El uso indiscriminado de antibióticos en los niños se ha convertido en un problema de salud pública. Según la OMS, diariamente están apareciendo y propagándose en todo el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro la capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes.
Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia o las enfermedades de transmisión alimentaria son cada vez más difíciles —y a veces imposibles— de tratar, especialmente a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia.
En cuanto a la población infantil, este tema no deja de preocupar a las autoridades, las instituciones de salud y a los profesionales médicos; se conoce que durante los primeros años de vida se concentran la mayor parte de infecciones respiratorias, virales y bacterianas, por lo tanto, son una porción de la población más expuesta al uso de antibióticos. Por esta razón, el Dr. José Miguel Suescún, pediatra, explica qué son los antimicrobianos y relaciona los errores más comunes que cometen los padres al auto medicar a sus hijos y el efecto negativo que esto conlleva.
Según el especialista, los antimicrobianos buscan que ciertos microorganismos se eliminen o no crezcan dentro el cuerpo humano y existen cuatro tipos: Los dirigidos a contrarrestar los virus son los antivirales; para las bacterias, los antibióticos; hongos, los antimicóticos y para los parásitos se usan los antiparasitarios.
De la misma manera indica los errores más comunes:
Tratar virus con antibióticos: por lo general, los padres tienden a tratar enfermedades virales con antibióticos, lo cual significa que el medicamento no va a hacer ningún efecto y sí somete al cuerpo del niño a riesgos de alergias y de toxicidad innecesarios.
Utilizar dosis que no son las correctas: en muchos casos, puede que el niño sí tenga una infección causada por una bacteria, pero al no suministrar el antibiótico en dosis adecuadas, nuevamente se pierde la oportunidad de tratar la infección con ese medicamento y ahora se le tendrá que suministrar uno más fuerte; por lo general, estas infecciones se pueden manejar de manera ambulatoria, pero al requerir un medicamento más agresivo, en algunos casos, se ve la necesidad de hospitalizar el niño.
No todas las infecciones necesitan de antibióticos: investigaciones demuestran que varias infecciones comunes no requieren de antibióticos, como las gripes y los resfriados. Si se suministran estos medicamentos sin ser necesarios, los niños requerirán de dosis cada vez más altas.
Finalmente, el Dr. Suescún concluye que, como política de salud pública, en el país se debería tener muy restringido el acceso a los antibióticos sin fórmula médica ya que se están perdiendo moléculas muy valiosas para tratar las enfermedades usuales de los niños. De la misma manera, añade que en las droguerías no se deberían despachar medicamentos antimicrobianos sin una fórmula prescrita, ya que “el profesional médico es el único capaz de hacer un ejercicio clínico, valorar el paciente y fruto de esto definir cuál de todas las opciones existentes es la que ese determinado paciente necesita”.