El análisis de los resultados electorales del pasado 27 de octubre sigue arrojando conclusiones interesantes. A la larga lista de damnificados políticos se le une el nuevo partido religioso, de ultraderecha, Colombia Justa Libres. Sus mayores apuestas nacionales fracasaron. En Bogotá, su candidato a la alcaldía Miguel Uribe quedó de cuarto y el concejal Marco Fidel Ramírez fracasó en su intento de reelegirse, ya que los votos cristianos no le alcanzaron. En Cartagena, William García, su candidato a la alcaldía, fue derrotado por el independiente Dau.
En cuanto a votación nacional, frente a los 430 mil que el partido religioso alcanzó en 2018, esta vez solo logró 330.000 para concejos, una pérdida neta de 100 mil votos, una cuarta parte de sus efectivos. Un pobre desempeño que que amenaza su propia supervivencia política como partido, habida cuenta de que en 2018 solo alcanzó el umbral para Congreso por escasos 3 mil votos.
En cuanto a cargos de representación y curules en corporaciones el resultado fue catastrófico: los fundamentalistas religiosos se vanaglorian de su poder electoral, sin embargo, los resultados indican que sus propios fieles prefirieron otras opciones políticas: de los 32 gobernadores, ninguno propio, coavalaron dos, pero ambos son políticos de origen liberal y fé católica. En las 32 asambleas departamentales, solo lograron un diputado en el Valle. En los concejos de las 32 capitales departamentales solo lograron representación en 3. Registran la elección de algunos concejales y alcaldes, todos ellos en pequeños municipios de provincia.
La debacle electoral es todavía mayor en los siete departamentos de la costa atlántica: ningún gobernador, ni un solo diputado en las asambleas departamentales, ningún concejal en las siete capitales y solo 7 concejales elegidos en pequeños municipios. En mi propio departamento, Atlántico, el resultado fue catastrófico para los evangélicos: cero gobernador, cero diputados, cero alcaldes y cero concejales... desastre total.
Todo esto prueba una vez mas que los colombianos se están alejando de las posiciones de ultraderecha, de los fanatismos, de los fundamentalismos religiosos y de la mezcla explosiva de política y religión. Triunfaron las posiciones independientes, alternativas, abiertas y modernas. Aquí están las nuevas generaciones, la nueva Colombia. Una triste lección para los fundamentalistas de Colombia Justa Libres.