La cultura es una sedimentación del trabajo de las generaciones. Cada una la recibe, la apropia, la valora y la desarrolla. Las celebraciones y conmemoraciones hacen parte de esos procesos. ¿Y qué es lo que queremos recordar en común? Si uno mira la mayoría de los monumentos, parecería que celebramos una persona, pero es más bien algo que esta persona ha logrado; la celebramos porque logró algo. Y, como lo sugiere Brecht en Preguntas de un obrero ante un libro, ella no lo logró sola; es muchas veces un logro comunitario, a lo más con la dirección de un líder. Incluso, cuando parece ser un acto puramente individual, esa persona obró según la educación que tuvo con su comunidad. Conmemoramos entonces logros comunitarios llevados a cabo por personas o grupos de ellas.
Al conmemorar una persona, ¿la estamos conmemorando por todo lo que ella ha hecho en su vida? No. La conmemoramos por sus actos significativos para la comunidad. Pero, entonces, ¿qué pasa si esa misma persona ha llevado a cabo actos no memorables, incluso más bien dignos de repudio? Borges nos advierte: “Las manos que dieron muerte sabían templar la guitarra”. Queremos celebrar al cantor, no al asesino, pero a veces son la misma persona. ¿Entonces?
¿Cómo trata una comunidad a alguien que lleva a cabo un delito? Después de comprobar que es culpable, lo castiga. Salvo si la comunidad escoge la pena de muerte, el castigo tiene intención no solo de defensa, sino también de redención. Si apresamos a un criminal, lo hacemos con el propósito de educarlo en prisión para que no reincida, y para que más bien obre en beneficio de la comunidad. Si llegamos a tener éxito y esa persona llegara luego a destacarse en su quehacer por la comunidad, ¿podría llegar a merecer una celebración?
En Cali, la comunidad, a través de su Concejo, resolvió en 1936, celebrar el cuarto centenario de la fundación de la ciudad, que ocurriría al año siguiente. Para ello decidió erigir una estatua a Sebastián de Belalcázar.
Sin embargo, ocurre que la historia del origen de Cali es muy confusa. Hay lo que podríamos llamar la versión oficial: Cali fue fundada el 25 de julio de 1537 por Sebastián de Belalcázar (antes de llegar a América, Sebastián Moyano), pero no hay ningún documento que atestigüe esa fecha. Sí los hay que mencionan el que haya sido Miguel Muñoz, lugarteniente de Belalcázar.
Por otra parte, Belalcázar venía de participar en la conquista del Perú; era uno de los capitanes de Francisco Pizarro, y desempeñó un papel principalísimo en la matanza de Cajamarca el 16 de noviembre de 1532 en la que murieron miles de indígenas. Luego, el 5 de octubre de 1546, hizo decapitar a otro conquistador, Jorge Robledo, por pleitos de jurisdicción territorial. Por esto último, fue condenado a muerte por la Corona; decidió ir a España para defenderse, pero murió en Cartagena de Indias en 1551.
La generación actual, la nuestra, interpretando lo que representa y conociendo la historia de Belalcázar, en especial sus antecedentes de participante en la masacre de Cajamarca, ha empezado a sentirse incómoda con este monumento. Si bien es necesario reconocer que es una valiosa obra de arte, en la que el escultor español Victorio Macho expresó tanto la fuerza militar de Belalcázar como la importancia de la relación de Cali y el Valle del Cauca con el Océano Pacífico, hoy se requieren con urgencia otras interpretaciones que reconozcan la historia de violencia, negación y exclusión que también nos ha constituido desde el siglo XV.
Es indudable que la historia se interpreta desde el tiempo presente y así mismo se reconoce como los actores sociales de ese momento histórico actuaron, en consonancia con las estructuras sociales del poder conquistador y colonial. Es necesario comprender en términos de hoy, que ese colonialismo construido en el pasado no puede permanecer en el ser histórico que somos en la actualidad, y que los símbolos construidos, como Belalcázar en el siglo XX, un sujeto de bronce que como otro imperial negó, vilipendio y asesinó a sus sujetos racializados a lo largo de su historia existencial, no pueden pervivir en el imaginario del siglo XXI.
En el escenario actual de protestas en varios lugares del mundo contra el racismo estructural ha nacido un movimiento internacional que pretende resignificar los monumentos y símbolos asociados a la expansión colonial europea, a la conquista y a la esclavitud. En la mayoría de casos, al calor de masivas manifestaciones se han derribado o cercenado varias estatuas. Es en este contexto que proponemos que la estatua de Belalcázar sea reubicada. No pretendemos tumbar o destruir la estatua, pero sí cuestionar los actos cometidos y los valores que representa.
Consideramos necesario abrir un debate profundo en nuestra sociedad sobre las implicaciones actuales del colonialismo, por eso un paso importante a dar es deconstruir la mentalidad que rinde tributo a una historia excluyente e iniciar procesos de descolonización en múltiples dimensiones de nuestra sociedad (cultural, educativa, política, estética, etc.). También queremos invitar a un proceso de construcción colectiva de nuevos símbolos que reconozcan nuestras ancestralidades excluidas, negadas, silenciadas. Ancestralidades indígenas y africanas precedentes de la riqueza del crisol de nuestro mestizaje. Se trata de reconocer la ancestralidad indígena y afro que nos constituye en tensión con la herencia europea que también somos y estamos siendo.
Ahora bien, el lugar donde actualmente está el monumento es un sitio notable en la ciudad. Es un lugar propicio a la celebración. Pero, entonces, ¿qué celebrar allí?
Proponemos una doble celebración. Por una parte, el vínculo entre las dos principales regiones del departamento: el valle del Cauca y la región del Pacífico, Buenaventura. Por la otra, el encuentro y el reconocimiento de las tres etnias que son la raíz constitutiva de nuestro pueblo: la indígena, la europea española y la africana.
Podría convocarse a nuestros artistas a crear proyectos de un monumento que tenga este sentido de vínculo geográfico, étnico e histórico, que contribuya a reconocernos en nuestra identidad como pueblo y como cultura, y a reconocer nuestra vocación de síntesis del valle y el mar.
La colina sobre la cual se asienta el monumento actual a Belalcázar es amplia, pero el monumento, en su pedestal, la domina. Podría estudiarse una relocalización del monumento en la misma colina, acompañado de otro monumento tal como se ha planteado en la propuesta anterior: un monumento a nuestros orígenes triétnicos y a nuestra vocación terrestre y marinera, de modo que formen un conjunto. La relocalización de la estatua de Belalcázar sería necesaria para que no sea el elemento dominante, sino uno de los componentes del monumento. El conjunto se acompañaría con placas que expliciten el sentido del conjunto monumental. De todos modos, tanto en una como en la otra alternativa se requeriría un estudio paisajístico que incluya las miradas desde la ciudad y en la colina misma.
En ese sentido, el monumento a Belalcázar que aparece dominante en la colina podría desplazarse y acompañarse de otras efigies que resalten la interculturalidad presente para construir una ruta de símbolos con placas explicativas que den cuenta de la nueva sociedad vallecaucana y caleña, fruto de muchos cruces biológicos y culturales, que se han ido constituyendo en la historia larga del poblamiento de este espacio. El cacique Petecuy, Nicolás Ramos Hidalgo (creador de la bandera de Cali), nuestros pescadores del afropacífico, nuestra mujer afro del chontaduro, que se encuentra en el Hotel Dann, los representantes de la independencia vallecaucana, son algunos ejemplos.
Lo que se pretende es construir un espacio para la memoria socio histórica y cultural, dado que desde ella se estructuran nuestras identidades sociales, se legitiman o redefinen las relaciones de poder, y se conciben los campos de lo posible las visiones de futuro. Este espacio resignificado sería el encuentro con nuestro pasado en nuestro presente, para generar prospectivamente el fomento de la reconciliación y así recrear de manera incluyente nuestra diversidad identitaria.
Este es solo un primer paso para que la participación ciudadana en su diversidad siga su ímpetu hacia la resignificación de todo lo que la constituye, construyendo una sociedad caleña más incluyente. Los debates y las propuestas políticas, pedagógicas, artísticas y académicas que de aquí surjan son ya un horizonte fértil. ¡Bienvenidos!
Lista de académicos de la ciudad que respaldan la resignificación de Sebastián de Belalcázar:
- Rodrigo Escobar Holguín
- Carlos Andrés Duque Acosta
- Fernando Castro
- Juan Carlos Rengifo
- Andrés Cháves Beltrán
- José Aldemar Álvarez Valencia
- Mauricio Castaño
- James Rodríguez Calle
- Mario Alejandro Pérez
- Alberto Ramos Garbiras
- Hernando Motato C.
- José Ignacio Zamudio
- Magnolia Aristizabal
- Luis Recalde
- Patricia Botero
- Paola Chaves
- Esperanza Cerón
- Zamira Dìaz Lòpez
- Francia Martínez Conde
- Maritza López de la Rocha
- Carlos Alberto Rodríguez Padilla
- Aceneth Perafán Cabrera
- Esteban Correo Garcia
- Luis Alfonso Escobar
- Nancy Motta González
- Adriana Mendoza Acuña
- Vanessa Tapia Oviedo
- María Teresa Ayala Figueroa
- Juan Carlos Lozano Cuervo
- Lindon Yani Vélez
- Diana Marcela García Moreno
- Martha Isabel Muelas Hurtado
- Oscar Alberto Quintero Ocampo
- Shamir Sha
- Angelo Victoria Russi
- Andrés Iván Bernal Vargas
- Victoria Eugenia González Cano
- César Tenorio
- Elsy Velasco
- Álvaro Sepúlveda Franco
- Carmen Guerrero
- Fabio Orejuela Barberi
- Olmedo Gómez Trujillo
- Óscar Fernando Sáenz Manchola
- María del Pilar Peralta Ardila
- Alejandro Ulloa S
- Germán Castaño Cárdenas
- Andrés Reinoldes Giraldo Balcázar
- John Boresoff
- Hernando Orozco Losada
- José Eduardo Tofiño Peña
- Eduardo Amaya Alvear
- Jorge Alexander Rodríguez Otálora
- Luis Eduardo Lobato Paz
- Clemencia Gálvez
- Luis Emilio Mora Cortés
- Néstor David Correa Ortiz
- Ernesto Combariza
- Lina Vivas
- Jorge E. Arana M.
- Sandra Milena Henao Duque
- Liliana Sánchez
- Yuliana Leal Granobles
- Juan Antonio Guerrero Sandoval
- Néstor Alonso Sánchez Cardozo
- José Antonio Dorado
- Ítalo Muñoz
- Iveth Patricia Rodrìguez Preciado
- Daniel Andres Tapiero Triana
- Norma Lucìa Bermudez Gomez
- Henry Granda
- Eduardo Valderrama Vidarte
- Maria Dorado
- Jorge Andrès Velez Correa
- Pedro Manuel Sánchez Caldòn
- Danny Edward Varón
- Gabriel Ruiz Arbeláez
- Emmanuel Zapata Caldas
- Jorge Luis Rentería
- Sofía Cajiao Rojas
- Luz Faustino
- Célimo Sinisterra
- 59. Darling Jaramillo
- 60. Ángela María Romero Olave
- 61. Ángela María Gartner Villa
- 62. Darling Jaramillo
- Lina Jaimes
- Rodrigo Olmedo Solarte Paz
- Blanca Nelly Toro Valencia
- Milton Ovidio Cruz Muñoz
- Claudia P. Quintero
- Juan Pablo Ochoa
- Fabián Tamayo
- Carlos Mario Girón Fernández
- Víctor Hugo León Ariza
- Smiggler Vallecilla
- Mary Muñoz
- Rodrigo Vélez
- Julieth Tatiana Hernandez Rodriguez
- Gleidys Martinez Alonso
- Luis Fernando Tascon Montes