Las actuaciones repetidas del actual gobierno deben ser analizadas en el contexto de un plan ordenado (o al menos casi ordenado), maquiavélico y de ejecución sistemática; orientado a lograr sus fines aun en contra de la evidente mayoría de colombianos que de manera desordenada expresamos nuestro desacuerdo.
Si bien a primera vista nuestra situación parece estar muy alejada de la más dura realidad que vive Venezuela, hay que tener en cuenta varios factores comunes:
- El presidente ha sido elegido con la evidente manipulación de las instituciones democráticas; corrompiendo al elector con dineros del erario.
- Los barones electorales conocen de la debilidad del gobernante, cuya popularidad es inferior al 10 %. Conscientes de ello, aumentan su apetito y sobrepasan sus propios límites para seguir exigiendo prebendas; sin importar las consecuencias de sus actos.
- Buscan por todos los medios acallar la oposición, ya sea mediante argucias leguleyas, comprando a los medios de comunicación desvergonzados, o asfixiando a los que no sucumben a la tentación de los jugosos contratos de publicidad estatal.
- Todo aquel que se pronuncie en contra de sus ideas o de sus planes, de manera automática es declarado enemigo de la democracia, de la patria o de la paz.
- La base, el pueblo raso, es el que siempre sufre; ya sea por la escasez de alimentos en los supermercados, o porque sus ingresos no le alcanzan siquiera para adquirir lo mínimo necesario. (no sabemos si ocurre en Venezuela, pero acá, en nuestro país, son muchos los hogares en donde se “desayuna” con papel periódico y limón”. Única comida segura del día).
- El acceso a la salud para todos se pregona como una de las máximas conquistas del gobierno. La realidad es otra. La ineficiencia y el total desconocimiento de cómo funcionan las fuerzas del mercado cuando se les agrega la variable de la corrupción, destruyen cualquier cálculo de sostenibilidad que se haga.
- Se tiene una oposición indisciplinada, desarticulada y vociferante, con una falta de norte que les impide perfilarse como una alternativa seria de poder y de gobierno.
- La arrogancia se utiliza profusamente para enmascarar la falta de agenda y de ideas; así como para tapar la incapacidad de solucionar problemas de fondo.
- El monstruo de bolsillo en que se ha convertido el fiscal, se está utilizando como en la serie de dibujos animados para aterrorizar a los ciudadanos y a la oposición. Ese Pokemon (pocket Monster) es capaz de inventar delitos para acusar a la oposición. Están haciendo carrera las figuras penales de “crimen contra la revolución” y “atentado contra la paz”.
- Los grupos de delincuentes se han convertido en un factor determinante de las elecciones locales, regionales y de presidente.
- El Congreso o la Asamblea, elegidos por votación popular, con todas sus imperfecciones, son considerados como un excelente aliado o como un obstáculo para gobernar, según se pliegue o no a las exigencias del mandatario.
En este escenario, resulta imperioso el desarrollo de una verdadera respuesta estratégica, que permita tener listo un plan articulado, coherente y suficiente para asumir las tareas de gobierno, una vez colapse el régimen impopular y corrupto.
Por las montañas de buena parte de nuestra geografía nacional todavía trasiegan las recuas de mulas guiadas de vereda en vereda por los arrieros. Y, como hace más de cien años, estos recios hombres han seguido forjando parte de nuestra idiosincrasia nacional; a la vez que nuestro destino. Una de las frases más célebres que utilizan los arrieros es “en el camino se acomodan las cargas”. Con esto quieren decir que no se requiere de mucha planeación para un viaje; y que si el paso desigual de las mulas o lo agreste de los caminos aflojan los nudos con los que se atan los fardos que llevan, basta con detenerse, bajar los bultos y volverlos a subir para asegurarlos con nuevos nudos, tantas veces como sea ello necesario durante el trayecto.
En nuestro medio, esta máxima es aplicada tanto por gobernantes y funcionarios como por personas del sector privado. Por alguna razón, nos creemos muy buenos para improvisar soluciones a medida que van apareciendo los problemas, actitud que termina por desarrollar una alergia aguda a planear. Si en lugar de detenerse muchas veces en el camino a reacomodarse, se hubiese diseñado un sistema simple y eficiente de carga, los viajes y las empresas se desarrollarían de una manera más sencilla y fluida.
Basar la plataforma de la oposición en la venganza, el ajuste de cuentas y la reversión de decisiones arbitrarias, es más una reacción visceral que una respuesta inteligente. No se debe esperar a que llegue el caos, para comenzar a pensar cómo solucionarlo.
Reunirse, discutir, acordar un plan, ensayarlo y ajustarlo hasta dejarlo a punto de su implementación y divulgación, requiere de una mentalidad planeadora y previsiva de la carecemos muchos de nosotros. No por ello debemos dejar la solución de los grandes problemas que se nos vienen encima ni al azar ni a nuestra supuesta capacidad de improvisación.
Criticar es fácil. Además es una muestra de salud de un sistema democrático que no concibe el unanimismo. Pero criticar sin proponer no deja de ser un simple acto irresponsable.