El 24 de diciembre de 1822 ocurrió una matanza de mujeres, ancianos y niños en la entonces Villaviciosa de la Concepción o Provincia de Hatunllacta, conocida hoy como San Juan de Pasto. El Batallón de Rifles, compuesto por irlandeses al mando de Antonio José de Sucre, en cumplimiento de órdenes directas del caraqueño Simón Bolívar, invadió la ciudad. Sin respeto alguno por los templos y conventos en donde se refugiaron las mujeres, procedió a violarlas. También, asesinó ancianos y niños, porque debía hacerse realidad aquello de la guerra a muerte en contra de la "raza maldita de los pastusos", como nos había calificado el denominado libertador.
El bicentenario de la navidad negra fue conmemorado por la sociedad civil con diversos actos, organizados por grupos de historiadores, periodistas, gestores de derechos humanos y artistas. Brillaron por su ausencia las autoridades municipales y departamentales, ya que, como siempre, nuestra "burrocracia" no está a la altura del momento histórico ni de las aspiraciones comunitarias. En fin, dejémosles que disfruten de las mieles de sus cargos. Son simples aves de paso que en nada contribuyen ni aportan. Y claro que una parte de la ciudadanía electora tiene la culpa por haber elegido mal. Nos falta mucha cultura política y conciencia ciudadana.
Nuestro aporte, el cual ha sido muy comentado y se ha hecho muy conocido, es un documento titulado La carta al rey, consistente en una misiva ciudadana de los descendientes de aquellos antiguos pastusos que prefirieron ser desterrados o perder su vida antes de traicionar su modo de vida y a la corona española, la cual está dirigida a su majestad Felipe VI y dice así:
En San Juan de Pasto, antigua Villaviciosa de la Concepción o de la Provincia de Hatunllacta, hoy 24 de diciembre de 2022, los abajo firmantes nos tomamos el atrevimiento de dirigirnos a su majestad con motivo de conmemorarse el bicentenario de la Navidad negra, acontecimiento aciago que marcó la historia de la independencia en Colombia, y que significó la muerte de entre setecientos a mil habitantes de Pasto, entre mujeres, ancianos y niños, quienes, a pesar de integrar la sociedad civil, fueron masacrados por el Batallón Rifles bajo el mando de Antonio José de Sucre, cumpliendo órdenes directas del caraqueño Simón Bolívar, quien en varias de sus Cartas se había referido a nosotros como “la raza maldita de los pastusos a la que hay que exterminar” declarando la guerra a muerte, todo como retaliación por haber perdido la Batalla de Bomboná o de Cariaco, ocurrida meses antes.
El 24 de diciembre de 1822, conocido por nuestros historiadores como la noche de los rifles, la Navidad negra o el diciembre sangriento, constituye un hecho imborrable para la memoria de nosotros, los descendientes de los heroicos pastusos que prefirieron ofrendar su vida, o ser desterrados de su tierra, antes de traicionar la lealtad a la corona española, quien siempre dio gestos de estabilidad y buen gobierno en nuestra comarca, al punto que las ideas libertarias nunca tuvieron cabida en la región, máxime que como se recuerda, en ocasiones anteriores resultaron fallidas las invasiones a Pasto, protagonizadas primero por el caleño Caicedo y Cuero, y luego por Antonio Nariño en 1814, cuando el pueblo pastuso luego de derrotarlo militarmente, con un ejército de milicianos compuesto de mujeres e indígenas con la Virgen de Las Mercedes al mando fuera capturado y se le perdonó la vida, habiendo permanecido varios meses en la ciudad antes de ser trasladado a Cádiz.
Su gesto de no ponerse de pie ante la entrada de la espada de Bolívar en la posesión de Gustavo Petro Urrego como presidente de Colombia fue muy aplaudido en nuestra ciudad y comprendemos su simbolismo. Es por ello que no queremos que el bicentenario de esta fecha, que constituye una mácula en la historia de Colombia, pase desapercibido para las autoridades municipales, departamentales y nacionales en nuestro país, sino que, por el contrario, contando con vuestra gracia y sus funciones constitucionales como “jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica” le solicitamos estudiar la posibilidad de gestionar un convenio internacional de fraternidad histórica, económica y social del Reino de España con la ciudad de Pasto, antigua Villaviciosa de la Concepción, a través de las cancillerías de España y de Colombia, el cual se materializará por intermedio de las respectivas embajadas, en los siguientes campos sugeridos:
(i) La investigación histórica conjunta entre España y Colombia sobre los sucesos de la Navidad negra.
(ii) Un programa de intercambios académicos y de investigación entre universidades de España y universidades de Pasto, a nivel de posgrados.
(iii) La financiación del gobierno de España y de cooperación internacional española de proyectos de inversión social, ejecutados por ONG locales, en los campos de: (a) la agroindustria, con énfasis en la exportación de frutas a España cumpliendo requisitos fitosanitarios; (b) el fomento a proyectos productivos para reinsertados, población víctima del conflicto y mujeres cabeza de familia; y (c) la internacionalización del Aeropuerto San Luis.
(iv) La inversión de empresas españolas en Pasto, instalando sedes de las mismas en la ciudad.
Esto como un gesto de reconocimiento histórico de España hacia Pasto, la única comarca de América que siguió siendo fiel al rey hasta la muerte.
Confiando en su respuesta favorable, nos suscribimos de su majestad y esperamos que vuestra gracia nos honre con su presencia en nuestra ciudad en una fecha cercana.
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