“Cuando Dios hizo el Edén pensó en América” dijo Sandro. Y aunque puede que esta bonita frase alusiva a nuestro continente no tenga sustento en la biblia, sí lo tiene en lo científico.
El continente americano es considerado el de mayor biodiversidad en el planeta, lo cual lo convierte en refugio de miles de especies que están en peligro de extinción y de materias primas importantes para el consumo humano. Además, Colombia como país ecuatorial tiene una posición privilegiada, ya que posee dos océanos, tres cordilleras y tiene una parte del pulmón del mundo: el Amazonas.
Sin embargo, pesar de que tenemos toda esta riqueza carecemos de una conciencia ambiental para proteger todos estos recursos y darles un buen uso para que generaciones futuras también los disfruten.
Pues bien, uno de los ecosistemas más importantes son los manglares, los cuales se encuentran en la zona intermareal, se forman en zonas costeras y son el lugar donde se da la transición del agua salobre a la dulce. De hecho, estos son tan trascendentales para la salud del planeta que la ONU declaró el 26 de julio el Día Mundial de los Ecosistemas de Manglares.
Ahora bien, según el columnista Manuel González los ecosistemas de manglares ocupan una superficie total de 150.000 kilómetros cuadrados. No obstante, el hecho de que sean pequeños en cuanto a tamaño no es razón para el poco interés por parte de los gobiernos, quienes con su negligencia han permitido que de 1980 a hoy se haya perdido el 20% de este ecosistema. Por esta razón es necesario hacer pedagogía sobre la importancia que tienen los manglares para nosotros.
Los manglares sirven de pequeñas guarderías para el criadero de especies de peces, crustáceos y moluscos, quienes cuando alcanzan un tamaño mayor pueden decidir adentrarse más al continente o irse a los mares para luego desovar en ellos. Igualmente, este ecosistema tiene gran importancia como filtrador de nutrientes y sedimentos, ya que su suelo absorbe gran cantidad de aceites o aguas residuos que disminuyen su impacto en el ambiente. Todo esto sin contar con que son grandes barreras contra la erosión eólica (vientos fuertes) y a la erosión costera. Cabe decir que para hacerle frente a esta última problemática los gobiernos han gastado mucho dinero, desconociendo que los manglares pueden hacer esta labor.
Respecto a lo anterior en Santiago de Tolú se está adelantando un proyecto para esto, pero ha tenido como consecuencias la pérdida de los dineros y una investigación al exalcalde de Coveñas. Además, cerca a este municipio se está adelantando la concesión Ruta al Mar S.A.S. - CORUMAR S.A.S. que busca garantizar la conexión entre Antioquia y Bolívar. Sin embargo, en la unidad funcional 6 Cereté-Tolú se puede ver una vía que pasará por la parte de atrás de la Ciénaga de la Caimanera, pero lo que no dice en el proyecto es si será un viaducto o una carretera como la de Barranquilla-Ciénaga. Si será como la segunda sufrirá los mismos problemas que se ven en la Ciénaga Grande de Magdalena, cuyo terreno se ha venido secando porque se le cortó la alimentación a la ciénaga por los riachuelos que desembocan en ella (esta afectación intencional o no ha beneficiado a grandes propietarios de tierras para ejercer la ganadería y agricultura).
El progreso en las vías de la comunicación no debe ser en retroceso a los ecosistemas porque como seres humanos debemos saber qué es prioritario en nuestras vidas. No se puede pensar en dotar a todo el mundo de internet cuando miles de personas mueren de enfermedades diarreicas porque no tienen agua potable o descubrir otros planetas cuando según el más reciente informe de la ONU de 2016 a 2017 aumentó el hambre física en todo el mundo. El ser humano debe ser consciente de que si no cuida los ecosistemas de manglares las consecuencias serán demasiadas costosas, no solo en vidas sino también en el detrimento del bienestar del planeta.
Por eso en Santiago de Tolú debe adelantarse una política ambiental que devuelva la mirada a explotar el ecoturismo. Un municipio como este debe formar a la ciudadanía y no solo mostrar el mar, sino también todo su potencial en caminatas ecológicas. El arroyo Pechelín, por ejemplo, es fuente importante para la fauna silvestre: gaviotas, pelícanos, entre otros. Además, debe haber una rearborización con especies autóctonas como el bálsamo o el matarratón y dejar de lado la “miamización”, que solo pretende llenar las zonas verdes con palmeras. Igualmente, la administración debe incentivar la investigación científica para saber la biodiversidad que tiene este lugar.
En resumen, los ecosistemas de manglares deben ser de interés regional de la mano del apoyo estatal, ya que en Colombia desde 1980 hasta hoy se han perdido el 30% de ellos y como nuestro planeta está afrontando el problema del calentamiento global estos son una buena defensa para minimizar los daños.
Hacer grandes construcciones de cemento es relativamente sencillas, pero construir sociedad requiere años de una constante formación. En consecuencia, desde la academia se debe apuntar a la resignificación de nuestro planeta tierra, pero no como un hábitat sino como nuestro hogar.
Bibliografía
La contaminación también tiene en peligro a los manglares en Colombia. Emanuel Enciso. Periódico El Tiempo. 2018.
Los manglares: importancia ecológica. Manuel González. 2018.
Una de cada nueve personas sufre de hambre en el mundo. Periódico El Tiempo. 2018.
