En Bogotá hay 48.000 restaurantes, gastrobares, cafés y cafeterías que, asumiendo en promedio dos turnos diarios con una plantilla de diez personas, generan 480.000 empleos. Nadie en su sano juicio pondría en duda que este sector es un referente fundamental de la economía y la cultura de la metrópolis. Si de manera conservadora estimamos que cada establecimiento atiende un promedio de 50 clientes diarios, estamos hablando de 2.400.000 bogotanos que acuden diariamente a un restaurante, gastrobar, café o cafetería.
Por la importancia del sector, tiene absolutamente toda la razón el alcalde Galán en adoptar una posición firme frente a los robos en dicho sector. Para el burgomaestre, “nos encontramos con una enorme desarticulación que favorece el crimen”. Galán adicionalmente afirmó que desde hace un mes lleva trabajando con comerciantes, gremios y la Cámara de Comercio de Bogotá en la reconstrucción de la relación entre el sector privado, la ciudadanía y la fuerza pública. Pero la preocupación no es solo del alcalde. Según informa la prensa, los concejales de diferentes partidos políticos en Bogotá también están preocupados: “Esta colaboración interpartidista, conocida como la Bancada por la Seguridad, la Convivencia y el Restablecimiento del Orden, surge en respuesta a la alarmante frecuencia de extorsiones, robos y homicidios que afectan a la población bogotana.”
Poner en riesgo, por motivos de falta de seguridad, a 48.000 establecimientos de comida, es comprometer a 480.000 empleos del que dependen 2.400.000 personas
En un artículo el lunes pasado, una columnista de El Tiempo, Yolanda Reyes, afirma: “¿Habrá estudiado el informe de inseguridad alimentaria en Colombia que se divulgó la semana pasada? ¿Tendrá presente que el 19 % de la población de Bogotá, alrededor de 1’529.977 personas, declaró estar en inseguridad alimentaria en septiembre del 2023? ¿Habrá establecido correlaciones entre las familias que consumen una comida al día, o ninguna, los jóvenes que no tienen estudio, ni trabajo ni proyectos de vida, más allá de las organizaciones delincuenciales, y la inseguridad de la ciudad? En una de las entrevistas al alcalde, oí hablar de “la patrulla ‘gourmet’”, para reforzar la vigilancia a los restaurantes, y me pareció que el término ilustra la brecha en nuestras preocupaciones. Más allá de no poder ir a comer a un restaurante, el problema es que, en esta ciudad y en este país, hay gente que no come. Cualquier política integral tiene que comenzar por ese reconocimiento.”
Sí bien la columnista tiene razón en señalar que el problema de la seguridad alimentaria es un problema serio que merece la atención, principalmente del gobierno nacional, son dos problemas independientes. Poner en riesgo, por motivos de falta de seguridad, a 48.000 establecimientos de comida, es comprometer a 480.000 empleos del que dependen 2.400.000 personas. El cierre de un solo establecimiento de comida no mejora la situación. Lejos de eso, la empeora ya que podría más gente en la calle, incrementando el desempleo y aumentando la inseguridad alimentaria. El alcalde Galán tiene toda la razón en crear la patrulla ‘gourmet’, no solo para defender los restaurantes en el norte de la ciudad, sino en el sur y en el occidente. Otra cosa, muy distinta, es la inseguridad alimentaria que cubre varios centenares de miles de ciudadanos, tema que obviamente se debe enfrentar. Pero mezclar ambos temas, la seguridad de los establecimientos de comida en la ciudad y la inseguridad alimentaria, es confundir peras con manzanas. Si se quiere busca seguridad alimentaria, se requieren más empleos, entre ellos más restaurantes, gastrobares, cafés y cafeterías que puedan operar con total seguridad. ¡Felicitaciones al alcalde Galán!