Revolución populista como agravante social

Revolución populista como agravante social

"En el marco de la lucha por el poder, como parte del juego de las conveniencias, muchas veces los movimientos de liberación se convierten en instrumentos manipulados"

Por: Ruben Dario Alomia
mayo 12, 2017
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Revolución populista como agravante social

 

Las conveniencias personales o sectoriales que representan el juego de intereses en cualquier cometido se coloca como el primer determinante obstructivo para el quehacer mancomunado universal. Las negligencias en el marco filosófico del meimportauncarajismo por la otredad es la segunda y ocurre por la indiferencia o insensibilidad de un sector social  que ostenta ciertas banderas de justicia pero a su vez tiene ciertos privilegios y comodidades que le impiden actuar con denuedo en su consecución. La ignorancia del no saber bien ni el qué o ni el cómo establecer un modelo que reemplace  al modelo previo bien por deficiencias propias de lo nuevo o por su mala implantación es la que hace trastabillar incluso a un poder popular representativo, y es la tercera. Urge la necesidad entonces de un cambio social profundo y bien elucubrado porque en cuanto las presiones disminuyen mea culpa la disfuncionalidad política de una partido socialista caotizado y desorientado, la derecha decimonónica hace su agosto con todavía la vetusta creencia de que pagando lo menos es que siempre se gana lo más, y que esto a su vez le representa su debilidad futura, de allí el vaivén histórico. La izquierda humanista Petrolizada por la esperanza de un líder de envergadura y despetrolizada que presupueste con precios medios  y no con los topes, no puede darse el lujo de fracasar porque aún la historia en Colombia  tiene un movimiento pendular y no es con la perpetuación del poder como reclaman algunos líderes lo que ratifica lo conseguido sino con la institucionalización de los logros en derecho y con una efectiva y afectiva democracia que los arraigue  y evite el retroceso a merced de un líder tan carismático como engañoso que borre de un plumazo lo avanzado socialmente.

En el marco de la lucha por el poder, como parte del juego de las conveniencias, muchas veces los movimientos de liberación se convierten en instrumentos manipulados por pseudo líderes dizque revolucionarios, o por sesudos lideres cargados de un intelectualismo visceral prestos a la rigidez o al dogma político que les impide ver por fuera de su marco preestablecido. Estos últimos se delatan cuando despachan con epítetos peyorativos cualquier tenue disidencia alusivos a la traición, al vendepatrismo, a la lacayeria y a todo aquel estiercolero retórico de una izquierda pronta  a atacar con lo mismo que condena en sus enemigos. Parece que el ansia de dominio se esconde  más allá de los beneficios de la riqueza, o del servicio, es así como  un vicio vitalicio que hasta el amor y la nobleza, y cualquier otra positiva condición, incluso dentro de la concepción liberadora,  se convierten en armas de conquista por claques con una efectiva cultura de ganga sea de izquierda o derecha como gregarias aves de rapiña. Toda efervescencia política a favor de la justicia corre el peligro de que termine siendo al momento de su triunfo solo un cambio de dueño, o un quítate tu pa’ponerme yo,  sin saber luego quien resulta peor si el que se fue o le que llegó. La paradoja se evidencia y se colma con aquellos que con mayor fervor  e intrepidez lucharon por liberarse de yugos y restricciones, y que al lograr  su triunfo, son más certeros y rastreros usando yugos y restrinjos que sus predecesores. Movimientos justicieros que muchas veces resultaron mejor en la oposición que en el poder porque presionaron a la élite vigente a conceder, pero que al final menguan su ímpetu cuando logran ese ansiado afán de dominio, o cuando ya nadie hace eco de sus proclamas. Esta parece ser mejor la función de la izquierda en la que se le delata su objetivo último que es la hegemonía política en la que la justicia o algunos aciertos sociales dejan de ser un fin para convertirse en medios de estos siniestros afanes.  Que tales cuando logran el acceso al gobierno lo califican de revolucionario y que seria mas bien rebobinarios porque reciclan lo mismo de la naturaleza usurpativa con una carga negativa todavía mayor.

El regreso a las miserias de otrora ya no se dan por salarios mínimos bajos aunque continúen siendo parte del problema. La barbarie se disfraza para recobrar poder y privilegios con las deudas onerosas que hipotecan la dignidad, las enfermedades recurrentes que atan los ingresos de por vida, las ayudas condicionadas a fines electorales, los préstamos atávicos que encausan el consumo, las guerras rebuscadas para reposicionar poder, las manipulaciones mediáticas que desproporcionan el consumerismo, las jornadas a tiempo parcial como una forma in directa de bajar salarios y beneficios laborales, la educación limitada y manipulada en un pernicioso marco clasista, y otros tantos mas factores que expolian el menguado ingreso y la aguada o diluida conciencia de los trabajadores colombianos, responde a una ya más cualificada inercia de concentrar la riqueza nacional en unos pocos…y contra eso debe haber toda la unidad posible. Hay donde apuntar y hay donde apuntalar un modelo social verdaderamente liberador que cuando la maldad política  se recrece, gracias a la libertad e incluso al libertinaje, con más facilidad se puede ubicar y arrancarla de raíz, y esa es la ventaja actual cuando la corruptela anda descubierta y jactanciosa.

O estaban escondidos como claque dentro de un ideal de justicia, o el ideal de justicia no funcionó por su desarraigo filosófico y económico que los obligó a conformarla para sobrevivir a su disfuncionalidad como modelo alterno, es en sí una consecuencia directa  de un populismo procaz. Del derecho al derroche por mala conceptualización de mayorías para hacer los que les venga en gana con el fisco acompañados de perniciosas justificaciones, al derroche del derecho por una alcahuetería estatal que dona y condona la improductividad no dando lugar más que a un fugaz resplandor de libertad y de justicia. Un modelo social de justicia no se construye haciendo todo lo opuesto al modelo existente aún con sus terribles injusticias, hay que usar la creatividad porque es en lo diferente y no en lo opuesto a la mentira donde se construyen las verdades. Que del poder explotador del empresariado del ganar lo mas pagando lo menos al poder del trabajador sindicalizado del ganar lo mas haciendo lo menos se pasara a lo diferente de una sociedad empresarial coparticipativa o cooperativa ente los diferentes estamentos de una empresa particular que vaya del ganar más produciendo más para resultar entonces  bastante aleccionador. El saber qué hacer se ubica en el mismo nivel valorativo del saber cómo hacerlo,  porque tan nocivo la mala implantación de un modelo bueno, que todavía parece no haberlo, como la buena implantación de un modelo malo, que si parece haberlo...Si malo una verdad mal implantada peor todavía una mentira bien implantada porque no solo aplaza la solución social sino que también la puede descartar de por vida que pudiera condenar a un pueblo a un lastre tercermundista o medieval. Un burdo estatismo pudiera resultar mucho peor que un burdel capitalista por su alta improductividad y por la conformación de un sector burrocrático bastante pernicioso. Saber qué hacer con el poder es mucho más importante que lograrlo porque tal proyecto mal implementado o mal diseñado es retroceder hasta incluso antes de su partida además del vendaval adverso de desadeptos en la que terminan alimentando la reacción.   Y lo peor resulta que ante la afrenta contraria de un pueblo decepcionado justificada en la desmeritocracia de lo vigente , en ciertos casos, antes de ceder, y solo por mantener el poder, tranzan para una derechización de la izquierda y una banalización de sus banderas originales.

Evitar esa resaca como costo social de una senda equivocación revolucionaria, asumiendo su genuinidad y no su malicia,  mea culpa de  lo desmedido o desproporcionado,  o del gasto desenfocado y desenfrenado, que es una de las cosas que convierte en populista un proyecto socialista, ola que viene de izquierda a derecha,  se hace logrando y consolidando derechos y recursos a un  ritmo lento pero perpetuo que no ocasionen su insostenibilidad futura por el lastre eufórico de precios altos de los comodities. Un enorme presupuesto sin importar la envergadura de su aporte social termina siendo una afrenta al desarrollo económico cuando se fundamenta en precios aboyantes de las materias primas, que ante la mínima baja se desmorona como castillo de naipes lo emprendido. Hacer y mantener bien lo hecho son dos elementos dialecticos y éticos porque de nada sirve la más grande piscina sino se tienen los recursos para mantenerla limpia convirtiéndose en una apestosa gusanera. Se sabe que a grandes avances enormes retrocesos cuando cunde el desarraigo y lo más adelantado se regresa a lo más atrasado en el estallido de las burbujas cada vez con lapsos de tiempo más cercanos. Con una estrategia así se permite la renovación de las sinergias y recursos  que se consumen en el proceso. Hacer que una inversión concurrente genere ingresos recurrentes para la autosostenibilidad agencial que maximice la ganancia o minimice el costo social representa un marco filosófico  ideal porque tan importante para un país es que se gane lo mas o que se pierda lo menos  y mejor si trae considerables como inconmensurables beneficios sociales. Solo desautorizas un sistema aún por injusto si tienes con que reemplazarlo, y si lo tienes, que en perspectiva sea superior al existente. Una buena institucionalidad y una claridad democrática sobre lo que no debe ser ni hacerse, incluso ni decirse por tal ni permitirse como programa electoral, para cortar de raíz el discrimen directo y disimulado y la corrupción legal e ilegal, explícitos en el discurso de muchos candidatos, arraiga los logros y facilite incluso la alternancia evitando que haya menoscabo de lo establecido por derecho. Acabar con la tiranía de las mayorías a las que acuden perniciosos candidatos es tener claro el limite no tanto en el deber ser  sino en el no deber ser, que tiene más visos de universalidad que de relativismo.

El fracaso de un supuesto movimiento progresista, cuando lo político lidera el cambio, brinda entonces en bandeja de plata las arcas del gobierno a los enemigos de los pueblos, y el poder oscila de un extremo a otro generando negativa alternancia en el macabro juego de la politiquería. El malo se convierte en mejor que el bueno, porque este se convirtió en peor cuando traicionó o cuando improvisó esquemas que trajeron la insolvencia o la defenestración de los ideales de justicia y por eso la derecha recalcitrante accede al poder a recortar logros laborales y ensanchar privilegios empresariales a monopolios consolidados en lo nacional o en lo internacional. Por reclamar la izquierda, tan recalcitrada como incompetente, con injusta justificación el merito de su arrojo, sea guerrillero o electoral, se apropia sin sonrojo de una revolución que mas que  popular parece familiar cuando comienzan a preparar con sus consanguíneos la línea de sucesión, que desde allí caen por su propio peso.

De derecha a izquierda, de izquierda a derecha, por abuso o por derroche, que de extremo a extremo se resuelve un problema con su problema contrario, privatizando o estatizando en términos absolutos. Y sería mejor no intelectualizarnos tanto para no ver o ni siquiera tratar de entender el entretejo de argucias porque mejor sordo y ciego y tantear, que con mente simple pudiera con más facilidad encontrar la verdad de lo que hay que hacer entre los extremos, que ver borroso disparando y desgastando soluciones a diestra y siniestra en un mundo brumoso de sombras y celajes construido por quienes intentan confundir y sacar provecho de todo. Para unos lo económico para los otros lo político que unos usan su riqueza para alcanzar poder y que los otros usan el poder para alcanzar riqueza no es más que un  torvo estorbo que impide delinear el ideal de justicia por un sendero optimo y armonioso.

Desdemonizar por ejemplo el empresarismo para darle jaque mate al estatismo asfixiante como oficializante y al libre capitalismo de las favelas y tugurios de paupérrimos salarios, y permitir que el trabajador copartícipe considerablemente de la ganancia acorde a su productividad es honrar el verdadero ideal de un socialismo aún en la quimera, desprovisto si del estatismo como del estalinismo grotesco y brutal, en la que ha de vincularse entonces el ingreso al trabajo y a la productividad como opción empresarial patrocinada gubernamentalmente. No es reducir el gobierno sino redirigirlo dentro del marco democrático que auspicie soluciones dentro del mismo mercado ampliando la competencia sobre un mismo producto,  y a su vez se paralele para acoger a los desplazados y reinsertarlos o mantenerlos, a unos, quizás a los más discapacitados, pero en actividades productivas de gran ganancia privada y/o social, y mejor de ser posible las dos. Que ya institucionalizado un nuevo modelo social sea el gobierno el regulador del mercado y no el mercado el regulador del gobierno para neutralizar entonces al peor enemigo de la sana competencia que requiere pululación de competidores, que impida al final la consolidación de monopolios. Las soluciones existen, faltan los solucionadores, y peor si en el poder están los beneficiados y causantes del problema. Resulta entonces más importante que destruir lo malo construir lo bueno con un modelo de desarrollo social integral en la que la libertad se construya en la coparticipatividad yendo del compartir mas para competir mejor, o de competir mas para compartir mejor.

La educación ha de ser un valuarte fundamental de una verdadera izquierda aunque tiene la paradoja de ser un instrumento de poder también puede ser de liberación cuando va  de lo críptico a lo critico, de lo imposicional a lo opcional, de lo disolutivo a lo resolutivo, de lo instructivo a lo educacional, y de lo pasivo a lo participativo. Una educación sobre todo pública, libre de cualquier lastre clasista, puede ser la propulsora de cambios o la receptora positiva y reproductora de justicia y de coparticipación si se neutralizan las luchas hegemónicas y se desmantelan las hipocresías de los pseudo lideres que supuestamente abanderan estas causas.  Con una cultura de ganga prevaleciente e inherente a una lumpen burguesía tan simpática como corrupta que acoge ideales de cualquier lado con miras de lograr el poder, se queda relegada la patria a expensas del grupo o partido, y se juega a aparentar con una educación pública extendida y diluida de muy baja calidad de retorica pomposa. Por el contrario, cuando una buena  educación está inscrita como dínamo en la sociedad puede exigir cambios políticos para mejorarse autónomamente, o cuando  una buena educación está circunscrita a lo social, puede ocasionar los cambios políticos necesarios bajo fuerte asedio y presión…resulta retroalimentativo desde cualquier perspectiva.  En lo primero se lograría mediante la presión magisterial sindicalizada,  y en lo segundo, en lo que ocasione políticamente con mejores exponentes del cambio, y que en la actualidad pudiera hacerse desde el campo electoral como ya ha sucedido en ciertos países. Los idealistas querrán la justicia y los realistas una disminución de la injusticia pero lo importante es establecer un norte en que las condiciones y calificaciones del trabajador y de la población en general mejoren considerablemente con garantía de perpetuidad y autogestadas. Una educación que haga a cada uno líder de sí mismo y no ovejas que van en manada al matadero ha de ser la consigna central. La misión de una verdadera revolución social es el fomento de la creatividad y el auspicio como opción de la coparticipatividad social y empresarial. Que por ende dentro del sistema educativo inscrito receptor del cambio, o circunscrito actor como su propulsor,  ha de impedir al final  las gríngolas del gringo  o la castración castrista, y que para liberarnos de los extremos se requiere precisamente esfuerzos extremos.

 

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