En una de mis anteriores columnas dije que Estados Unidos tiene una magnífica oportunidad para recuperar el liderazgo en la región. Al menos esa era mi perspectiva después de que saliera por las malas el expresidente Trump. Joe Biden como abanderado de la democracia prometía un mejor panorama. Su tono es mesurado y conciliador. En ello se fundamenta una leve esperanza para el hemisferio. Por el momento Biden calla. En contravía al silencio del presidente de Estados Unidos, estamentos internacionales, especialmente organismos defensores de los derechos humanos de todo el mundo, y también la ONU y la Unión Europea, han expresado su gran preocupación respecto a la excesiva violencia que ha ejercido el gobierno colombiano en contra de los manifestantes, en su mayoría jóvenes estudiantes.
Es una respuesta represiva en contra de un pueblo afectado por una corrupción política de dimensiones colosales. Las consecuencias de esa corrupción son evidentes: hambre, desempleo, falta de oportunidades en un contexto de pandemia. La explosión social tiene su razón de ser en estas lamentables variables. El mundo debe conocer que son muchas décadas de violencia estatal. Esto es lo que exacerba los ánimos en el país cafetero. Dicha violencia incluye paramilitarismo y narcotráfico, con todos los matices de la depravación humana: tortura, desaparición forzada, masacres, genocidios. Un holocausto a cuenta gotas, pero igual de letal: las cifras no mienten.
Estados Unidos es un antiguo aliado de Colombia. Y que sea aliado no está bien ni mal. Pero debe ser un buen aliado en estos momentos. Por ejemplo, debe revisar las innumerables denuncias que tiene el responsable principal de la violencia colombiana: Álvaro Uribe Vélez, quien saboteó reiteradamente los acuerdos de paz, y quien es el que realmente dirige los hilos del actual mandatario Iván Duque. Eso ya no es un secreto, y cada vez los medios internacionales van citando la palabra “títere”.
Por otra parte, en días pasados 55 congresistas de Estados Unidos le solicitaron al secretario de Estado que suspenda la ayuda a la Policía de Colombia, institución que cada día goza de mayor desprestigio gracias a sus crímenes y abusos de todo tipo, incluyendo sexuales, según denuncias que son vox populi. Ahora Amnistía Internacional hace una grave denuncia que debería llevar a Estados Unidos a una profunda reflexión sobre sus políticas en nuestro país. En este contexto, el director de incidencia política de Amnistía Internacional en Estados Unidos, Philippe Nassif, afirma que es "escandaloso el papel jugado por Washington en el fomento de los ciclos incesantes de violencia cometidos contra el pueblo de Colombia". Y agregó que "las autoridades colombianas han cometido violaciones de derechos humanos con el apoyo de Estados Unidos". La denuncia de Nassif va más allá: "El gobierno de EE. UU. ha tenido una angustiante participación en los asesinatos, las desapariciones, la violencia sexual y otras torturas, y la horrenda represión de decenas de manifestaciones, en su mayoría pacíficas".
Ahora Estados Unidos tiene la palabra. En Colombia están en juego muchas cosas; por ejemplo, la estabilidad de Latinoamérica. En mi humilde concepto la estabilidad comenzará con el restablecimiento de las instituciones, especialmente la justicia. Urgen políticas de equidad para el pueblo colombiano, de respeto a los derechos humanos, y especialmente, un ataque frontal al narcotráfico, y a todo lo que sea ilegal. Para ello urge implementar los acuerdos de paz y proteger y defender los tribunales de la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz).
*Fuente DW. Colombia: Amnistía Internacional hace urge a EE. UU. suministro de armas