Las declaraciones recientes del registrador nacional con respecto al nivel actual de población del país han despertado una ira santa de parte del director actual del Dane, que acostumbrado a darse pantalla en los medios masivos de comunicación y a minimizar opiniones divergentes de la suya, contribuye a la politización de la estadística.
La raíz del problema radica en la falta de confianza en los datos arrojados por el censo de población 2018. Para comenzar, el punto de partida no fue una evaluación rigurosa; no existió una encuesta poscensal, en parte por la naturaleza de ser un censo de período extendido; los ajustes se hicieron a nivel agregado, con estimaciones precarias a nivel urbano-rural y a nivel territorial y existió una importante subestimación de la población extranjera (particularmente de la población venezolana).
El 24 de octubre del 2021, el director del Dane, en entrevista para El Tiempo miente cuando dice que las proyecciones de población basadas en el censo del 2005 no se actualizaron, toda vez que el mismo Dane, con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas, contrató al famoso demógrafo Eduardo Arriaga quien actualizó las proyecciones a nivel nacional y territorial, proyecciones estas que reposan en la entidad. Esas proyecciones tuvieron en cuenta el fenómeno de la transición demográfica, a diferencia de los que señala el señor Oviedo.
Lamentablemente los periodistas, en lugar de buscar la opinión de terceros expertos, se limitan a confrontar las voces oficiales contrapuestas, con lo cual hacen un flaco favor al rigor estadístico y contribuye aún más a la politización de la estadística oficial
El director del Dane se vanagloria de ser la autoridad estadística. Sin embargo, ha hecho poco por lograr que su entidad sea un ente independiente. Tampoco se ha hecho mucho por robustecer la disponibilidad en estadística en diversos campos: estadísticas agropecuarias, mineras, de justicia, de salud, de educación, estratificación social etc.
En conclusión, es necesario que en estos debates los periodistas consulten a terceros, expertos demógrafos, por ejemplo, que ayuden a mejorar la interpretación de las estadísticas oficiales, en lugar de continuar estériles polémicos de los mismos con las mismas.