Es normal que en un país pluralista y de “libre expresión” se confronten las ideas y los argumentos en diversas esferas de la vida cotidiana. Política, religión, deportes, educación, tecnología, entre muchos otros, son temas que causan gran furor, especialmente los primeros 3 y radicalmente en un país de tradiciones católicas, conservadoras y futbolísticas. En este sentido, la tecnología ha permitido que las ideas se transmitan y se confronten cada vez más rápido, por lo que encontrar material informativo en internet ha sido un universo en constante expansión, del cual se desprenden ideas y posiciones de todos los colores y sabores.
Es tanto así que encontrar contenidos imparciales se vuelve cada vez un reto para todos aquellos que navegamos en la red y que procuramos mantenernos al tanto de la situación política del país. Por otro lado, el hecho que la información sea transmitida a través de internet no implica per se que sea absoluta y total, por lo que no se debe desestimar de ninguna manera el poder crítico de las personas que la consumimos. Es obvio y natural que haya resistencia al cambio y específicamente, el cambio a la era tecnológica, simplemente es una condición innata del ser humano, más aún cuando el cambio rompe paradigmas muy arraigados. Sin embargo, esta resistencia no debe desmeritar, ni glorificar, el esfuerzo de las personas por hacer contenidos respecto a los temas actuales y coyunturales del país.
Si bien considero que la información transmitida por La Pulla no es nada del otro mundo, también considero que es relevante, precisa y rigurosa, aspectos lógicos para crear un contenido del nivel que generan. El hecho que apele “a los lugares comunes de lo que se crítica en internet: machismo, Álvaro Uribe, Alejandro Ordoñez, etc” no lo desmerita en absoluto. Son los temas que indignan a miles de personas y que claramente son tendencia en una u otra red social. Ahora bien, desmeritar a las personas que sienten afinidad con La Pulla bajo el argumento de que no han leído de historia, política y filosofía, es un juicio de valor que denota la capacidad intelectual de quien lo emite, pues generaliza una hipótesis en un amplio espectro de personas, condición próxima a la falacia.
Por ejemplo, el vídeo titulado “El procurador es un hipócrita” del 1° de junio de 2016, explica las contradicciones retoricas en las que entró Alejandro Ordoñez cuando realizó sus cuestionamientos al proceso de paz, anticipando su interés en la presidencia de la república. Para comprender este comportamiento, es necesario sumergirse en la típica historia goda colombiana rica en candidatos de esta índole, tipo Pastrana versión I o el magnánimo Laureano Gómez, por lo que parece lógico el tono de sarcasmo e ironía que manejan frente a este personaje.
Finalmente, un formato como el de La Pulla me hace pensar que gracias a las grandes plataformas en internet los medios de comunicación están cambiando su manera de transmitir información y se acoplan cada vez más a una generación que no traga entero y que lee constantemente. En este sentido, si tratamos de ser críticos, por lo menos procuremos manejar argumentos coherentes y sensatos, no lanzando diatribas sin ton ni son.
