Estoy segura de que muchos uribistas “de buena fe”, esos pobres engañados porque pudieron regresar a sus fincas, hoy piensan que Duque no fue una buena elección y que Uribe se equivocó al entronizarlo en la Casa de Nariño.
Proclaman también que a Duque se le subió el ego y dejó de obedecerle al patrón, perdón, a su mentor, pero nunca tanto como a Santos. Duque aún no provoca tanto odio porque no hay siete riesgos que le otorguen un premio nobel o le permitan participar en alguna feria del libro. La envidia es tóxica.
Preocupante el nivel de ingenuidad, ofreciendo el beneficio de la duda. O el nivel de corrupción rampante de quienes aún creen que todos los “fracasos” del presidente se han hecho a espaldas de Uribe. El miedo turba la inteligencia. Las evidencias se desestiman y el país sigue convirtiéndose en una montaña rusa donde el pánico y la adrenalina pelean por una medalla (moneda) de oro con la efigie del faraoncito.
El sentido común desaparece, es otro líder social asesinado. En los canales nacionales de televisión aparecen continuamente pautas del gobierno contándonos las maravillas logradas en temas de educación, inclusión, protección de ecosistemas, oportunidad de trabajo, vivienda, tecnología, etcétera, pero la entidad fiscalizadora que confirme si tales logros son, efectivamente, ciertos brilla por su ausencia. No hay quien confirme. El común del colombiano es tratado como un niño que escucha cuentos de hadas y de superhéroes inexistentes.
Desde la seguridad de su búnker rural, Uribe pontifica lo que deben o no hacer los alcaldes para lograr la seguridad ciudadana, pero le pone zancadilla al proyecto de reforma a la policía. El eslogan secreto parece ser “sigan asustando que de los restos nos ocupamos”.
Hace muchos meses pregunté: ¿“Quién le pone el cascabel al gato?”. Hoy lo hago nuevamente.
Posdata: La Cabal opta por un magíster brasileño sobre tala de bosques en la Amazonia y aprende a preparar una feijoada con sus tres huevitos con el Master Chef Bolsonaro. Difícil eso sin confianza, sin seguridad y con baja inversión.