El retorno a la vida del Chapecoense

El retorno a la vida del Chapecoense

Con el regreso de los futbolistas a Brasil, desfilan los recuerdos de la tragedia y la lucha que pacientes y médicos libraron para derrotar el infortunio

Por: Eric Palacino Zamora.
diciembre 15, 2016
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El retorno a la vida del Chapecoense

Poco antes de las tres de la mañana, el doctor Guillermo Molina, quien encabezaba el equipo de médicos en turno esa madrugada del 29 de noviembre en el Hospital San Juan de Dios de la Ceja- Antioquía, enfrentaría uno de los desafíos más importantes de su carrera profesional; intentar mantener con vida, a tres sobrevivientes del siniestro aéreo, que un grupo de valientes rescatistas había logrado arrebatar a la muerte, allí en el cerro Gordo, el sitio geográfico que ya invadía los titulares de prensa a nivel mundial.

Esa madrugada los relojes parecían ir a un ritmo distinto dependiendo del lugar de los acontecimientos. Los minutos eran apenas fracciones para los socorristas en esa batalla por estabilizar a los heridos y, en contraste, la espera era insufrible para los médicos y enfermeras, que en alistamiento de los protocolos de criticidad, contaban largos minutos hasta que el ulular de sirenas de ambulancia acabó con la ansiedad.

¡Que caprichos tiene el destino!, dice el vigilante del centro médico, en tanto apura un sorbo de tinto y registra el nombre del paciente y fecha de ingreso en el libro de novedades del hospital.Tiene razón el guardia, por esas extrañas conjunciones que nos ofrece la vida, Alan Rushell, el formidable lateral izquierdo del club brasileño Chapecoense, ingresaba al pabellón de urgencias muy cerca de la televisión de la zona de espera, donde un canal deportivo reproducía las mejores imágenes del partido disputado por el equipo verde de Chapeco y el San Lorenzo de Argentina.

Así, mientras Rushell, el de la televisión empotrada en un acceso al hospital, hacía cierres precisos en el estadio Arena-Chapecó, en la unidad de cuidados intensivos el de carne y hueso se debatía en escalofríos contra el dolor insufrible, resultado de una grave lesión en la décima vertebra que obligó al cuerpo de galenos a intervenirlo con carácter de urgencia y trasladarlo posteriormente al centro médico Somer de Rionegro.

Quince días después del siniestro aéreo, Rushell se recuperaba satisfactoriamente de la operación de columna, con un reporte de estado crítico pero con movilidad de brazos y piernas. Ya en camino de recuperación y tras el vuelo que lo llevó de regreso a su país, el jugador brasileño seguramente podrá reconstruir los recuerdos de esa noche, que sólo el podrá definir como de fatalidad y milagro, cuando Johan Ramírez, un campesino de 15 años bautizado como el Ángel de la tragedia, guio a la cuadrilla de salvamento que pudo traerlo desde el sitio de accidente a librar una batalla en el quirófano y luego en el proceso de rehabilitación.

Retorno a casa

Cuando Helio Zampier Neto, el emblemático defensor central de Chapeoense, ingresó en estado crítico a la Clínica San Juan de Dios de la Ceja, los médicos, debieron doblar esfuerzos para atenderlo, y disponer un lugar en la unidad de cuidados intensivos, muy cerca de su compañero de la zaga Alan Rushell.

Esa jornada, la más intensa en los cincuenta años de existencia de la clínica, los galenos, provistos de dispositivos y pantallas que monitorean cada ínfima pulsación, suturaron, corrigieron, aplicaron sustancias mágicas para interceptar procesos infecciosos y de inflamación, retornaron huesos, complementaron tejidos, reestablecieron estructuras celulares y órganos lesionados, en resumen, trajeron a Neto desde los estertores de la muerte, le dieron la posibilidad de ser un testimonio de vida en medio de la adversidad.

“Servir con Humanización”, se lee en una de las carteleras del centro clínico, premisa que comparten desde las jóvenes enfermeras hasta el Director Médico el doctor Luis Fernando Rodríguez, profesional que ha estado al frente de la recuperación del jugador brasileño, con una dedicación digna de los miembros de la orden religiosa y hospitalaria sin ánimo de lucro con 10 centros de atención en todo el país.

Rodríguez, otro héroe anónimo que está lejos de los reflectores de la prensa y con un trabajo silencioso, reporta que Neto ha sido intervenido quirúrgicamente por una lesión que sufrió a nivel de tórax, además de lesiones de cabeza con compromiso de fractura de cráneo.

Tras quince días de permanencia en la clínica del oriente antioqueño, el doctor Rodríguez llega a la conclusión de la permanencia de condición crítica para el paciente: “Sufre de coagulopatía (la sangre no coagula correctamente) y le estamos realizando transfusiones sanguíneas", indicó en una comunicación de prensa.

A 18 kilómetros de la clínica donde Neto se aferra a la vida, en Rionegro, otra población cercana al cerro El Gordo donde terminó de manera abrupta el vuelo 2993, concluye la primera parte de esta vuelta a la vida que sobrevino al accidente de Chapecoense, para el arquero Jakcson Follman.

Con una indefinible emoción el doctor Ferney Rodriguez, director médico del Hospital San Vicente Fundación, donde permaneció el jugador por dos semanas, despidió al joven de 27 años, que viajó el 12 de diciembre, en un avión especialmente acondicionado, hasta Sao Pablo, para ser ingresado al Hospital Albert Einstein de esa localidad, donde continuará el complejo proceso médico y de rehabilitación.

En Brasil, los médicos bajo el liderazgo del médico Marcos André Sonagli, ortopedista del Chapecoense, seguramente terminarán la obra maravillosa de recuperar a los dos jugadores que ya regresaron a ese país. La intervención divina permitirá también que Neto llegué a la condición estable y luego el retorno a la nación que le vio nacer.

Nunca olvidarán a los compañeros fallecidos en Colombia, el herrumbroso cascarón vacío de la aeronave, el polvo de lluvia que fusilaba el apartado paraje del Cerro Gordo, la silenciosa concavidad que dejó el avión en su descenso de vértigo, el misterio de los instantes que se vivieron en ese diminuto punto del cielo, cuando los instrumentos mostraban a los pilotos, en números de verde lumínico, 9000 pies de altura y una proximidad de cinco minutos del sitio de destino final.

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