Como politólogo se me hace sumamente decepcionante que una colega salga con declaraciones propias de alguien cuya educación parece más un mito que una realidad. A la señora María Fernanda Cabal, esa que orgullosamente expone en su Twitter ser politóloga de Los Andes, le quedó grande el título; esto a pesar de ser egresada de la universidad que en Colombia comenzó a dar los primeros pasos en la consolidación de una disciplina como la Ciencia política y de la cual salieron varios de los docentes e investigadores más importantes de este país.
Cometer errores como el ya célebre de la “Unión soviética“ o culpar al “socialismo del siglo XXI” de los malos resultados de las selecciones de fútbol de Venezuela y Bolivia, además de avivar las sospechas de que aquellas lecturas de Dahl, Bobbio, Sartori o Huntington estuvieron acumulando polvo, nos demuestra también que usted como “politóloga” no tiene ni la más mínima intención de establecer un puente entre el conocimiento científico (que se supone adquirió) y el poder (que evidentemente tiene).
Cada semestre más y más jóvenes ven en la Ciencia Política una alternativa para encaminar, aterrizar y realizar ese sueño de aportar a la construcción de un país mejor, sueño que, al hablar con muchos de los que me educaron durante mi paso de la universidad, parece ser recurrente sin importar la época en la que se haya decidido estudiar. Esperemos que las nuevas generaciones no se arrepientan al creer que un politólogo hace lo que usted hace.
Hoy los politólogos contamos con un laboratorio “especial” para aplicar todo lo que hemos aprendido. Los profesionales de esta disciplina estamos llamados a aportar todo lo aprendido en los procesos políticos y sociales que vive nuestro país, motivo por el cual cada vez más universidades ofrecen este programa. ¿No le interesa repetir el pregrado?
Es por eso por lo que encarecidamente le ruego que actúe como una politóloga. Le suplico que aborde los debates con altura, que reconozca o evite los múltiples y repetidos “lapsus” que parecen ser producto de una parodia, y por favor demuestre la existencia de capacidad analítica y científica.
Ya suficiente tenemos con la dificultad de responder a preguntas como "¿qué hace un politólogo?" para que un personaje público con dicha profesión nos deje como un zapato. Le puedo asegurar que, de seguir estos consejos, dejará de ser el hazme reír en páginas de Facebook (incluso de páginas que reúnen a la comunidad de politólogos).
Con amor un colega más.