El retorno del Free Money

El retorno del Free Money

"Tanto gobiernos como privados parecen no haber aprendido las lecciones de aquella quiebra mundial que, entre otras cosas, aún no se supera"

Por: Juan Martínez Paz
febrero 03, 2016
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El retorno del Free Money

El estreno de la película The Big Short dirigida por Adam McKay, más allá de presentar de forma tragicómica algunos eventos ocurridos en el marco de la crisis financiera del 2008, lo que trajo nuevamente al escenario de discusión, fue que tales hechos, lejos de solucionarse, solo se tomaron su tiempo para cambiar de protagonistas. Tanto gobiernos como privados parecieran no haber aprendido las lecciones de aquella quiebra mundial que, entre otras cosas, aún no se supera.

Es bien conocido que el principal motivo de aquella crisis fue el apetito voraz y fraudulento de Wall Street por vender CDOs, productos que se le ofrecían a los inversionistas con alta rentabilidad y que consistían en empaquetar un número de créditos hipotecarios en un solo producto. Allí se incluían obligaciones con muy buena calificación, unas con mala y otras con pésima. Las altas rentabilidades del producto, las comisiones y los incentivos a seguir colocando hipotecas, causaron un boom de este producto, que conllevó a emitir enormes cantidades de hipotecas a personas que nunca iban a poder pagarlas, sin ningún escrúpulo ni control, en ninguna parte de la cadena del negocio.

Lo obvio fue que cuando se reajustaron los intereses tras un largo periodo de intereses bajos que, entre otras cosas, también contribuyó a la creación de este esperpento financiero; todo el sistema se cayó. Algunos de los que apostaron a que esto ocurriría y adquirieron productos en contra del sistema hipotecario, ganaron. Otros perdieron por apostar, incluso, contra ellos mismos sin saberlo.

Hasta allí la historia común y conocida. Sin pasar por alto que ningún alto directivo fue a la cárcel y la población mundial sigue pagando por todo el exabrupto.

El Free Money

La mencionada cinta finaliza con la advertencia de que en 2015 ya se negociaron miles de millones de dólares de un producto similar al que causó toda la crisis del 2008. Ahora, en Wall Street, han diseñado un producto idéntico pero con otro nombre. Consiste ya no en empaquetar deudas hipotecarias, sino, por ejemplo, créditos de vehículos u obligaciones empresariales, bajo el mismo modus operandi; toman un número de créditos de vehículo con buena calificación, los empaquetan con otros no tan buenos y otros malos, y los negocian como lo hacían con los CDOs. Igual situación con préstamos otorgados a empresas, carteras buenas regulares y malas en un solo producto para tranzar. Por supuesto las calificadoras de riesgo, como en 2008, le siguen dando calificación AAA a estos productos, pues igual que entonces, les pagan por ello.

La consecuencia obvia que ya se vio tres años antes de la crisis del 2008 es una explosión del crédito. El crédito para vehículos en los Estados Unidos se ha disparado. De igual manera, se ha registrado un incremento en el crédito empresarial. Solo la filial del Banco Santander en EEUU --Santander Holding USA-- ya ha puesto 15 mil millones de dólares en créditos de vehículos catalogados como subprime, o de dudosa capacidad de recaudo. GM Financial, brazo financiero de General Motors (una de las empresas rescatadas en la crisis del 2008), ha contribuido con 11 mil millones en el mismo tipo de crédito.

Al cuestionar a los representantes de Wall Street sobre la particularidad del retorno de éste nuevo tipo de derivados, suelen responder con hipocresía descarada y obscena. Que actualmente se está muy lejos de los  niveles de negociación previos al 2008 y que ahora los inversionistas sí saben en qué se están metiendo, consultando asesores muy especializados para dirigir sus inversiones en este tipo de productos. La casi nula regulación emanada de la crisis financiera ha hecho agua para el crecimiento exponencial de estos nuevos CDOs sintéticos y muchos expertos ya han llamado la atención sobre lo que se puede venir. La gran inquietud es si en no menos de 10 años estaremos viendo una avalancha de embargos por impago y de empresas en la quiebra.

Tal vez los incentivos negativos que recibió Wall Street durante la crisis, al no responder legalmente en ninguna manera por su actuar, nos han traído nuevamente hasta acá. Aún no es muy tarde para tomar medidas para evitar repetir una historia dolorosa, lo que no nos deja mucha esperanza es la captura intelectual que ha sufrido las autoridades regulatorias económicas estadounidenses, muchas de ellas provenientes de la banca privada.

Para una gran pérdida, siempre habrá un buen rescate. Ya no lo han demostrado.

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