RESPUESTA AL LETARDO DE LA CLASE VIRTUAL
Soy docente Universitario y pese a estar de acuerdo -en parte- con el articulo, debo manifestar algunas cosas las cuales resumo en estos puntos:
- Esta cuarentena es una coyuntura para la cual –y pese a que se venia venir- NADIE estaba preparado, ni siquiera la mejor Universidad de Colombia como se ha demostrado.
- El trabajo de los docentes (no solo el mío), ha sido un reto enorme que de una u otra manera –el tiempo lo dirá- supuso un cambio y una ruptura en un paso que la educación y la manera de enseñar debió haber dado, al cual nunca se atrevió.
- Siempre creí que esta transición seria muy dura para los docentes pero qué como demuestra la realidad, ha sido mucho más dura para los estudiantes.
- La virtualidad nuca remplazará a la presencialidad, eso se da por hecho, pero debemos estar abiertos y acostumbrarnos a la transmisión del saber dentro de un tiempo, más que en un determinado espacio.
- Algunos estudiantes (con mucha razón) se han quejado, más que por aprender, por la acostumbrada manera convencional y tradicional de recibir la educación, y considero, este es el enorme paradigma que YA debemos superar. Si bien es cierto el conocimiento se profesa, estamos en una era en que este se debe buscar a partir de interrogantes que no deben estar supeditados al aula.
- No crean que para los profesores ha sido fácil, de hecho, y en mi caso, esto ha sido mas dispendioso toda vez que ha conllevado a trabajar casi el triple para depurar y permitir que el material de enseñanza vaya acorde con la expectativa de unos junto a la carencia de interés por parte de otros aprendices. Ni que decir con docentes mayores que han hecho su mejor esfuerzo para aprender tecnologías y aplicaciones ajenas en pro de una nueva manera de instruir, pese a que ni siquiera manejan un celular.
- No es critica, de hecho, a parte de ser docente también soy estudiante de doctorado, pero el enorme problema de la formación en Colombia es que pese a que los alumnos reclaman cambios, aun se insiste en la manera convencional en la cual se asume que la presencia del docente va ligada con la premisa condenatoria para quienes no asistan y presten atención.
- Sé que no es el pensar de todos, pero si de una gran mayoría, que no ve oportunidades sino que se arropan con las talanqueras consabidas de la queja constante. ¿Porqué me enseñan igual?, ¿porque me enseñan diferente?
- Sí en los Andes se siente esa percepción, ¿Qué se podrá pensar en las demás?, y aunque no trabajo en dicha institución, todos los días (no solo de la cuarentena) me levanto muy temprano con la enorme convicción de hacer las cosas a la altura de las circunstancias, con la mayor honestidad y comprendiendo que esto ha sido complejo para todos, bajo la enorme convicción qué, pese a estos duros tiempos, saldremos fortalecidos no solo como sociedad sino como un país que de una u otra manera ha reclamado desde hace dos siglos lo que esta pandemia ha logrado en tan solo dos escasas semanas de su aparición. Un cambio en la manera de enseñar y de aprender.
- Remato con la enorme inquietud que atormenta la relación sincrónica estudiante-profesor en torno a la evaluación, como ese gran vacío de la educación, en la cual ya debemos entender que no solo son las notas lo que vale sino el compromiso y actitud en la relación hacia el cambio pedagógico, el cual y dadas las circunstancias ya se inició.