En su célebre cuento “El perseguidor”, Julio Cortázar describe la agitada vida de Johnny Carter, un excepcional saxofonista que, sometido a las adicciones y a un violento ímpetu creativo, se autodestruye en medio de un atemporal delirio onírico. Con Carter, el escritor argentino se adentró en los inhóspitos terrenos de la sospecha para avanzar en una disección espiritual - ya fuera a título de homenaje literario o sentencia fabulada- sobre Charlie Parker, una figura trascendental en la historia del jazz.
Las descripciones que Cortázar utiliza en “El perseguidor” para ficcionar la vida de Parker también se podrían emplear para acercarse a la dimensión humana de un personaje tan legendario como real: Avicíi.
Detrás de Avicíi estaba Tim Bergling, un joven sueco tímido e introspectivo, el mismo que desde los ocho años encontró en la música el refugio necesario para explorar su genio creativo. Con solo 21 años Bergling saltó al estrellato y bastaron pocos años para que se convirtiera en un exitoso Dj, remezclador y productor musical. Un icono mundial en la música electrónica con la capacidad de producir un éxito tras otro.
Y ese meteórico ascenso a la fama lo alcanzó convertido en Avicíi, un nombre que en el budismo -trasliterado como Avīci- remite al “nivel más bajo del Reino Naraka o infierno”.
Paradójicamente, fue ese meteórico ascenso al estrellato lo que llevó a Bergling al punto más bajo del infierno, ya que, devorado por el virtuosismo de Avicíi, sucumbió en una autodestructiva espiral de adicciones. Detrás del Dj se seguía ocultando, en silencio y devastado, un introvertido Bergling, refugiado en el alcohol y las drogas; tal vez, así lograba sobrellevar las giras, el estrés y la presión de la “industria”.
Esa industria desalmada que siempre lo vio como un producto rentable.
Pero en múltiples oportunidades Bergling tuvo la fuerza suficiente para renacer del infierno y rebelarse ante los mezquinos intereses de la industria. Se resistía a ser completamente devorado por Avicíi. De ahí que el 26 de marzo de 2016, consciente de sus adicciones y el progresivo deterioro en su salud mental, haya publicado una extensa carta con la cual se despedía de los escenarios y las giras. Aunque preciso que podría “volver pronto”.
Y el anunció de su regreso lo hizo el 14 de julio de 2017 desde lo más alto de Machu Pichu. Para los incas, el inframundo se representaba en Uku Pacha, un “mundo inferior” debajo del reino humano donde los individuos no aptos eran enviados después de la muerte. Ese fue el lugar al cual Avicíi envió el espíritu de Bergling cuando anunció su regreso a los escenarios.
Tan solo a los pocos meses, el 20 de abril de 2018, se consumó su muerte física. Tim Bergling fue encontrado bañado en sangre en una lujosa habitación de un hotel de Mascate (Omán). Causa de la muerte: suicidio debido a lesiones autoinfligidas con una botella de vino rota.
Con su muerte, a los pocos meses de cumplir 28 años -por lo que no ingresó al infame Club de los 27-, se cerró el capítulo vital de un referente en la música electrónica. Y al igual que lo hace el personaje de Cortázar en “El perseguidor”, su obsesión por el tiempo quedó plasmada en el último mensaje de su diario: "¡El derramamiento del alma es el último apego, antes de que se reinicie!".