Después de un 2020 para olvidar en materia de conservación de bosques amazónicos, con una deforestación esperada cercana a las 100 mil hectáreas en los departamentos del Caquetá, Guaviare, Meta, Putumayo y Vaupés, conviene entender cuáles son los principales retos que le esperan a la Amazonía colombiana en este 2021. A continuación se presentan los 5 principales:
1. Efecto rebote. Los efectos de la crisis económica sobre los bosques colombianos tiene una relación positiva: a mayor crecimiento económico en periodos post-crisis hay una mayor deforestación en zonas de borde o en la frontera agrícola, conocido como “efecto rebote”. Para el caso de la Amazonía, los efectos de la pandemia ya dan cuenta de un retroceso en las áreas de influencia de los Parques Nacionales Naturales Picachos, Tinigua, Serranía de la Macarena, Serranía del Chiribiquete y Nukak. Se espera que el periodo de recuperación acelere la potrerización de las zonas borde para el incremento de la actividad ganadera, sostén de las economías rurales de la Amazonía colombiana.
2. Efecto relajación. En general, los periodos de recuperación económica vienen acompañados de una reducción en las exigencias ambientales, una eterna discusión que ubica el debate en favor del denominado “desarrollo” y en detrimento de las políticas de conservación, mayormente impulsados por los gremios económicos que exigen condiciones “más favorables” en materia institucional para impulsar sus negocios. En el caso colombiano, la ANDI viene impulsando una agenda para reducir tiempos y exigencias en el trámite de licencia ambiental y organiza un bloque parlamentario para impedir la ratificación del Acuerdo de Escazú con los mismos argumentos: mayores estándares ambientales son un “palo en la rueda” para la recuperación económica.
3. Efecto reasentamiento. Los efectos del incremento del desempleo y la caída en indicadores socioeconómicos como el NBI o línea de la pobreza, han generado en Colombia desplazamientos territoriales hacia las zonas de los denominados “antiguos territorios nacionales” con el fin de buscar nuevas oportunidades, justamente donde están ubicados los actuales departamentos de la región amazónica. Las falsas expectativas de acceso a tierra “baldía” para construir una casa donde vivir y desarrollar una actividad que soporte las necesidades básicas, llevan a las comunidades expulsadas del centro hacia la frontera forestal amazónica.
4. Política forestal y deforestación. En los primeros días del 2021 fue aprobada la “Política nacional para el control de la deforestación y la gestión sostenible de los bosques” con el CONPES 4021, cuyo gran reto es lograr la deforestación cero para el 2030. Si bien es un documento que otorga importantes lineamientos al sector forestal, se identifican cinco problemas en la práctica: (i) no es vinculante jurídicamente para el Sistema Nacional Ambiental; (ii) tiene enormes dificultades de financiación para lograr robustos esquemas de pagos por servicios ambientales, mecanismos de reconversión productiva y restauración ecológica en todo el arco de deforestación de la Amazonía colombiana entre los departamentos del Caquetá, Meta y Guaviare. La mayor parte de recursos económicos provienen de la cooperación internacional, que espera reducir notoriamente sus flujos en 2021 debido a los necesarios ajustes fiscales en todos los países; (iii) una débil gobernanza del territorio por parte de las autoridades ambientales territoriales Corpoamazonía, CDA y Cormacarena que cuentan con poca capacidad técnica, logística y económica para ejercer sus competencias de control y vigilancia; (iv) una débil participación de las comunidades indígenas en la institucionalidad ambiental amazónica cuyas prácticas y cosmovisión resultan indispensables para la protección del bioma amazónico y (iv) falta de soberanía de Estado colombiano en el arco de deforestación en la Amazonía que controlan bandas criminales, lo que hace ineficaz la política.
5. Sentencia STC 4360-2018. La declaratoria de la Amazonía como sujeto de derechos ha tenido más obstáculos que aciertos en su cumplimiento. Si bien hay estrategias para contener la deforestación desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) con el programa Visión Amazonía, el Pacto Intergeneracional por la Vida del Amazonas Colombiano (PIVAC) aún no ha sido convocado. De igual manera, los municipios amazónicos no han adecuado sus planes de ordenación donde incorporen una estrategia creíble para enfrentar el fenómeno y tampoco han definido planes de “cero deforestación”. Desde lo jurídico el reto es volver eficaz el otorgamiento de derechos a la Amazonía y no se logrará hasta volver operativos los planes locales para frenar la deforestación.
Así las cosas, los retos en la Amazonía para este año son enormes y el fracaso de las estrategias para contener la deforestación tendrá costos enormes en varias dimensiones para los próximos años. Llegó la hora de tomarnos en serio la Amazonía.