Dejen en paz a Shakira. Ustedes no se dan cuenta que todo le resbala. Que a pesar de su acento español, sigue siendo orgullosamente colombiana y barranquillera hasta la médula. A veces quisiera entender a la gente, al público, y a todas aquellas personas que un día la aman y al otro la estrujan. Yo creo que Shakira tiene piel de morrocoyo, dura, fuerte y difícil de digerir. Tantos años de carrera le han permitido soportar a través del tiempo los odios de aquellos que sienten que no se merece el pedestal del éxito. Es pura envidia, y no envidia de la buena, sino insana, destructiva y despiadada. Dejen vivir a Shakira, déjenla que hable como se le de la gana. No por eso dejará de ser latina y colombiana. Ella es esencia caribe, y lo ha demostrado en el vídeo de su éxito “La Bicicleta” al lado de Carlos Vives. En el clip la vemos ser barranquillera cien por ciento, y costeña para más señas.
A veces me gustaría meterme en el cerebro de ella. Saber qué piensa cuando la vapulean y la destrozan en las redes sociales por esto o aquello. Pero si no tuviera una salud mental fuerte y la cabeza amueblada creo que no lo resistiría. Su mentalidad ganadora y su enigmática figura a veces la hacen diferente, única y especial, pero no por ello merece las ofensas y los improperios que le lanzan a diario.
Shakira es diferente a todos los mortales (por eso es una genio de la música), y hay que aceptarla tal y como es, porque no es una delincuente y menos te ha quitado el pan de la boca. ¡Basta ya de lapidarla!
A pesar de tanta crítica insana, nadie le va a quitar ser la embajadora de Colombia en el mundo por más que le lancen improperios de odio desmedido. Sintámonos orgullosos de ella. Se merece nuestro respaldo, nuestro cariño por todo lo que nos ha dado musicalmente, y no las puñaladas traperas que cada día le lanzan seres inmesericordiosos.
Shakira es la estrella más rutilante de la música colombiana a pesar de que muchos lo quieran negar. Ella con su fuerza y talento ha sabido demostrar que nada ha sido en vano. Por tanto y por más hay que protegerla, y si hay que criticarla, tiene que ser con justa razón y no porque hable como española o catalana. Si ella se expresa de una u otra forma es entendible: lleva años viviendo en la Madre Patria y algo se le tiene que pegar, y no por ello dejará de ser colombiana. Qué tontería lo del nacionalismo recalcitrante, falso y e hipócrita. Entendamos de una vez por todas que a pesar de la distancia, Shakira es más barranquillera que la butifarra y no el enemigo número uno de Colombia. ¡Dejen en paz a Shakira!