A la columna de Iván Gallo le falta más crítica al humor que se realiza en este país. Partiendo de que se habla de Andrés López a raíz de su reciente película, es impensable que no se toque al director de esta producción: Harold Trompetero. Si en su artículo especula de cómo va a ser la película de este personaje, me parece pertinente que ahonde más en esta producción e, inevitablemente, tocar la trayectoria de Harold Trompetero, que se podría unir a la crítica que quiere hacer de "el pobre humor colombiano". No es suficiente mostrar la carrera de un personaje para determinar y afirmar que por ello el humor colombiano es paupérrimo. Hay que ir más allá: hablar las productoras, canales de televisión que financian estos proyectos y, sobre todo, de la pobreza a la hora de crear una comedia.
Esto se debe a que sólo se reconozcan ciertos directores que muestran una relación amistosa con ciertos canales o productoras, desmeritando el trabajo de muchos que ahora se gradúan de academias importantes como las que existen en el país o del extranjero. El cine colombiano incluso se puede conectar con esta crítica. La industria es débil para un territorio que puede ser un paraíso para muchos, por sus paisajes, por sus pueblos o ciudades, pero sobre todo por el talento de los que empiezan a estudiar para este medio: directores, productores, fotógrafos, actores y todo el talento que participa en el cine.
Pero es este pobre humor el que nos tiene jodidos, el que nos tiene mirándonos de la peor forma, el del lenguaje vulgar, el de comportamientos agresivos y el despilfarro económico que una producción de estas puede costar. Sí, es un negocio, pero está mal hecho.
Quizás muchos de los que participan de estas producciones son conscientes de esto, pero es lo que hay, supongo yo que contestarían, pero es esta dinámica la que no nos deja pensar en llegar hacer producciones de otro estilo de géneros como el cortometraje es casi que desconocido, sino es porque sale en alguna entrega de algún sector cultural, llámese museos, bibliotecas o cinematecas. O de hablar de un humor tranquilo o que se desborde, pero no mostrando nuestras costumbres de la peor forma, sino que sea un diálogo con el público que ve la producción. O un género de terror que pueda llegar a marcar.
Me parece que la crítica debe ser más objetiva, para que los que hacen cine en este país puedan llegar a invertir en nuevos talentos. Creo que muchos de los que pagamos una boleta, compramos un DVD, descargamos o vemos en canales nacionales, no nos haría mal ver producciones con directores, actores nuevos e historias nuevas, no las predecibles que siempre vemos.