Por estos días más de uno analiza la posesión de Joe Biden, el presidente número 46 en la vida republicana de los Estados unidos. Eran de esperarse, por lo menos en nuestro terruño, las opiniones de la clase política más acomodaticia del mundo. Una de ellas, la del senador Gustavo Petro, plantea que el programa de campaña del candidato demócrata es muy parecido al que él viene proponiendo desde hace varios años. Otra, la de Claudia López, nos dice que así como se cayó el trumpismo se va a caer el uribismo, según ella, su fiel copia colombiana. Inmediatamente, como si no le hubiese picado la lengua, la senadora Cabal le contestó, pero como siempre lo hace: a través de un lenguaje despectivo y totalmente derechista. Acaso esta gente no se da cuenta de que republicano o demócrata la misma vaina da, que a Colombia nunca le ha servido un presidente de allá y que, por el contrario, ellos se ríen de los imbéciles que somos.
La gente debe saber que en sus comienzos, cuando se fundó la gran nación norteamericana, los demócratas eran el partido de la élite, los conservadores, así que eran totalmente diferentes a sus copartidarios modernos. En cambio, el partido republicano, cuyo primer presidente fue Abraham Lincoln, representaba a los granjeros y a los pobres de la unión americana. Debe decirse que los esclavos eran republicanos, y vivían agradecidos con Lincoln por haberlos liberado. ¿Cuándo cambió la cosa? ¿Cuándo las dos posturas políticas se trastocaron? Todo cambió con la presidencia del demócrata Franklin D. Roosevelt, cuando este tuvo que afrontar la gran crisis de los años veinte y volcar su política hacía los más desfavorecidos. Desde entonces, el demócrata es más cercano a las minorías, a la clase obrera y se preocupa, por conveniencia, de los que no pueden alcanzar fácilmente el sueño americano.
El republicano, por el contrario, apoya a los empresarios, se opone a los impuestos excesivos y a cualquier tipo de asistencialismo social. Por eso Trump es apreciado por una gran parte de la población, porque encarna en su obrar todo ese ideal y defiende los intereses de los clanes millonarios, sin dejar de lado que también simpatiza con los grupos radicales y comunidades cristianas que detestan a las minorías. Este no sabía, aunque parezca raro, que Lincoln fue el mayor estandarte en toda la historia de su partido. Pero cómo iba a saberlo si de política no sabe nada, y realmente creció con el pensamiento contemporáneo republicano, en el cual los pobres no existen si no afrontan el sueño americano con todas sus miserias y egoísmos.
Sabiendo todo esto, amigo lector, hay que decirles a nuestros políticos que se dejen de pendejadas, porque las diferencias mencionadas funcionan realmente en la vida interna de los Estados Unidos. En este orden de ideas, el demócrata regula el capital, mientras que el republicano promueve el capitalismo salvaje, sin que se pierda la esencia de la riqueza y los intereses de esta gran potencia mundial. Así que Colombia seguirá sujeta a un imperialismo que se ha robado su petróleo, sus minerales y su pobre economía. Nadie desconoce que con Biden el trato va a ser más diplomático, pero igualmente seguiremos siendo para él una simple república bananera o un Estado fallido, como dicen algunos.