatuto les brinda a este tipo de rectores, puntualmente en el aspecto de la evaluación docente, la cual es usada como un arma de poder, escuchar frases de boca de estos reyezuelos como

“Al final del año nos vemos en la evaluación y/o recuerde que usted debe ser evaluado, no se le olvide que usted come por mí”.

Pueden sonar para un grupo de lectores increíble y más aún que las expresiones anteriores sean pronunciadas por un dirigente pedagógico, sin embargo, tristemente para la mayoría de maestros estas frases resuenan de manera cotidiana ya sea por vivencia personal o por el relato de algún otro compañero que trabaja en el colegio de al lado.

El problema de estos rectores que como lo faraones del antiguo Egipto se creen la rencarnación de los dioses del Nilo, en este caso los dioses de la pedagogía terminan al final comportándose al más vulgar estilo de reyezuelos de opereta precisamente por el “poder” que el estatuto docente les brinda y la manera en que lo usan para someter a los educadores que posean una posición divergente al discurso personal, que muchas veces se convierte en institucional y al cual todos deben someterse.

Pero quizás lo más grave de este tipo de situaciones es la ausencia de contrapesos frente a una narrativa hegemónica y actuaciones dictatoriales en las instituciones educativas , si bien la ley general de educación y el decreto único reglamentario del sector educativo hacen énfasis en la sacro santa autoridad del consejo directivo, en muchos casos este consejo se convierte en un órgano informativo donde el rector trae todo listo para ser aprobado, nada se discute, solo se firma y punto final, esto ocurre por la misma razón expuesta en líneas anteriores: el miedo a la evaluación de desempeño anual.

En un país con una tasa de desempleo que ronda casi el 20 %, obtener un trabajo “fijo” con el estado colombiano es considerado por muchos docentes como una bendición que le permitirá colocar en la mesa de su casa el pan para sus hijos, por eso pensar en arriesgarse en perder su estabilidad no es una opción a considerar, prefieren el sometimiento antes que entrar en el riesgo de arriesgar el “bocado de comida”.

Relatos como “Yo prefiero que me diga lo que quiera, que me trate como sea, yo aguanto porque tengo hijos” son muestra de un profesional que es obligado a callar y obedecer, a convertirse en parte del comité de aplausos de los rectores o cargar con las consecuencias, ahora bien no todo es tan negro como lo estoy referenciando , existen casos de lideres educativos que abren las puertas y las ventanas de sus instituciones, que consultan con sus maestros cuales son las mejores medidas a tomar, que crean un verdadero tejido comunal donde todos pueden opinar de manera libre , sin represalias y logran de esa manera consolidar organización más fuertes, pluralistas y democráticas, pero como los cóndores son especies en extinción.

Nos queda la pregunta de sentido , sobre el ¿qué hacer?, considero que deben existir tres rutas para asumir acciones frente a este tipo de actuaciones, la primera la necesaria formación y cualificación sindical por parte de los educadores, es necesario que cada educador conozca los límites y alcances de la profesión docente, en segundo lugar una sólida capacitación en normatividad, legislación y jurisprudencia en educación por medio del estudio de casos, es decir no solo saber la ley, si no saber cómo aplicarla en un determinado contexto, y el tercero y no menos importante el desarrollo de pensamiento crítico, un pensamiento que esté ligado a no normalizar prácticas y acciones que al final damos sentadas como comunes, quizás este tercer ítem sea el más importante, desarrollar pensamiento crítico puede convertirse en un reto cuando los maestros han sido enajenados en proporciones abismales, pero el reto debe asumirse

Quiero terminar con una reflexión final, invitando al lector a meditar en ella, y tiene relación con los estudiantes: me pregunto si un profesor al cual le han arrebatado su espíritu crítico, su voz en alza, su libertad de pensamiento emancipatorio, podría transmitir en el aula más allá de un saber epistémicamente valido pero carente de espíritu y sentido, un saber por decirlo así muerto, ¿cómo un educador puede hablar del uranio y su impacto en la sociedad moderna, pero deja de lado la lucha por el reconocimiento de Marie Curie en una sociedad machista y patriarcal?, o ¿la no-violencia de Gandhi pero a la vez el es sometido a una violencia en su puesto de trabajo?

¿Puede un educador enseñar desde lo cual fue despojado? Pero sobre todo ¿Qué tipo de niño, joven y adolescente está forjando cuando el fuego de su espíritu pedagógico ahora bien puede parecer una extensa tundra siberiana?

El debate no termina, pero el llamado es uno solo…maestros libérense, recuerden que los gloriosos faraones de antaño, hoy solo son momias que reposan en museos o bajo las cálidas arenas del desierto del Sahara.

*Catedrático Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Facultad Seccional Sogamoso

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