En primera vuelta ganó la ciudadanía consciente: los votos de opinión superaron a las maquinarias y partidos tradicionales. Las votaciones de Petro, Fajardo y De la Calle son significativas, allí hay casi diez millones de colombianos que no se sienten bien votando por la coalición Uribe- Pastrana-Ordóñez, quienes quieren hacer trizas los acuerdos de paz. Para la segunda vuelta toda la clase política tradicional corrupta, nacional y regional, se está concentrando en un solo lado, pero es la gran oportunidad del pueblo indignado de derrotarla.
Las campañas Colombia Humana, Coalición Colombia y De la Calle presidente sin maquinarias y sin recursos lograron despertar a una parte de la ciudadanía esperanzada por un país mejor. Sin comprar votos, sin dineros mafiosos o del erario, movilizaron millones de colombianos que financiaron esas campañas con sus propios recursos, cansados de la corrupción y la injusticia social. Esos tres movimientos intentaron unirse para liderar una sola fuerza y poder contrarrestar a la corruptela, pero fue imposible por egos revueltos. No por ideología ni política.
La otrora coalición plebiscitaria del no, pertrechada alrededor de Álvaro Uribe, por representar ideológica y políticamente a los sectores más retrógrados del país desde su orilla radical goda, hasta el distinguido oligarca Juan Manuel Santos lo ven como un comunista disfrazado que “les entregó el país a sus camaradas de las Farc”. En ese orden de ideas, ven las posturas alternativas como “castrochavistas”. Los grandes medios de comunicación que defienden los mismos intereses, les sirven de parlante amplificador de todas las mentiras y calumnias.
El país ya no es el mismo. Regresó la política a las plazas públicas y se incluyó una agenda social y ambiental en el debate. La mermelada, el tamal y los mercaditos fueron barridos en su expresión más sólida en Barranquilla. En este nuevo escenario ya no es el enfrentamiento entre uribismo y santismo. A pocas horas de terminada la primera vuelta, ya los retazos de los partidos Liberal, U y Cambio Radical llegaron de rodillas ante Álvaro Uribe para repartirse el poder anticipadamente.
Esta alianza medieval, fortalecida con César Gaviria y Germán Vargas Lleras, al ganar, dominaría y manipularía los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Su principal objetivo es la JEP para silenciar las atrocidades de la guerra. En este escenario, Álvaro Uribe sería el amo y señor. Yo digo que se prepare la Corte Suprema de Justicia, pues seguramente él llegaría a borrar todos sus casos y los de sus amigos, sin límites éticos como se demostró con los vínculos entre la criminalidad y el DAS durante su mandato.
Se ha reunido lo más extravagante de la fauna politiquera colombiana. Allí están todos los que se han robado el país en los casos Odebrecht, Reficar, Hidroituango, El Guavio, Foncolpuerto, DNE, Interbolsa, Saludcoop, Fidupetrol, Carbocol, entre otros. No es sorpresa que todos los que han saqueado a La Guajira estén en el mismo sitio. Desde las cárceles llegan las directrices al unísono para votar por la misma candidatura. Un principio de la hidráulica es que todas las aguas residuales terminan en la alcantarilla.
Son los mismos que han llevado a Colombia al desastre de la economía y del medio ambiente. Por simple acción y reacción está surgiendo un bloque alternativo que incluye a toda la ciudadanía consciente para garantizar la implementación de los acuerdos de paz y la entrada a la modernidad. Que es algo que con seguridad desean De la Calle, Fajardo y Robledo. El país no puede olvidar el asesinato de jóvenes inocentes. Cuando la vida está en riesgo no se puede contemplar el panorama desde las tibias alturas