Podría decirse que el cuerpo es resiliente por naturaleza. Tiene mecanismos que lo mantienen en equilibrio biológico, en homeostasis permanente. Esto es resiliencia. Es permanentemente sacado por fuera de su balance cuando le sobre exigimos física, mental o emocionalmente y él, el cuerpo, vuelve y se compensa, espontáneamente. Cuando no logra hacerlo, nace la enfermedad.
La rae define la resiliencia: del ingl, resilience, y este der. Del lat. Resiliens, -entis, part, pres. act. De resilïre “saltar hacia atrás, rebotar, replegarse”.
En la época actual comienza su uso, según tengo entendido, en la ingeniería como la capacidad de un material para recuperar su estado inicial luego de estar sometido a fuerzas que perturban su estado básico. Para luego llegar al campo de las ciencias sociales, en especial la Psicología, como la aptitud que poseen y desarrollan algunos individuos, que se caracterizan y diferencian de los demás, por su postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés, con el fin de pensar en un mejor futuro. Finalmente, se está aplicando con este mismo significado a los sistemas tecnológicos, jurídicos, sociológicos y organizacionales.
A raíz de mi columna anterior Agotamiento, depresión y suicidio en los médicos, no queda de otra que traer una posible solución a dicha situación, al cuerpo médico y la sociedad. Esta es: la resiliencia.
Se une todo ello con la amplia investigación sobre los factores que más felices hacen a las personas y aquellos que son común denominador para quienes superan enfermedades graves y pronósticos sombríos. Estos factores son: un amplio grupo social; la amistad; el gozo por la vida; los proyectos que se transforman en realidad; tener un objetivo de vida; la capacidad creativa; y otros. Curiosamente no entran como de primer orden, ni la genética, ni las condiciones mecánico-biológicas del cuerpo (están, pero lejanas, en las listas).
Si observamos los factores del párrafo anterior, vemos que son cultivables, ya que son parte inherente de todo ser humano, y pueden desarrollarse con voluntad y tesón.
La resiliencia ha rodeado toda mi vida, aún antes de usarse esa palabra, al ayudar, acompañar y ver salir adelante a innumerables personas con discapacidad física y mental en el Instituto Roosevelt y el Centro Nacional de Rehabilitación Teletón, en los años 80, dado el campo de mi especialidad médica, la Fisiatría. Recuerdo el programa de sexualidad para personas con discapacidad (Teletón), que transformó la vida, no sólo de pacientes, sino la nuestra, la de los profesionales que lo creamos, al ver como aquella mujer (por poner sólo un ejemplo) fue llegando más maquillada, arreglada, con postura más “entradora y confiada” a medida que avanzábamos en las sesiones.
Sí, la resiliencia se saca de nuestro interior y la ponemos a nuestro servicio, transformando vidas, situaciones y organizaciones. Por tanto, señores administradores en salud y queridos colegas, hagamos de la resiliencia parte de nuestro espectro terapéutico para nosotros mismos. Gracias por leer, reflexionar y actuar.
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