Una bella e interesante exposición de Antonio Roda y Luis Caballero se presenta en la galería El Museo donde profesor y alumno muestran sus alternativas de grandes artistas. En esta ocasión, nos interesa Luis Caballero (1943-1995) y su serie de retratos en donde, por el carácter erótico de su trabajo, podremos pensar en la cercanía íntima que existió entre el dibujante y su modelo. Unos trabajos están firmados, otros solamente tienen el sello seco que los certifica su hermana Beatriz porque quedaron huérfanos en los cajones de su estudio en París después de su muerte.
En esta exposición el mundo es otro. Todo es más trasparente y nada va cargado de la tragedia romántica de sus desnudos con el trasfondo erótico donde existe la trascendencia del pintor francés Eugene Delacroix (1798- 1863). En esta exposición se puede observar más el otro lado del artista que tiene la certeza de un dibujante neoclásico con un referente como Jean Auguste Ingres (1780-1867) en la cabeza. Caballero presenta la genial fluidez con la que una línea construye una forma, el recurso presentido de la sombra, la expresión corporal de uno torso, el carácter de una personalidad que lo mira desafiante a los ojos. En estos trabajos vemos esa insaciable curiosidad que tuvo Luis Caballero por conocer e interpretar o despreciar el mundo de los humanos.
Desde luego, sus trabajos incorporan ese encanto que existe en la imagen que tiene un aparente poder descriptivo. Se trata del momento cuando la imagen se espiritualiza en la materia o la materia le da forma al espíritu. Es una interpretación realista de un reflejo que, en su ejecución deja los trazos de la modernidad en una línea inconclusa. La luz fija queda detenida en sí misma sobre el papel, la sombra se insinúa para encontrarle contexto a la forma en el espacio. Como los hombres fueron siempre sus protagonistas, el dibujo académico le sirve como herramienta para desafiar a los dioses de lo contemporáneo y contrarrestar osadías con una fría objetividad y con una obstinada voluntad contestataria.
A Luis Caballero le interesó siempre el desarrollo del estilo, la convicción en cada técnica, la fidelidad al modelo natural con el afán de reproducir una exactitud posible que mantuviera el desarrollo de un mundo propio con universo particular.
Importa la atención a las cualidades del medio en que dibuja: la suavidad transparente del lápiz, la fuerza agresiva del carboncillo o, la vulnerable expresión de la tinta.
Por otro lado, va el recuento sin escenario. El modelo es su única propuesta, y el retrato su objetivo en su mundo donde que se centró en comprender las posibilidades del cuerpo masculino, de interferir con la anatomía sin romper los cánones de un realismo cargado de emociones que desafía las relaciones humanas.
El 5 de mayo se lanza en la Feria del Libro una compilación de cartas cruzadas que entre 1963 y 1992 mantuvieron Luis Caballero y Beatriz González. Se realizará en el auditorio Vargas Vila a las siete de la noche.